GUIAS CLINICAS 2024
La sepsis es una condición médica grave que se produce cuando el cuerpo responde de manera desregulada a una infección, lo que puede llevar a daño tisular, insuficiencia orgánica y, en casos severos, la muerte. Reconocer los signos y síntomas de la sepsis de manera temprana es crucial para iniciar un tratamiento inmediato y mejorar las posibilidades de supervivencia.
Cuándo Sospechar de Sepsis
Síntomas Comunes
Los síntomas de la SEPSIS pueden variar, pero algunos de los más comunes incluyen:
Fiebre alta o hipotermia: Temperatura corporal mayor de 38°C o menor de 36°C.
Frecuencia cardíaca elevada: Más de 90 latidos por minuto.
Frecuencia respiratoria rápida: Más de 20 respiraciones por minuto.
Confusión o desorientación: Cambios en el estado mental, que pueden incluir confusión extrema o somnolencia.
Dolor o malestar extremo: Dolor generalizado o malestar significativo.
Sudoración y piel húmeda: Sudoración sin motivo aparente y piel húmeda.
Escalofríos: Sensación de frío intenso acompañada de temblores.
Síntomas de Sepsis Grave y Choque Séptico
La sepsis puede progresar a sepsis grave y choque séptico, que presentan síntomas adicionales
Sepsis Grave:
Disfunción orgánica: Signos de fallo en uno o más órganos, como dificultad para respirar, reducción en la producción de orina, manchas de decoloración en la piel, y problemas cardíacos.
Trombocitopenia: Disminución en el número de plaquetas.
Hipotensión: Presión arterial baja que puede corregirse con líquidos intravenosos.
Choque Séptico:
Hipotensión severa: Presión arterial extremadamente baja que no responde adecuadamente a la administración de líquidos y requiere tratamiento urgente con vasopresores.
Insuficiencia multiorgánica: Fallo de múltiples órganos que puede llevar a la muerte si no se trata de inmediato.
Diagnóstico
El diagnóstico de sepsis se basa en:
Evaluación clínica: Historia clínica y examen físico detallado[2][4].
Pruebas de laboratorio: Hemocultivos, urocultivos, análisis de sangre para detectar niveles elevados de lactato y procalcitonina, entre otros[2][4].
Pruebas de imagen: Radiografías, tomografías computarizadas o resonancias magnéticas para localizar la infección[4].
Tratamiento
El tratamiento temprano es esencial e incluye:
Antibióticos de amplio espectro: Administrados lo antes posible[2][5].
Líquidos intravenosos: Para mantener la presión arterial y la perfusión de órganos[2][5].
Control de la fuente de infección: Puede incluir cirugía para eliminar el tejido infectado[4][5].
Soporte vital: En casos graves, puede ser necesario el uso de vasopresores, diálisis renal o ventilación mecánica[2][5].
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