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Sangrado vaginal en el Embarazo posterior

Actualizado: 12 dic 2024

MANUAL DE EMERGENCIAS 2025



El sangrado vaginal durante el embarazo es una complicación relativamente frecuente que puede ocurrir en cualquier etapa de la gestación. Entre el 20% y el 30% de las embarazadas experimenta algún tipo de sangrado vaginal durante las primeras 20 semanas, mientras que hasta un 10% lo presenta durante el tercer trimestre[3][4]. Aunque no siempre indica un problema grave, el sangrado vaginal puede ser una señal de complicaciones potenciales serias para la madre y el feto, por lo que requiere una evaluación médica inmediata.


Síntomas


Los síntomas asociados al sangrado vaginal en el embarazo pueden variar dependiendo de la causa subyacente y la etapa de la gestación. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:


  • Manchado o sangrado leve de color rosado o marrón

  • Sangrado abundante de color rojo brillante

  • Dolor abdominal o pélvico, que puede ser similar a los cólicos menstruales.

  • Contracciones uterinas

  • Dolor de espalda

  • Mareos o debilidad[3][5]


Es importante destacar que la intensidad y duración del sangrado pueden variar significativamente entre los pacientes.


Signos clínicos


Los signos clínicos que el médico personal debe evaluar en una paciente con sangrado vaginal durante el embarazo incluyen:


  • Signos vitales alterados (presión arterial baja, frecuencia cardíaca elevada)

  • Palidez de piel y mucosas

  • Útero tenso y doloroso a la palpación

  • Ausencia de latidos cardíacos fetales o frecuencia cardíaca fetal anormal

  • Cambios en el tono muscular uterino[2][7]


La presencia de estos signos puede indicar complicaciones graves como desprendimiento prematuro de placenta, placenta previa o rotura uterina.


Exploración


La exploración de una paciente con sangrado vaginal en el embarazo debe ser cuidadosa y sistemática:


  1. Evaluación del estado general y signos vitales del paciente.

  2. Palpación abdominal para determinar altura uterina, tono y posición fetal.

  3. Auscultación de latidos cardíacos fetales.

  4. Exploración visual de genitales externos para evaluar la cantidad y características del sangrado.

  5. Examen con espejo para visualizar el cuello uterino y la vagina[1][7]


Es crucial destacar que el tacto vaginal debe evitarse hasta descartar una placenta previa mediante ecografía, ya que podría exacerbar el sangrado[2].


Pruebas diagnósticas


Las pruebas diagnósticas fundamentales para evaluar el sangrado vaginal en el embarazo incluyen:


  1. Ecografía obstétrica: para determinar la localización placentaria, viabilidad fetal y posibles causas del sangrado.

  2. Análisis de sangre: hemograma completo, pruebas de coagulación y grupo sanguíneo y factor Rh.

  3. Monitorización fetal: para evaluar el bienestar del feto

  4. Pruebas de laboratorio adicionales: según la sospecha clínica (por ejemplo, pruebas de función hepática y renal)[5][8]


En algunos casos, puede ser necesario realizar pruebas más específicas como amniocentesis o resonancia magnética.


Manejo de emergencias


El manejo de una paciente con sangrado vaginal en el embarazo en el servicio de emergencias debe seguir un protocolo establecido:


  1. Evaluación rápida del estado hemodinámico del paciente y estabilización si es necesario

  2. Canalización de vía venosa de gran calibre y extracción de muestras para análisis.

  3. Monitorización continua de signos vitales maternos y frecuencia cardiaca fetal

  4. Realización de ecografía obstétrica urgente para determinar la causa del sangrado.

  5. Administración de líquidos intravenosos y/o hemoderivados si hay signos de hipovolemia

  6. Administración de inmunoglobulina anti-D en pacientes Rh negativos

  7. Tratamiento específico según la causa identificada (por ejemplo, tocólisis en caso de amenaza de parto prematuro, cesárea urgente en placenta previa sangrante)[1][5][7]


Es fundamental que el equipo médico esté preparado para una posible intervención quirúrgica de emergencia si la situación lo requiere.


En conclusión, el sangrado vaginal en el embarazo posterior es una complicación que requiere una evaluación y manejo cuidadoso. La rápida identificación de la causa subyacente y la implementación de un tratamiento adecuado son cruciales para minimizar los riesgos tanto para la madre como para el feto.


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