MANUAL DE EMERGENCIAS 2024
Manejo de la Osteoartritis
El manejo de la osteoartritis (OA) debe ser individualizado y adaptado a la gravedad de los síntomas, la función física, y las comorbilidades del paciente. Los principales enfoques incluyen:
Autocuidado y educación del paciente:
Información y soporte: Se recomienda ofrecer información sobre recursos, como folletos educativos o sitios web (ej. Versus Arthritis), para que los pacientes comprendan su enfermedad y puedan tomar decisiones informadas sobre su tratamiento.
Autogestión del dolor: Aconsejar sobre estrategias para el alivio de los síntomas, incluyendo el uso de calzado adecuado y la gestión del peso. En pacientes con sobrepeso u obesidad, la reducción de peso es fundamental para disminuir la carga sobre las articulaciones y retardar la progresión de la enfermedad.
Ejercicio terapéutico: Se debe recomendar un programa de ejercicios específicos, enfocados en el fortalecimiento muscular local y la mejora de la condición física general. Esto incluye ejercicios aeróbicos de bajo impacto y fortalecimiento muscular. El ejercicio regular ayuda a reducir el dolor y a mejorar la funcionalidad articular a largo plazo.
Terapia supervisada: Se puede considerar la participación en sesiones supervisadas de ejercicios terapéuticos. Aunque puede haber un aumento inicial del dolor, el ejercicio a largo plazo mejora el control del dolor y la calidad de vida.
Analgesia:
AINE tópicos: El tratamiento de primera línea para el alivio del dolor en la OA localizada, especialmente en la rodilla, incluye la aplicación de AINE tópicos como el ibuprofeno en gel. Estos tienen menos efectos secundarios sistémicos que los AINE orales.
AINE orales: Si los tópicos no son efectivos, se puede considerar el uso de AINE orales, como el ibuprofeno o el naproxeno. Es esencial usar la dosis efectiva más baja durante el menor tiempo posible y evaluar los factores de riesgo del paciente (por ejemplo, riesgo gastrointestinal o cardiovascular) antes de iniciar el tratamiento.
Paracetamol y opioides débiles: El paracetamol puede utilizarse para el control del dolor leve, y los opioides débiles, como el codeína, pueden considerarse en dolores moderados y si otros analgésicos no son efectivos. Se deben evitar los opioides fuertes debido a sus efectos secundarios y potencial de adicción.
Soporte psicosocial:
Evaluación emocional: Ofrecer soporte para la ansiedad, estrés o depresión asociados con la OA. A veces, la osteoartritis puede impactar negativamente en la calidad de vida del paciente, afectando su estado de ánimo y relaciones.
Derivación a servicios sociales o de salud mental: En casos donde el paciente lo necesite, puede ser necesario derivar a trabajadores sociales o servicios de salud mental para evaluar el impacto de la OA en su entorno de vida y trabajo.
Tratamiento complementario y no quirúrgico:
Equipos multidisciplinarios: Si los síntomas persisten después de tres meses de manejo inicial, se puede derivar a equipos especializados (fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, reumatólogos) para un tratamiento más amplio. Este manejo puede incluir ejercicios guiados, terapia manual (como manipulación o movilización articular), o dispositivos de apoyo (férulas, bastones, etc.).
Infiltraciones intraarticulares: En casos donde el manejo farmacológico no es efectivo, se pueden utilizar inyecciones de corticosteroides intraarticulares para aliviar el dolor a corto plazo (2 a 10 semanas de alivio).
Cirugía: Si el manejo conservador no es adecuado, puede considerarse la cirugía, especialmente para los pacientes con deformidades articulares progresivas o dolor severo. Las opciones quirúrgicas incluyen el reemplazo total de la articulación.
Seguimiento:
Se debe realizar un seguimiento regular del paciente para evaluar la respuesta al tratamiento, ajustar las intervenciones según sea necesario, y determinar la necesidad de derivaciones adicionales a especialistas, fisioterapia o cirugía.
Diagnóstico
El diagnóstico de osteoartritis (OA) se basa en la historia clínica y los hallazgos físicos, complementados con estudios de imagen en caso necesario. Se debe sospechar osteoartritis si:
Criterios clínicos:
Edad: Generalmente afecta a personas mayores de 45 años.
Dolor articular relacionado con la actividad: El dolor típico se presenta en una o pocas articulaciones afectadas, empeorando con el uso y mejorando con el reposo.
Rigidez: No debe haber rigidez matutina prolongada; si la hay, no debe durar más de 30 minutos.
Limitación funcional: Los pacientes pueden reportar dificultad para realizar actividades cotidianas debido al dolor o la rigidez.
Exploración física: Los hallazgos característicos incluyen:
Hincha de los huesos: Bultos en las articulaciones afectados.
Deformidades articulares: Deformidades óseas o articulaciones desalineadas.
Crepitación: Sensación o sonido de fricción entre el hueso y el cartílago durante el movimiento articular.
Movilidad restringida: Limitación en el rango de movimiento de la articulación, usualmente acompañado de dolor.
Inestabilidad articular: Se puede observar una inestabilidad o mal alineamiento articular, como desviaciones varas o valgas en las rodillas.
Imágenes diagnósticas:
Radiografías: Generalmente no se realizan de rutina, pero pueden ser útiles si hay dudas diagnósticas o características atípicas. Los signos radiológicos incluyen la pérdida de espacio articular, esclerosis subcondral (engrosamiento óseo), y osteofitos (formaciones óseas en los márgenes articulares).
Limitaciones: Es importante notar que los cambios estructurales en las radiografías no siempre correlacionan con la severidad de los síntomas.
Diagnóstico Diferencial
Es importante diferenciar la osteoartritis de otras condiciones que pueden presentar síntomas similares, incluyendo:
Artritis inflamatoria: Condiciones como la artritis reumatoide o psoriásica se caracterizan por rigidez matutina prolongada, dolor en múltiples articulaciones, y síntomas sistémicos.
Dolor generalizado: Enfermedades como la fibromialgia, que presentan dolor difuso en lugar de localizado.
Artritis séptica: Infección articular aguda con dolor severo, calor, hinchazón, y síntomas sistémicos como fiebre.
Fracturas: Fracturas cercanas a las articulaciones, especialmente si hay un antecedente de trauma.
Malignidades: Metástasis óseas o sarcomas pueden causar dolor óseo persistente, empeorado por la noche o sin relación con la actividad.
Diagnósticos diferenciales específicos según la localización del dolor incluyen:
Mano: Lesiones del ligamento escafolunar, gangliones, o tenosinovitis de De Quervain.
Cadera: Síndrome de dolor trocantérico, necrosis avascular, ciática, o estenosis espinal.
Rodilla: Dolor patelofemoral, bursitis prepatelar o anserina, desgarros meniscales, o lesiones del ligamento cruzado anterior.
Definición
La osteoartritis (OA) es una enfermedad crónica de las articulaciones sinoviales caracterizada por una degradación progresiva del cartílago articular, remodelación del hueso subyacente, y formación de osteofitos (crecimientos óseos anormales en los márgenes articulares). Estas alteraciones pueden acompañarse de una leve sinovitis (inflamación de la membrana sinovial).
Los procesos de reparación del cuerpo pueden ser insuficientes para compensar el daño articular, lo que lleva a síntomas como dolor, rigidez y pérdida de función. Las articulaciones más frecuentemente afectadas son las rodillas, las caderas y las pequeñas articulaciones de las manos.
Un “brote” o flare de OA se define como un aumento repentino y sostenido de los síntomas, que dura al menos 24 horas y puede prolongarse hasta 3-8 días. Estos episodios suelen empeorar el dolor, afectar el sueño y las actividades diarias, y pueden impactar en el estado de ánimo del paciente.
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