MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
El Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM) es una cepa bacteriana que ha desarrollado resistencia a múltiples antibióticos, convirtiéndose en un importante problema de salud pública. Esta bacteria se caracteriza por su capacidad para evadir el tratamiento con antibióticos betalactámicos, incluyendo la meticilina y otros antibióticos relacionados[1].
El SARM puede causar infecciones graves, especialmente en entornos hospitalarios y en individuos con sistemas inmunológicos comprometidos.
Síntomas
Los síntomas de una infección por SARM pueden variar dependiendo del sitio de infección y la gravedad. En general, los pacientes pueden experimentar:
Fiebre y escalofríos
Fatiga y malestar general
Dolor localizado en el área infectada
Enrojecimiento e inflamación de la piel afectada.
Presencia de pus o secreciones en las lesiones cutáneas[2]
En casos más graves, como en infecciones sistémicas, los pacientes pueden presentar síntomas adicionales como dificultad respiratoria, taquicardia y confusión.
Signos clínicos
Los signos clínicos de una infección por SARM pueden incluir:
Lesiones cutáneas que aparecen como bultos rojos, calientes y dolorosos.
Abscesos o forúnculos que pueden parecer picaduras de araña
Celulitis o infección del tejido subcutáneo
En casos de neumonía: tos, sibilancias y dificultad para respirar
En casos de bacteriemia: fiebre alta, escalofríos y respiración rápida[2]
Exploración
Durante la exploración física, el médico buscará:
Lesiones cutáneas sospechosas, como abscesos o celulitis.
Signos de infección sistémica, como fiebre o taquicardia
Evidencia de complicaciones, como infección de heridas quirúrgicas o neumonía.
Evaluación de factores de riesgo, como hospitalizaciones recientes o uso de dispositivos médicos invasivos[1][4]
Pruebas diagnósticas
El diagnóstico definitivo de SARM requiere pruebas de laboratorio específicas:
Cultivo bacteriano: Se toman muestras de la lesión, sangre u otros fluidos corporales para cultivar y aislar la bacteria.
Pruebas de sensibilidad a antibióticos: Se realizan para determinar la resistencia a la meticilina y otros antibióticos.
Detección del gen mecA: Este gen es responsable de la resistencia a la meticilina. Su presencia confirma el diagnóstico de SARM.
Pruebas rápidas: Existen pruebas que detectan el gen mecA o la proteína PBP2a en pocas horas, permitiendo un diagnóstico más rápido[1][3].
Técnicas moleculares: Como la PCR, para identificar cepas específicas de SARM y realizar estudios epidemiológicos[3].
Manejo de emergencias
El manejo de pacientes con sospecha o confirmación de SARM en el servicio de emergencias requiere un enfoque rápido y efectivo:
Aislamiento: Los pacientes deben ser aislados para prevenir la transmisión a otros pacientes y al personal sanitario.
Tratamiento empírico: Se inicia terapia antibiótica de amplio espectro que cubre SARM, como vancomicina o linezolid, mientras se esperan los resultados de los cultivos.
Drenaje de abscesos: En caso de infecciones cutáneas, se debe realizar el drenaje quirúrgico de los abscesos cuando sea necesario.
Manejo de complicaciones: En casos graves, como sepsis o neumonía, se debe proporcionar soporte vital y monitorización intensiva.
Prevención de la transmisión: Implementar medidas de control de infecciones, incluyendo el uso de equipo de protección personal por parte del personal sanitario[4][5].
Educación del paciente: Informar sobre la importancia de completar el tratamiento antibiótico y las medidas de higiene para prevenir la propagación.
El SARM representa un desafío significativo en la práctica médica actual. Su manejo requiere un enfoque multidisciplinario, que incluye diagnóstico preciso, tratamiento adecuado y medidas de prevención efectivas. La vigilancia continua y la investigación son fundamentales para controlar la propagación de esta bacteria resistente y desarrollar nuevas estrategias terapéuticas.
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