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Prurito vulvar

Actualizado: 12 dic 2024

MANUAL DE EMERGENCIAS 2025



El prurito vulvar es una condición frecuente que afecta significativamente la calidad de vida de las mujeres. Se define como una sensación desagradable que provoca el deseo de rascarse la zona vulvar[4]. Este síntoma puede ser agudo o crónico, y su etiología es diversa, a abarcar desde infecciones hasta enfermedades dermatológicas y sistémicas[1][4].


Síntomas


El principal síntoma es el prurito o picazón en la región vulvar. Otros síntomas asociados incluyen:


  • Ardor o sensación de quemazón.

  • Dolor o molestia en la zona genital.

  • Dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales)

  • Disuria (dolor o ardor al orinar)

  • Sensación de irritación vulvar[1][4][6]



Es importante destacar que la intensidad y duración de los síntomas pueden variar significativamente entre los pacientes.


Signos clínicos


La exploración física puede revelar diversos signos clínicos, dependiendo de la causa subyacente:


  • Eritema vulvar

  • Edema de la piel y las mucosas

  • Excoriaciones por rascado

  • Liquenificación en casos crónico

  • Cambios en la coloración de la piel vulvar (hiper o hipopigmentación)

  • Presencia de lesiones específicas (vesículas, pápulas, úlceras)[1][4][5]


En casos de infección, puede observarse un aumento en la secreción vaginal con características variables según el agente etiológico[2][7].


Exploración


La exploración física debe ser minuciosa e incluir:


  1. Inspección visual de la vulva, periné y región perianal.

  2. Palpación de la zona para detectar masas o cambios en la textura de la piel.

  3. Examen con espéculo para evaluar las paredes vaginales y el cérvix.

  4. Exploración bimanual para descartar patología pélvica asociada[3][5]


Es fundamental realizar la exploración de manera cuidadosa y empática, considerando la sensibilidad de la zona y el posible malestar del paciente.


Pruebas diagnósticas


Las pruebas diagnósticas se seleccionan según la sospecha clínica:


  • Medición del pH vaginal

  • Examen microscópico al fresco de la secreción vaginal.

  • Prueba de aminas (prueba de KOH al 10%)

  • Cultivos vaginales para hongos y bacterias.

  • Pruebas de detección de infecciones de transmisión sexual.

  • Biopsia de piel vulvar en casos de lesiones sospechosas o prurito crónico sin causa aparente[1][3][7]


En algunos casos, pueden ser necesarias pruebas adicionales para descartar enfermedades sistémicas asociadas al prurito vulvar.


Manejo de emergencias


El abordaje del prurito vulvar en el servicio de emergencias debe ser sistemático:


  1. Anamnesis detallada, incluyendo duración de los síntomas, factores desencadenantes y tratamientos previos.

  2. Exploración física completa

  3. Realización de pruebas diagnósticas básicas (pH vaginal, examen en fresco)

  4. Tratamiento sintomático inicial:


    • Medidas higiénicas: evitar irritantes y usar ropa interior de algodón

    • Aplicación de compresas frías para aliviar el prurito.

    • Prescripción de antihistamínicos orales si el prurito es intenso


  5. Tratamiento específico según la causa sospechada:


    • Antifúngicos tópicos o sistémicos en caso de candidiasis.

    • Antibióticos en caso de vaginosis bacteriana o tricomoniasis

    • Corticoides tópicos de baja potencia en casos de dermatitis[1][3][5]


Es crucial proporcionar información clara al paciente sobre el manejo domiciliario y los signos de alarma que requieren nueva evaluación médica.


El prurito vulvar representa un desafío diagnóstico y terapéutico que requiere un enfoque multidisciplinario. La correcta identificación de la causa subyacente es fundamental para establecer un tratamiento efectivo y mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados.


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