Pericarditis
- EmergenciasUNO
- 25 nov 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 11 dic 2024
MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La pericarditis es la inflamación del pericardio, la membrana que rodea al corazón. Esta condición puede presentarse de forma aguda o crónica y tiene diversas etiologías, siendo la idiopática o viral la más común en países desarrollados[1][2].
Síntomas
Los síntomas característicos de la pericarditis aguda incluyen:
Dolor torácico: Generalmente de carácter agudo, localizado en la región precordial o retroesternal. Puede irradiar hacia el cuello, hombros, espalda o brazos[1][4].
Disnea: Dificultad para respirar, especialmente para inspirar profundamente[1][4].
Fiebre: Presente en muchos casos, especialmente en etiologías infecciosas[1][6].
Tos: Generalmente no productivo[1].
Disfagia: Dolor al tragar en algunos pacientes[4].
Es importante destacar que el dolor puede empeorar con el decúbito supino y mejora al sentarse e inclinarse hacia adelante[4].
Signos Clínicos
Los signos clínicos más relevantes en la pericarditis incluyen:
Roce pericárdico: Un sonido característico audible en la auscultación cardíaca, descrito como un crujido o raspado[1][3].
Taquicardia: Frecuencia cardíaca elevada, común en respuesta a la inflamación[1][4].
Signos de taponamiento cardíaco: En casos severos, pueden observarse signos de compromiso hemodinámico como hipotensión y pulso paradójico[1].
Exploración
La exploración física en un paciente con sospecha de pericarditis debe incluir:
Auscultación cardíaca: Búsqueda del roce pericárdico, que puede ser trifásico o bifásico[1][3].
Evaluación de signos vitales: Especial atención a la frecuencia cardíaca y presión arterial[6].
Exploración pulmonar: Búsqueda de signos de derrame pleural concomitante[6].
Evaluación de la presión venosa yugular: Puede estar elevada en casos de taponamiento cardíaco[1].
Pruebas Diagnósticas
El diagnóstico de la pericarditis se basa en la combinación de hallazgos clínicos y pruebas complementarias:
Electrocardiograma (ECG): Muestra cambios característicos en 4 etapas, siendo la elevación difusa del segmento ST el hallazgo más temprano[1][2].
Ecocardiografía: Fundamental para evaluar la presencia y magnitud del derrame pericárdico, así como signos de taponamiento[1][3].
Radiografía de tórax: Puede mostrar cardiomegalia en casos de derrame significativo[3][6].
Análisis de sangre: Incluyen marcadores inflamatorios (PCR, VSG) y troponinas para descartar afectación miocárdica[3][6].
Resonancia magnética cardíaca: Útil en casos dudosos o para evaluar complicaciones[3][6].
Manejo de emergencias
El manejo inicial de la pericarditis en el servicio de emergencias debe incluir:
Evaluación rápida de la estabilidad hemodinámica y descartar taponamiento cardíaco[1].
Analgesia: Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) son la primera línea de tratamiento. La aspirina o el ibuprofeno son opciones comunes[1][2].
Colchicina: Se recomienda en combinación con AINEs para reducir el riesgo de recurrencias[2].
Monitorización cardíaca: Para detectar arritmias o cambios en el ECG[6].
Ecocardiografía urgente: En casos de sospecha de derrame pericárdico significativo o taponamiento[3].
Pericardiocentesis: Procedimiento de emergencia en caso de taponamiento cardíaco[1][3].
Tratamiento de la causa subyacente: Si se identifica una etiología específica[2].
La pericarditis es una condición que requiere un alto índice de sospecha clínica para su diagnóstico oportuno. El manejo adecuado en emergencias puede prevenir complicaciones graves y mejorar significativamente los pronósticos del paciente.
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