MANUAL DE EMERGENCIAS 2024
Manejo de Prurito generalizado (picor generalizado)
Tratamiento de la causa subyacente:
Identificación de la causa: Si el prurito generalizado es causado por una enfermedad subyacente, como insuficiencia renal, enfermedad hepática o infestaciones como la sarna, el tratamiento debe centrarse en la gestión de esa condición.
Evaluación y tratamiento de factores emocionales: Tratar cualquier afección psicológica asociada, como ansiedad, depresión o estrés, que pueda estar exacerbando el prurito.
Manejo de lesiones cutáneas secundarias: Si hay lesiones cutáneas causadas por el rascado excesivo, como excoriaciones, infecciones secundarias o cicatrices, deben ser tratadas adecuadamente.
Consejos de autocuidado:
Higiene de la piel:
Recomendar el uso de emolientes como sustituto del jabón y para hidratar la piel. Los emolientes ayudan a reducir la sequedad cutánea, que es una causa frecuente de prurito.
Considerar el uso de un emoliente con un ingrediente activo, como mentol al 0.5% o 1%, para proporcionar alivio adicional del prurito.
Evitar factores agravantes: Los pacientes deben evitar duchas o baños calientes, ya que esto puede empeorar el prurito. También se recomienda evitar la exposición a sustancias irritantes como detergentes fuertes.
Cuidado de las uñas: Mantener las uñas cortas para evitar daños adicionales a la piel al rascarse.
Tratamientos farmacológicos:
Antihistamínicos no sedantes:
Medicamentos como cetirizina, loratadina o fexofenadina pueden ser prescritos para un alivio sintomático del prurito. Estos fármacos bloquean la acción de la histamina, aunque su eficacia en casos de prurito no alérgico puede ser limitada.
Antihistamínicos sedantes:
En casos de prurito nocturno, se puede considerar el uso de antihistamínicos sedantes como hidroxizina o clorfenamina, que no solo alivian el prurito, sino que también ayudan a mejorar el sueño.
Otras opciones:
En casos más graves o resistentes, un dermatólogo puede considerar tratamientos adicionales como antidepresivos tricíclicos, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) o incluso fototerapia.
Seguimiento y derivación:
Si no se puede identificar una causa clara o los síntomas persisten a pesar del tratamiento inicial, se debe considerar la derivación a un dermatólogo para una evaluación adicional. Esto puede incluir pruebas especializadas, como biopsias cutáneas o análisis más específicos para descartar enfermedades sistémicas graves.
Diagnóstico
Evaluación clínica:
Historia clínica: Se debe obtener una historia detallada sobre el inicio, la duración y las características del prurito. También se deben indagar los factores asociados, como la aparición de síntomas sistémicos (fatiga, fiebre, pérdida de peso), antecedentes familiares de enfermedades crónicas, uso de medicamentos, historia de viajes y contacto con personas infectadas.
Exploración física: Incluye la inspección de la piel en busca de lesiones de rascado, señales de infestaciones (por ejemplo, sarna) o manifestaciones sistémicas como ictericia o linfadenopatía.
Pruebas complementarias:
En casos de prurito sin causa evidente en la piel, se recomienda realizar análisis de sangre iniciales:
Hemograma completo para descartar anemia.
Pruebas de función hepática para descartar colestasis.
Pruebas de función renal en casos de insuficiencia renal crónica.
Niveles de hierro y ferritina para descartar deficiencia de hierro.
Marcadores inflamatorios como la VSG o PCR.
Dependiendo de los síntomas, pueden realizarse pruebas adicionales como pruebas de función tiroidea, HbA1c, serologías para hepatitis o una radiografía de tórax si se sospecha de una causa sistémica grave.
Diagnóstico diferencial
El prurito generalizado puede tener múltiples causas subyacentes, y se deben considerar las siguientes:
Enfermedades sistémicas:
Insuficiencia renal: El prurito es común en pacientes con insuficiencia renal avanzada, especialmente en aquellos en hemodiálisis.
Enfermedades hepáticas: La colestasis es una causa frecuente de prurito, especialmente en enfermedades como la cirrosis biliar primaria.
Trastornos hematológicos: Enfermedades como la policitemia vera y los linfomas pueden causar prurito sin lesiones cutáneas evidentes.
Endocrinopatías: Trastornos como la diabetes mellitus y el hipertiroidismo pueden asociarse con prurito.
Tumores sólidos: En raras ocasiones, el prurito puede ser un síntoma paraneoplásico en tumores como los de pulmón, mama o colon.
Infecciones y parasitosis:
Sarna: Una causa frecuente de prurito generalizado, especialmente en personas inmunodeprimidas.
Helmintiasis: Las infecciones por parásitos, como las helmintiasis, también pueden causar prurito.
Iatrogénico: Medicamentos como los opioides, estatinas y IECA pueden inducir prurito.
Prurito psicógeno:
Trastorno funcional del prurito: Puede estar relacionado con factores psicológicos como la ansiedad o el trastorno obsesivo-compulsivo.
Delirio de parasitosis: Trastorno psiquiátrico en el que el paciente cree estar infestado por parásitos sin evidencia clínica.
Definición
El prurito o picor es una sensación subjetiva desagradable en la piel que induce el deseo de rascarse. Puede ser agudo si dura menos de 6 semanas o crónico si persiste por más de 6 semanas.
La fisiopatología del prurito es compleja e involucra múltiples factores, incluyendo mediadores químicos como la histamina, neuropéptidos y citocinas que activan las fibras nerviosas de la piel, a menudo asociados con condiciones sistémicas o cutáneas subyacentes.
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