MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La meningitis tuberculosa es una forma grave de tuberculosis extrapulmonar que afecta las meninges y el espacio subaracnoideo. Es causado por el Mycobacterium tuberculosis y representa un desafío diagnóstico y terapéutico debido a su presentación insidiosa y potenciales complicaciones neurológicas[3][7].
Síntomas
Los síntomas de la meningitis tuberculosa suelen desarrollarse de forma gradual e incluyen:
Fiebre de bajo grado
Cefalea persistente
General de Malestar
Pérdida de peso
Irritabilidad
Alteraciones del estado mental
Náuseas y vómitos
Anorexia
A medida que la enfermedad progresa, pueden aparecer convulsiones y alteraciones del nivel de conciencia que pueden llegar al coma[1][2][7].
Signos clínicos
Los signos clínicos más frecuentes son:
Rigidez de nuca (puede estar ausente en etapas iniciales)
Signos meníngeos positivos (Kernig, Brudzinski)
Parálisis de pares craneales (especialmente VI, III, IV y VII)
Alteraciones del estado de conciencia
Déficits neurológicos focales (hemiparesia, monoparesia)
Hipertensión intracraneal
Edema de papila
En estadios avanzados pueden observarse signos de descerebración[1][3][7].
Exploración
La exploración física debe incluir:
Evaluación del estado mental y nivel de conciencia (escala de Glasgow)
Búsqueda de signos meníngeos
Exploración de pares craneales
Evaluación de fuerza y reflejos osteotendinosos.
Fondo de ojo para detectar papiledema o tubérculos coroideos
Búsqueda de signos de tuberculosis en otros órganos[3][7]
Pruebas diagnósticas
Las principales pruebas diagnósticas son:
Análisis de líquido cefalorraquídeo (LCR):
Pleocitosis linfocitaria (100-500 células/μL)
Proteínas elevadas (>100 mg/dL)
Glucosa disminuida (<60% de la glucemia)
Adenosina deaminasa (ADA) >6 U/L
Tinción de Ziehl-Neelsen y cultivo de LCR
PCR para M. tuberculosis en LCR
Neuroimagen (contraste cerebral TC o RM)
Radiografía de tórax
Prueba cutánea de tuberculina
Hemocultivos[1][3][7]
Manejo de emergencias
El manejo inicial en emergencias debe incluir:
Estabilización del paciente y manejo de la vía aérea si es necesario
Inicio empírico de tratamiento antituberculoso:
Isoniazida, rifampicina, pirazinamida y etambutol
Administración de corticosteroides (dexametasona)
Manejo de la hipertensión intracraneal
Tratamiento de convulsiones si están presentes
Monitorización neurológica estrecha
Realización de pruebas diagnósticas urgentes (punción lumbar, neuroimagen)
Aislamiento respiratorio del paciente
Notificación a las autoridades de salud pública[3][6][7]
Es fundamental iniciar el tratamiento de forma precoz, ya que el retraso en el diagnóstico y tratamiento se asocia con mayor mortalidad y secuelas neurológicas irreversibles[6].
Citas
[4] https://www.elsevier.es/es-revista-enfermedades-infecciosas-microbiologia-clinica-28-articulo-meningitis-tuberculosa-estudio-comparativo-relacion-coexistencia-infeccion-13087296
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