MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La hepatitis B es una enfermedad infecciosa causada por el virus de la hepatitis B (VHB) que afecta al hígado. Esta infección puede ser aguda o crónica, y representa un importante problema de salud pública a nivel mundial[1][2].
Síntomas
Los síntomas de la hepatitis B pueden variar desde leves hasta severos. En muchos casos, especialmente en niños pequeños, la infección puede ser asintomática. Sin embargo, cuando se presentan, los síntomas más comunes incluyen:
Fatiga
Fiebre
Náuseas y vómitos
Dolor abdominal
Pérdida de apetito
Ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos)
Orina oscura
Heces de color gris o arcilla
Dolor en las articulaciones[1][4]
Estos síntomas suelen aparecer entre 6 semanas y 6 meses después de la exposición al virus, aunque generalmente se manifiestan dentro de los 4 meses[1].
Signos Clínicos
Los signos clínicos de la hepatitis B pueden incluir:
Ictericia visible en la piel y esclerótica.
Hepatomegalia (agrandamiento del hígado)
Esplenomegalia (agrandamiento del bazo)
Eritema palmar
Angiomas de araña
Ascitis (en casos avanzados)
Edema periférico[3]
Es importante destacar que en la mayoría de los pacientes con hepatitis B crónica, el examen físico puede ser normal[3].
Exploración
La exploración física inicial debe enfocarse en buscar signos de enfermedad hepática crónica o avanzada. El médico debe:
Evaluar la presencia de ictericia en piel y esclerótica
Palpar el abdomen para detectar hepatomegalia o esplenomegalia
Buscar signos de hipertensión portal como ascitis o circulación colateral
Examinar la piel en busca de eritema palmar o angiomas araña.
Evaluar el estado neurológico para descartar encefalopatía hepática[3]
Pruebas Diagnósticas
El diagnóstico de la hepatitis B se basa principalmente en pruebas de laboratorio:
Análisis de sangre:
HBsAg (antígeno de superficie de la hepatitis B)
Anti-HBc (anticuerpo contra el antígeno del núcleo)
Anti-HBs (anticuerpo contra el antígeno de superficie)
HBeAg y anti-HBe
ADN del VHB
Pruebas de función hepática:
ALT y AST (transaminasas)
Bilirrubina
Albúmina
Tiempo de protrombina
Estudios de imagen:
Ecografía abdominal
Elastografía transitoria (FibroScan)
Biopsia hepática (en casos seleccionados)[2][4][6]
Manejo de emergencias
En el contexto de emergencias, el manejo de la hepatitis B se centra principalmente en:
Evaluación rápida de la gravedad de la enfermedad, especialmente en casos de hepatitis aguda fulminante.
Monitorización de signos vitales y estado neurológico.
Realización de pruebas de laboratorio urgentes, incluyendo función hepática, coagulación y niveles de amonio.
Inicio de medidas de soporte, como hidratación y corrección de alteraciones electrolíticas.
En casos de hepatitis B aguda grave, considere el inicio de terapia antiviral.
Evaluación de la necesidad de trasplante hepático en casos de insuficiencia hepática fulminante.
Implementación de medidas de prevención de transmisión, incluyendo aislamiento y uso de precauciones estándar[1][5].
La hepatitis B es una enfermedad compleja que requiere un enfoque multidisciplinario para su diagnóstico y manejo. El reconocimiento temprano de los síntomas y signos, junto con un diagnóstico preciso mediante pruebas de laboratorio, es crucial para proporcionar un tratamiento adecuado y prevenir complicaciones a largo plazo.
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