Rabia
- EmergenciasUNO
- 29 nov 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 dic 2024
MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La rabia es una enfermedad viral zoonótica que afecta el sistema nervioso central, causada por un virus del género Lyssavirus. Esta enfermedad, si no se trata a tiempo, es casi siempre fatal. A continuación, se presenta un análisis detallado de los aspectos más relevantes de la rabia.
Síntomas
Los síntomas iniciales de la rabia son inespecíficos y pueden confundirse con los de una gripe común. Estos incluyen:
Fiebre
Dolor de cabeza
General de Malestar
Debilidad
Ansiedad
Confusión
A medida que la enfermedad progresa, pueden aparecer síntomas más característicos como:
Insomnio
Agitación
Comportamiento extraño o bizarro
Alucinaciones
Hidrofobia (miedo al agua)
Aerofobia (miedo a las corrientes de aire)
Salivación excesiva[1][2]
Signos clínicos
La rabia puede manifestarse en dos formas clínicas principales:
Rabia furiosa (80% de los casos):
Hiperactividad
Excitación extrema
Hidrofobia
Aerofobia
Espasmos musculares
Convulsiones
Rabia paralítica (20% de los casos):
Parálisis gradual de los músculos.
Debilidad progresiva
Coma[3][4]
En ambos casos, la enfermedad suele progresar rápidamente hacia el coma y la muerte por insuficiencia cardiorrespiratoria en un plazo de 2 a 10 días desde el inicio de los síntomas[3].
Exploración
La exploración física en pacientes con sospecha de rabia debe incluir:
Evaluación neurológica completa
Búsqueda de signos de mordeduras o arañazos de animales
Evaluación del estado mental y comportamiento
Examen de la función motora y sensorial.
Evaluación de los reflejos, especialmente los faríngeos y laríngeos[4]
Es importante tener en cuenta que los hallazgos pueden ser normales en las etapas iniciales de la enfermedad.
Pruebas diagnósticas
El diagnostico definitivo de la rabia se basa en pruebas de laboratorio. Las principales pruebas diagnósticas incluyen:
Biopsia de piel de la nuca con prueba de anticuerpos fluorescentes directos: Es la prueba de elección.
PCR (reacción en cadena de la polimerasa) de líquido cefalorraquídeo, saliva o tejido.
Detección de anticuerpos contra la rabia en suero y líquido cefalorraquídeo.
Neuroimagen (TC o RM): Puede ser normal o mostrar cambios inespecíficos[4][5].
Manejo de emergencias
El manejo de la rabia en emergencias se centra en la prevención post-exposición, ya que una vez que aparecen los síntomas, la enfermedad es casi siempre fatal. El protocolo de manejo incluye:
Limpieza inmediata y exhaustiva de la herida con agua y jabón durante al menos 15 minutos.
Aplicación de un antiséptico como cloruro de benzalconio.
Administración de inmunoglobulina antirrábica humana (HRIG) en y alrededor de la herida.
Inicio de la serie de vacunación antirrábica: Se administran 4 dosis los días 0, 3, 7 y 14 post-exposición.
En pacientes inmunocomprometidos, se administra una dosis adicional el día 28.
Profilaxis antibiótica y antitetánica según sea necesario[1][6].
Es crucial iniciar este tratamiento lo antes posible después de la exposición, idealmente dentro de las primeras 24 horas.
La rabia es una enfermedad grave que requiere un alto índice de sospecha y un manejo rápido y adecuado. La prevención mediante la vacunación de animales domésticos y la profilaxis post-exposición en humanos son las estrategias más efectivas para combatir esta enfermedad potencialmente mortal.
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