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Menorragia

Foto del escritor: EmergenciasUNOEmergenciasUNO

Actualizado: 12 dic 2024

MANUAL DE EMERGENCIAS 2025



La menorragia, también conocida como sangrado menstrual abundante (AME), es un trastorno ginecológico común que afecta a muchas mujeres en edad reproductiva. Este artículo académico abordará los aspectos clave de la menorragia, incluyendo sus síntomas, signos clínicos, exploración, pruebas diagnósticas y manejo en emergencias.


Síntomas


La menorragia se caracteriza principalmente por un sangrado menstrual excesivo que interfiere con la calidad de vida de la mujer. Los síntomas más comunes incluyen:


  • Sangrado que dura más de 7 días[1][3]

  • Necesidad de cambiar productos sanitarios con frecuencia (cada 1-2 horas)[3]

  • Presencia de coágulos grandes (mayores de 2,5 cm)[3]

  • Sangrado que interfiere con las actividades diarias[4]

  • Fatiga y debilidad debido a la pérdida de sangre[3]


Es importante destacar que la percepción subjetiva de la mujer sobre el aumento del sangrado en comparación con ciclos anteriores es suficiente para iniciar el estudio del problema[4].


Signos


Los signos clínicos de la menorragia pueden incluir:


  • Palidez de la piel y mucosas, indicativo de anemia[1]

  • Taquicardia e hipotensión en casos de sangrado muy abundante[1]

  • Signos de hipovolemia en casos severos[1]

  • Posible presencia de masas pélvicas en la exploración abdominal[4]


Exploración


La exploración física y ginecológica es fundamental para identificar las causas orgánicas y orientar el diagnóstico. Debe incluir:


  • Inspección del hábito corporal[4]

  • Palpación abdominal[4]

  • Exploración ginecológica con visualización cervical y vaginal mediante espéculo[4]

  • Tacto bimanual para evaluar el tamaño y la forma del útero[4]

  • Descartar que el sangrado provenga de lugares distintos al útero, como vagina, uretra, vejiga o recto[4]


Pruebas diagnósticas


Las pruebas diagnósticas para la menorragia incluyen:


  1. Laboratorio:


    • Hemograma completo para evaluar la anemia y el grado de pérdida sanguínea[4]

    • Prueba de embarazo para descartar gestación[3]

    • Estudio de coagulación en casos sospechosos de trastornos hemorrágicos[4][5]


  2. Técnicas de imagen:


    • Ecografía transvaginal, considerada de primera línea para el diagnóstico de anomalías estructurales[4]

    • Histeroscopia para visualización directa de la cavidad uterina[5]


  3. Biopsia endometrial:


    • Indicada en casos de sospecha de patología endometrial o en mujeres mayores de 45 años[4][5]


Manejo de emergencias


El manejo de la menorragia en el servicio de emergencias debe enfocarse en:


  1. Evaluación inicial:


    • Valoración de las constantes vitales (tensión arterial, frecuencia cardíaca y temperatura)[1]

    • Estimación de la pérdida sanguínea y su repercusión hemodinámica[1]


  2. Estabilización hemodinámica:


    • Administración de fluidos intravenosos en casos de hipovolemia[1]

    • Transfusión sanguínea si es necesario[1]


  3. Control del sangrado:


    • Terapia hormonal con estrógenos y progestágenos intravenosos[1][4]

    • Ácido tranexámico como agente antifibrinolítico[4]


  4. Tratamiento etiológico:


    • Manejo específico según la causa identificada (miomas, pólipos, etc.)[1][4]


  5. Seguimiento:


    • Planificación del tratamiento a largo plazo una vez estabilizada la paciente[4]


La menorragia es un trastorno frecuente que requiere una evaluación integral y un manejo individualizado. El diagnóstico preciso y el tratamiento adecuado son esenciales para mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados por este trastorno.


Citas




 
 
 

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