Parálisis del nervio facial
- EmergenciasUNO
- 6 dic 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 13 dic 2024
MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La parálisis del nervio facial es una condición neurológica que afecta al VII par craneal, resultando en la pérdida temporal o permanente de la función motora de los músculos faciales. Este trastorno puede tener diversas etiologías, siendo la más común la parálisis de Bell o parálisis facial idiopática[1][2].
Síntomas
Los síntomas de la parálisis del nervio facial suelen aparecer de forma súbita y pueden incluir:
Debilidad o parálisis unilateral de los músculos faciales.
Dificultad para realizar expresiones faciales como sonreír o cerrar el ojo.
Dolor detrás de la oreja que puede preceder a la paresia facial.
Entumecimiento o sensación de pesadez en el rostro.
Alteraciones en el lagrimeo.
Cambios en el sentido del gusto.
Sialorrea o babeo involuntario[1][2][3]
En algunos casos, los pacientes pueden experimentar hiperacusia (sensibilidad aumentada a los sonidos) y disgeusia (alteración del sentido del gusto)[4].
Signos clínicos
La exploración física revela signos característicos de la parálisis del nervio facial:
Asimetría facial en reposo y durante movimientos voluntarios.
Imposibilidad para levantar la ceja del lado afectado.
Incapacidad para cerrar completamente el ojo (lagoftalmos)
Desviación de la comisura labial hacia el lado sano.
Aplanamiento del surco nasogeniano en el lado afectado.
Fenómeno de Bell: movimiento del globo ocular hacia arriba y afuera al intentar cerrar el párpado[1][2][4]
Es importante distinguir entre una parálisis facial periférica y una central, ya que esta última suele afectar principalmente la parte inferior del rostro, respetando la función del músculo frontal[2].
Exploración
La evaluación clínica de un paciente con sospecha de parálisis del nervio facial debe incluir:
Inspección de la simetría facial en reposo y durante movimientos voluntarios.
Evaluación de la capacidad para cerrar los ojos y fruncir el frente.
Valoración del tono muscular facial.
Examen de la función de las glándulas salivales y lagrimales.
Exploración otoscópica para descartar patologías del oído medio.
Palpación de la región parotídea y cervical en busca de adenopatías[2][3]
Pruebas diagnósticas
Aunque el diagnóstico es principalmente clínico, se pueden realizar pruebas complementarias para evaluar la extensión del daño y descartar otras causas:
Test de Schirmer para medir la producción lagrimal.
Prueba de salivación
Evaluación auditiva
Estudios electrofisiológicos para valorar la afectación del nervio.
Técnicas de imagen como TAC o resonancia magnética nuclear (RMN) para descartar lesiones estructurales[1][2]
En casos específicos, se pueden solicitar pruebas adicionales como:
Radiografía de tórax
Medición de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) en suero.
Pruebas para la enfermedad de Lyme.
Determinación de glucosa sérica[2]
Manejo de emergencias
El manejo inicial de la parálisis del nervio facial en el servicio de urgencias debe enfocarse en:
Protección ocular: Es crucial prevenir la sequía y las lesiones corneales. Se debe indicar:
Lubricación ocular frecuente
Uso de parche ocular nocturno
Gafas protectoras durante el día[1][2]
Tratamiento farmacológico:
Corticosteroides: Se ha demostrado que la administración temprana de corticosteroides es beneficiosa en la parálisis de Bell. Se recomienda iniciar el tratamiento dentro de las primeras 72 horas del inicio de los síntomas[2].
Antivirales: Aunque su eficacia es discutida, algunos protocolos incluyen agentes antivirales, especialmente si se sospecha una etiología herpética[2].
Evaluación de la necesidad de estudios complementarios para descartar causas secundarias.
Educación del paciente sobre el curso esperado de la enfermedad y la importancia del seguimiento.
Derivación a especialistas (otorrinolaringología, neurología) para seguimiento y manejo a largo plazo si es necesario.
Es importante recordar que la mayoría de los casos de parálisis de Bell son autolimitados y tienen un buen pronóstico, con una recuperación que generalmente ocurre en un plazo de 1 a 3 semanas[4]. Sin embargo, el manejo adecuado en la fase aguda puede mejorar los resultados y prevenir complicaciones.
Citas
[2] https://www.msdmanuals.com/es/professional/trastornos-neurológicos/trastornos-neurooftalmológicos-y-de-los-pares-craneanos/parálisis-del-nervio-facial
Comments