MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La neuritis óptica es una enfermedad inflamatoria del nervio óptico que constituye la causa más frecuente de pérdida visual aguda en adultos jóvenes[1][3]. Esta condición puede presentarse de forma aislada o asociada a enfermedades desmielinizantes como la esclerosis múltiple (EM)[4]. A continuación, se revisan los aspectos clínicos más relevantes de esta patología.
Síntomas
Los síntomas característicos de la neuritis óptica incluyen:
Pérdida brusca y aguda de la visión en un ojo, que puede progresar durante horas o días[5]
Dolor ocular o periocular que empeora con los movimientos oculares[1][5]
Alteración en la percepción de los colores, especialmente del rojo[1]
Disminución de la sensibilidad al contraste[4]
Posibles ráfagas de luz o luces centelleantes con los movimientos oculares[5]
Es importante destacar que la mayoría de los casos son unilaterales, aunque pueden ocurrir de formas bilaterales[5].
Signos clínicos
Los signos clínicos más relevantes en la neuritis óptica son:
Disminución de la agudeza visual, que puede variar desde leve hasta ceguera completa[1][5]
Defecto pupilar aferente relativo en el ojo afectado[4]
Edema del disco óptico en casos de papilitis, aunque en la forma retrobulbar el fondo de ojo puede ser normal inicialmente[1][3]
Alteraciones en el campo visual, generalmente con escotoma central o paracentral[4]
Exploración
La exploración oftalmológica debe incluir:
Evaluación de la agudeza visual y sensibilidad al contraste[4]
Examen de reflejos pupilares para detectar el defecto pupilar aferente relativo[4]
Oftalmoscopia para valorar el aspecto del disco óptico[1][3]
Campimetría para evaluar los defectos del campo visual[4]
Evaluación de la visión cromática[1]
Pruebas diagnósticas
Las pruebas diagnósticas más relevantes son:
Resonancia magnética (RM) cerebral y orbitaria con gadolinio: fundamental para el diagnóstico etiológico y pronóstico. Puede mostrar realce del nervio óptico y lesiones desmielinizantes cerebrales[2][4][8]
Tomografía de coherencia óptica (OCT): permite evaluar el grosor de la capa de fibras nerviosas de la retina[4][7]
Potenciales evocados visuales: pueden mostrar retraso en la conducción del nervio óptico[4]
Análisis de sangre: para descartar otras causas de neuritis óptica, como enfermedades autoinmunes o infecciosas[2][5]
Punción lumbar: puede mostrar bandas oligoclonales en casos asociados a EM[10]
Manejo de emergencias
El manejo inicial en el servicio de urgencias debe incluir:
Evaluación oftalmológica completa para confirmar el diagnóstico[4]
Solicitud de RM cerebral y orbitaria con gadolinio[2][8]
Considere el inicio de corticosteroides intravenosos en dosis altas:
Metilprednisolona 1000 mg/día por vía intravenosa durante 3 días[7][8]
Seguido de prednisona oral 1 mg/kg/día durante 11 días[7][8]
Evitar el uso de corticosteroides orales en dosis bajas como monoterapia inicial[8]
En casos graves o refractarios a corticosteroides, considere plasmaféresis[8]
Derivación a neurología para evaluación del riesgo de EM y seguimiento[4]
Es crucial recordar que el tratamiento con corticosteroides acelera la recuperación visual pero no modifica el pronóstico a largo plazo en la mayoría de los casos[7][8]. El manejo debe individualizarse según la presentación clínica y la sospecha etiológica.
La neuritis óptica es una patología que requiere un abordaje diagnóstico, rápido y terapéutico. El conocimiento de sus características clínicas y el uso adecuado de las pruebas diagnósticas son fundamentales para optimizar el manejo y los pronósticos de los pacientes afectados.
Citas
[2] https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/optic-neuritis/diagnosis-treatment/drc-20354958
[8] https://www.msdmanuals.com/es/professional/trastornos-oftálmicos/trastornos-del-nervio-óptico/neuritis-óptica?ruleredirectid=755
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