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Psoriasis


MANUAL DE EMERGENCIAS 2024



Manejo de la Psoriasis


El manejo de la psoriasis depende de la gravedad, el tipo de psoriasis, el impacto en la calidad de vida del paciente y la presencia de comorbilidades. Los enfoques de tratamiento incluyen:


  1. Tratamientos tópicos: Son la primera línea en psoriasis leve a moderada.


    • Emolientes: Ayudan a suavizar las placas y a reducir la sequedad y descamación.


    • Corticosteroides tópicos: Se usan en áreas localizadas y en cursos cortos, variando la potencia según la gravedad y la ubicación de las lesiones. Ointments son preferibles en áreas gruesas o con mucha escama, mientras que cremas y lociones se utilizan en zonas más delicadas o con menos escama.


    • Análogos de vitamina D: Como el calcipotriol, que se puede combinar con corticosteroides para mayor eficacia.


    • Alquitrán de hulla y ácido salicílico: Se usan para suavizar la piel y eliminar escamas en zonas como el cuero cabelludo.


    • Inhibidores de calcineurina: Como el tacrolimus o pimecrolimus, utilizados en áreas sensibles como la cara o los pliegues cutáneos.


  2. Fototerapia: Utilizada en psoriasis moderada a grave o cuando los tratamientos tópicos no son efectivos. La UVB de banda estrecha es la opción preferida, y la PUVA (psoralenos + UVA) se reserva para casos más graves o resistentes. La fototerapia se administra bajo supervisión médica y puede requerir varias sesiones semanales.


  3. Terapia sistémica: Indicada en casos de psoriasis extensa, refractaria o que afecta significativamente la calidad de vida.


    • Metotrexato: Inmunosupresor que puede ser efectivo para reducir la inflamación y la proliferación celular en la piel y las articulaciones.


    • Ciclosporina: Usada en casos graves por su potente acción inmunosupresora, aunque de uso limitado por sus efectos secundarios.


    • Retinoides orales: Como la acitretina, especialmente útil en psoriasis pustulosa o eritrodérmica.


    • Biológicos: Fármacos dirigidos a moléculas específicas del sistema inmunológico, como los inhibidores de TNF-α (adalimumab, infliximab) o los inhibidores de interleucinas (IL-12/23, IL-17, IL-23). Estos tratamientos se reservan para psoriasis grave o resistente.


  4. Modificaciones del estilo de vida:


    • Cese del tabaco: Es crucial ya que fumar está asociado con un mayor riesgo de exacerbaciones, especialmente en psoriasis pustulosa.


    • Reducción del consumo de alcohol: El alcohol puede agravar los síntomas y aumentar el riesgo de complicaciones.


    • Control del peso: La obesidad está asociada con mayor severidad de la psoriasis, por lo que la pérdida de peso puede mejorar el control de la enfermedad.


    • Manejo del estrés: Es importante ya que el estrés es un desencadenante común de los brotes de psoriasis.


  5. Manejo de comorbilidades: Las personas con psoriasis, especialmente si es grave, tienen mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2, hipertensión, dislipidemia y síndrome metabólico. Por tanto, es esencial evaluar y manejar estos factores de riesgo, además de realizar evaluaciones cardiovasculares regulares.


  6. Salud mental: Los pacientes con psoriasis pueden experimentar depresión, ansiedad y baja autoestima debido al impacto de la enfermedad en su vida diaria. Es importante proporcionar apoyo psicológico y, cuando sea necesario, tratamiento para los trastornos del estado de ánimo.


  7. Monitoreo y seguimiento: Se debe realizar un seguimiento regular del paciente para evaluar la respuesta al tratamiento, ajustar las terapias si es necesario y detectar posibles efectos secundarios, especialmente en aquellos en tratamiento sistémico o con biológicos.


Diagnóstico


El diagnóstico de psoriasis es principalmente clínico y se basa en la observación de las características típicas de las lesiones cutáneas.


  1. Historia clínica:


    • Ubicación y extensión de las lesiones: La psoriasis afecta comúnmente las superficies extensoras (codos, rodillas), cuero cabelludo, zona lumbar, pliegues y el área genital. También puede involucrar las uñas (onicólisis, pitting) y las articulaciones.


    • Síntomas: Picor, irritación, dolor, descamación y engrosamiento de la piel son comunes. En casos más graves, puede haber fisuras y sangrado.


    • Patrón de brotes: La psoriasis suele seguir un curso crónico con brotes intermitentes y períodos de remisión.


    • Factores desencadenantes: Infecciones (estreptococo en psoriasis guttata), trauma cutáneo (fenómeno de Koebner), estrés, consumo de alcohol, tabaco, ciertos medicamentos como betabloqueantes, litio o la retirada brusca de corticosteroides.


    • Antecedentes familiares: Existe una fuerte predisposición genética en la psoriasis, con hasta el 40-50% de los pacientes reportando antecedentes familiares.


  2. Examen físico:


    • Lesiones cutáneas: Placas eritematosas bien delimitadas, cubiertas por escamas plateadas o blancas. El signo de Auspitz, donde al raspar una placa aparece sangrado puntiforme, es característico.


    • Signo de Koebner: Aparición de lesiones psoriásicas en áreas de traumatismo cutáneo.


    • Involucramiento ungueal: La psoriasis puede causar cambios en las uñas, como pitting (pequeñas depresiones), onicólisis (desprendimiento de la uña), o decoloración amarillenta conocida como “mancha de aceite”.


    • Evaluación de articulaciones: Para detectar artritis psoriásica, es importante preguntar por dolor, hinchazón o rigidez articular, especialmente en los dedos y columna.


  3. Diagnóstico clínico: En la mayoría de los casos, el diagnóstico se hace basado en los hallazgos clínicos, y no suelen requerirse pruebas adicionales. Sin embargo, en casos atípicos o cuando se sospecha otra condición, puede realizarse una biopsia cutánea.


  4. Herramientas de evaluación: Se pueden usar escalas como el Índice de Severidad del Área de Psoriasis (PASI) para medir la extensión y severidad de la psoriasis, y herramientas como el Índice de Calidad de Vida Dermatológica (DLQI) para evaluar el impacto en la vida diaria.


Diagnóstico Diferencial


La psoriasis puede compartir características con otras enfermedades cutáneas. Entre los diagnósticos diferenciales más comunes están:


  1. Dermatitis seborreica: Lesiones escamosas y eritematosas mal delimitadas, especialmente en el cuero cabelludo y la cara.


  2. Infecciones fúngicas: Las infecciones micóticas como la tiña pueden parecerse a la psoriasis, pero suelen tener bordes más activos y aclaramiento central.


  3. Eccema o dermatitis atópica: Las lesiones de eccema tienden a ser menos bien delimitadas que las de la psoriasis y pueden afectar las superficies flexoras en lugar de las extensoras.


  4. Lupus eritematoso discoide: Placas fotosensibles que pueden dejar cicatrices, más común en áreas expuestas al sol.


  5. Liquen plano: Afecta la piel y las mucosas con pápulas pruriginosas planas y brillantes de color púrpura.


  6. Dermatitis de contacto: Suele presentar eritema y vesículas en áreas de contacto con alérgenos o irritantes.


  7. Pitiriasis rosada: Lesiones en forma de medallón que se presentan como parches escamosos de color rosa en el tronco.


  8. Sífilis secundaria: Puede causar lesiones cutáneas que se parecen a la psoriasis, especialmente en palmas y plantas.


Definición


La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica y sistémica, mediada por el sistema inmunológico, que afecta principalmente la piel, pero también puede comprometer las uñas y las articulaciones (artritis psoriásica).


Se caracteriza por la presencia de placas eritematosas bien delimitadas, cubiertas por escamas plateadas o blancas, que suelen afectar las superficies extensoras, el cuero cabelludo y otras áreas del cuerpo.


Tiene un curso de brotes y remisiones y puede estar desencadenada por diversos factores como infecciones, estrés, trauma o ciertos medicamentos. Además, está asociada con un mayor riesgo de enfermedades sistémicas, como el síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares y trastornos psicológicos como la depresión y la ansiedad.

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