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La luxación de tobillo es una lesión grave en la que los huesos que forman la articulación del tobillo (tibia, peroné y astrágalo) se separan de su posición normal, provocando una pérdida completa de la congruencia articular. Esta lesión suele ser consecuencia de traumatismos de alta energía, como caídas desde altura, accidentes deportivos o accidentes de tráfico.
En muchos casos, la luxación del tobillo se asocia a fracturas, aunque también puede presentarse sin fracturas óseas. Los síntomas incluyen dolor intenso, deformidad evidente, hinchazón severa y la imposibilidad de mover o cargar peso en el pie afectado.
Diagnóstico
El diagnóstico de la luxación de tobillo es clínico, con deformidad visible del tobillo, dolor intenso y pérdida de movilidad. Las radiografías son esenciales para confirmar la luxación, evaluar la dirección de la luxación (anterior, posterior, lateral o medial) y descartar fracturas asociadas.
En casos complejos, se puede realizar una tomografía computarizada (TC) para obtener una evaluación más detallada de la articulación y planificar el tratamiento quirúrgico si es necesario.
Diagnóstico diferencial
Condición | Diferenciación clave |
---|---|
Fractura de maléolo | Puede presentarse con deformidad y dolor, pero sin desplazamiento articular completo |
Esguince grave de tobillo | Dolor e inestabilidad del tobillo, pero sin luxación ni deformidad evidente |
Fractura de la diáfisis del peroné | Dolor y edema en la pierna, sin desplazamiento articular |
Fractura de pilón tibial | Fractura del extremo distal de la tibia, que puede asociarse a luxación en casos graves |
Fractura de calcáneo | Dolor intenso en el talón tras un traumatismo directo, sin deformidad significativa en el tobillo |
Manejo en Emergencias
El manejo inicial de una luxación de tobillo en urgencias requiere la reducción inmediata de la luxación para evitar daños vasculares y nerviosos, y restaurar la posición anatómica. El procedimiento debe realizarse bajo analgesia y sedación, o anestesia local, si no hay contraindicaciones. La reducción manual restablece la congruencia articular, tras lo cual se inmoviliza el tobillo con una férula posterior.
Pasos en el manejo inicial:
Evaluar el estado neurovascular distal antes y después de la reducción (pulsos pedios, sensibilidad y motricidad).
Aplicar hielo y elevar la extremidad para reducir la inflamación.
Administrar analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) para el control del dolor.
Si la luxación es abierta o irreductible, o si hay fracturas complejas, se requiere intervención quirúrgica urgente. En el caso de luxaciones cerradas reducidas con éxito, el paciente debe ser remitido a ortopedia para una evaluación más completa y la planificación de un manejo definitivo.
Tratamiento Definitivo
El tratamiento definitivo depende de la gravedad de la luxación y de la presencia o ausencia de fracturas asociadas:
Luxaciones simples sin fractura: Tras la reducción exitosa, se inmoviliza el tobillo con una férula o yeso durante 4 a 6 semanas para permitir que los ligamentos dañados cicatricen. El paciente debe evitar cargar peso sobre la extremidad durante este periodo. Posteriormente, se inicia fisioterapia para restaurar la movilidad, la fuerza y la estabilidad del tobillo.
Luxaciones con fracturas asociadas: Estas requieren tratamiento quirúrgico, generalmente con reducción abierta y fijación interna (RAFI), para reparar las fracturas y estabilizar la articulación. Después de la cirugía, se sigue un periodo de inmovilización, seguido de fisioterapia.
Luxaciones irreductibles o abiertas: Requieren intervención quirúrgica de urgencia. Las luxaciones abiertas también requieren desbridamiento y profilaxis antibiótica para prevenir infecciones.
Rehabilitación
Tras el periodo de inmovilización, la rehabilitación incluye ejercicios de fortalecimiento muscular, restauración de la movilidad articular y mejora del equilibrio. La fisioterapia es crucial para prevenir la rigidez y mejorar la función del tobillo.
Con un tratamiento adecuado, la mayoría de las luxaciones de tobillo pueden recuperar una buena funcionalidad, aunque existe el riesgo de complicaciones como la inestabilidad crónica del tobillo o artrosis postraumática, especialmente si hay fracturas asociadas o lesiones ligamentarias graves.
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