MANUAL DE MEDICINA DE EMERGENCIAS 2025
La tuberculosis (TB) es una enfermedad infecciosa causada por el complejo Mycobacterium tuberculosis, que afecta principalmente a los pulmones, aunque puede comprometer otros órganos. A continuación, se presenta un análisis detallado de los aspectos clave de esta patología.
Síntomas
Los síntomas de la tuberculosis pueden variar según la localización y la gravedad de la infección. En la tuberculosis pulmonar, los síntomas más comunes incluyen:
Tos persistente por más de 3 semanas, inicialmente seca y luego productiva[1][5]
Expectoración, que puede contener sangre (hemoptisis)[1][5]
Dolor torácico[1][5]
Fiebre, generalmente vespertina[10]
Sudoración nocturna[1][5]
Pérdida de peso y apetito[1][5]
Fatiga y debilidad general[1][5]
Es importante destacar que en algunos casos, especialmente en ancianos o pacientes inmunocomprometidos, la presentación puede ser atípica o incluso asintomática[8].
Signos clínicos
Los signos clínicos de la tuberculosis pueden ser sutiles en etapas tempranas de la enfermedad. Algunos de los signos más relevantes incluyen:
Fiebre, que puede alcanzar los 39°C[10]
Taquipnea y disnea en casos avanzados[10]
Caquexia y pérdida de masa muscular en casos crónicos[1]
Linfadenopatías, especialmente cervicales, en casos de tuberculosis extrapulmonar[5]
Signos de derrame pleural, como matidez a la percusión y disminución del murmullo vesicular[10]
Exploración
La exploración física en pacientes con sospecha de tuberculosis debe ser minuciosa e incluir:
Evaluación del estado general y signos vitales[3]
Auscultación pulmonar: puede revelar estertores crepitantes, roncus o sibilancias localizadas[10]
Palpación de ganglios linfáticos, especialmente cervicales y supraclaviculares[5]
Exploración de otros órganos según la sospecha de afectación extrapulmonar[3]
Es importante recordar que la exploración física puede ser normal en etapas iniciales de la enfermedad[10].
Pruebas diagnósticas
El diagnóstico de la tuberculosis se basa en una combinación de hallazgos clínicos, radiológicos y microbiológicos. Las principales pruebas diagnósticas incluyen:
Prueba cutánea de tuberculina (PPD) o pruebas de liberación de interferón gamma (IGRA)[5]
Radiografía de tórax: puede mostrar infiltrados, cavitaciones o adenopatías hiliares[5]
Baciloscopia de esputo: tinción de Ziehl-Neelsen para detectar bacilos ácido-alcohol resistentes (BAAR)[3]
Cultivo de esputo en medio de Löwenstein-Jensen[3]
Pruebas moleculares como GeneXpert MTB/RIF para detección rápida y resistencia a rifampicina[6]
Tomografía computarizada (TC) de tórax en casos seleccionados[5]
Pruebas adicionales según sospecha de afectación extrapulmonar (análisis de líquido pleural, LCR, etc.)[3]
Manejo de emergencias
El manejo inicial de un paciente con sospecha de tuberculosis en el servicio de urgencias debe incluir:
Aislamiento respiratorio del paciente para prevenir la transmisión[3]
Evaluación de la estabilidad hemodinámica y respiratoria[3]
Realización de pruebas diagnósticas urgentes: radiografía de tórax, baciloscopia de esputo[3]
Tratamiento sintomático según necesidad (oxigenoterapia, analgesia)[3]
Inicio de tratamiento empírico en casos graves o con alta sospecha, previa toma de muestras[3]
Evaluación de comorbilidades y factores de riesgo (VIH, diabetes, etc.)[3]
Decisión sobre ingreso hospitalario o manejo ambulatorio según criterios clínicos y sociales[3]
El diagnóstico y manejo oportuno de la tuberculosis requiere un alto índice de sospecha, especialmente en grupos de riesgo. La combinación de una anamnesis detallada, exploración física cuidadosa y pruebas diagnósticas apropiadas es fundamental para el control de esta enfermedad que sigue siendo un importante problema de salud pública a nivel mundial.
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