MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La leptospirosis es una zoonosis de distribución mundial causada por espiroquetas del género Leptospira, siendo Leptospira interrogans la especie más asociada a la enfermedad en humanos[1][2]. Esta infección presenta un espectro clínico variable, desde formas leves hasta cuadros graves conocidos como enfermedad de Weil o síndrome de Weil[3][4].
Síntomas
La presentación clínica de la leptospirosis suele ser bifásica. En la fase inicial, los pacientes experimentan:
Fiebre de inicio subito
Cefalea intensa
Mialgias, especialmente en pantorrillas.
General de Malestar
Pérdida de apetito
Estos síntomas pueden confundirse fácilmente con otras enfermedades febriles como influenza o dengue[5]. En casos más graves, tras un breve período de mejoría, puede desarrollarse una segunda fase caracterizada por:
Ictericia
Manifestaciones hemorrágicas
Alteración del estado de conciencia
Dolor abdominal
Signos clínicos
La exploración física puede revelar:
Fiebre
Inyección conjuntival
Ictericia (en casos graves)
Hepatomegalia y esplenomegalia
Signos de deshidratación
Petequias o equimosis (en casos de diátesis hemorrágica)
Signos de irritación meníngea (en casos de meningitis)
En la enfermedad de Weil, forma más grave de leptospirosis, se pueden observar adicionalmente:
Hipotensión
Taquicardia
Oliguria o anuria
Signos de insuficiencia respiratoria
Exploración
La exploración debe ser minuciosa, prestando especial atención a:
Signos vitales (temperatura, frecuencia cardíaca, presión arterial, frecuencia respiratoria)
Exploración neurológica (nivel de conciencia, signos meníngeos)
Exploración abdominal (hepatomegalia, dolor a la palpación)
Exploración cutánea (ictericia, petequias, equimosis)
Exploración cardiopulmonar (taquicardia, crepitantes pulmonares)
Pruebas diagnósticas
El diagnóstico de leptospirosis se basa en la sospecha clínica y se confirma mediante pruebas de laboratorio[5]:
Hemograma completo: puede mostrar leucocitosis con desviación a la izquierda, trombocitopenia y anemia.
Bioquímica sanguínea: elevación de creatinina, urea, bilirrubina y transaminasas. La elevación de creatina quinasa es frecuente.
Pruebas serológicas:
Prueba de aglutinación microscópica (MAT): considerada el estándar de oro[5].
ELISA para detección de anticuerpos IgM.
Hemocultivos: durante la primera semana de enfermedad.
PCR: en sangre, orina o LCR.
Análisis de orina: puede mostrar proteinuria, hematuria y piuria.
Radiografía de tórax: para evaluar posible afectación pulmonar.
Punción lumbar: en casos de sospecha de meningitis.
Manejo de emergencias
El manejo inicial en el servicio de urgencias debe incluir:
Estabilización hemodinámica: reposición de líquidos y electrolitos.
Inicio precoz de antibioterapia:
En casos graves: penicilina G (1,5 millones UI IV cada 6 horas) o ceftriaxona (1 g IV cada 24 horas) durante 7 días[5].
En casos leves: doxiciclina (100 mg VO cada 12 horas) durante 5-7 días[5].
Monitorización de la función renal y hepática.
Soporte respiratorio si es necesario.
Manejo de complicaciones específicas:
Terapia de reemplazo renal en caso de insuficiencia renal aguda.
Transfusión de hemoderivados en caso de hemorragia significativa.
Considerar ingreso en UCI en casos de enfermedad de Weil o fallo multiorgánico.
El pronóstico de la leptospirosis varía según la gravedad del cuadro, siendo la forma ictérica o enfermedad de Weil la de mayor mortalidad, pudiendo alcanzar hasta un 50% sin tratamiento adecuado[1]. El diagnóstico y tratamiento precoces son fundamentales para mejorar el pronóstico y prevenir complicaciones graves.
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