MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
Varicela zoster: Un análisis exhaustivo
La varicela zoster es una enfermedad infecciosa altamente contagiosa causada por el virus varicela-zoster (VVZ), también conocido como herpesvirus humano tipo 3. Esta infección sistémica aguda afecta principalmente a niños, aunque puede presentarse en cualquier edad[1][2].
Síntomas
Los síntomas de la varicela suelen aparecer entre 7 y 21 días después de la exposición al virus. Los pacientes pueden experimentar:
Dolor de cabeza leve
Fiebre moderada (38-39°C)
General de Malestar
Incompetencia
Fatiga
Dolor abdominal[1][3][4]
Es importante destacar que los síntomas en adultos tienden a ser más graves que en niños[3].
Signos clínicos
El signo clínico más característico de la varicela es la erupción cutánea, que se desarrolla en varias etapas:
Máculas: Pequeñas manchas rojas planas que aparecen primero en el tronco y la cara, extendiéndose luego a brazos y piernas.
Pápulas: Las máculas se elevan formando pápulas en 6-8 horas.
Vesículas: Se forman ampollas claras y pruriginosas sobre una base eritematosa.
Costras: Las vesículas se rompen y forman costras[1][2][3].
Una característica distintiva es que las lesiones se desarrollan en brotes sucesivos, presentando diferentes etapas simultáneamente, lo que se conoce como patrón de “cielo estrellado”[1][5].
Exploración
Durante la exploración física, el médico observará:
Erupción cutánea en diferentes etapas de desarrollo.
Lesiones en mucosas (bucofaringe, vías respiratorias superiores, conjuntiva palpebral, recto y vagina)
Posible presencia de fiebre.
Estado general del paciente[1][2]
Es crucial evaluar la extensión de la erupción y buscar signos de complicaciones, como sobreinfección bacteriana de las lesiones[5].
Pruebas diagnósticas
Aunque el diagnóstico de la varicela es principalmente clínico, en casos dudosos o en pacientes inmunocomprometidos, se pueden realizar las siguientes pruebas:
Reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para detectar ADN viral.
Detección de antígeno viral por inmunofluorescencia en lesiones.
Pruebas serológicas (IgM e IgG anti-VVZ)
Cultivo viral
Frotis de Tzanck[1][4][6]
La PCR y la detección de antígenos son métodos rápidos y sensibles. Las pruebas serológicas pueden confirmar una infección aguda mediante la detección de anticuerpos IgM o seroconversión[1].
Manejo de emergencias
El manejo de la varicela en emergencias se centra principalmente en el tratamiento sintomático y la prevención de complicaciones:
Antihistamínicos sedantes para aliviar el prurito y evitar el rascado.
Antitérmicos como paracetamol para controlar la fiebre (evitar aspirina e ibuprofeno)
Mantener una hidratación adecuada.
En casos graves o pacientes de alto riesgo, considere el uso de antivirales como aciclovir, valaciclovir o famciclovir[1][5]
Es crucial iniciar el tratamiento antiviral dentro de las primeras 24 horas después del inicio de la erupción para maximizar su eficacia[5].
La varicela zóster es una enfermedad altamente contagiosa con manifestaciones clínicas características. Aunque generalmente benigna en niños sanos, puede presentar complicaciones graves en ciertos grupos de riesgo. El diagnóstico precoz y el manejo adecuado son fundamentales para prevenir complicaciones y reducir la transmisión del virus.
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