MANUAL DE EMERGENCIAS 2024
Manejo de las Laceraciones
Evaluación inicial:
La evaluación de una laceración comienza con una historia clínica completa, que incluye el tiempo y mecanismo de la lesión (por ejemplo, corte con objeto afilado, golpe, mordedura), antecedentes médicos que pueden afectar la cicatrización o aumentar el riesgo de complicaciones (como diabetes, enfermedades vasculares, uso de inmunosupresores), alergias conocidas (látex, antibióticos, anestésicos) y estado de vacunación contra el tétanos.
En la exploración física, se debe medir el tamaño, forma y profundidad de la laceración. Se debe examinar si hay daño en estructuras profundas, como nervios, vasos sanguíneos, tendones, huesos o músculos, evaluando la perfusión vascular (hemorragia arterial, ausencia de pulso, mala perfusión distal), la sensibilidad y función motora (indicativa de daño nervioso), y la integridad tendinosa. También es fundamental identificar signos de infección, como fiebre, eritema, calor local, linfadenopatía o malestar general.
Limpieza y tratamiento de la herida:
Las laceraciones deben limpiarse adecuadamente. Para heridas no contaminadas, se recomienda la irrigación con agua potable o solución salina a baja presión. Para heridas contaminadas con restos visibles (tierra, heces, fluidos corporales), se debe usar irrigación a alta presión con una jeringa y aguja verde para remover los restos.
El cierre de la herida depende de su condición:
Cierre primario: Se realiza en heridas limpias, no infectadas, y bien aproximadas, usando suturas, adhesivos tisulares, grapas o tiras adhesivas.
Cierre diferido: Si la herida está infectada o hay alto riesgo de infección, debe limpiarse, desbridarse si es necesario y vestirse inicialmente. El cierre definitivo se realiza entre 2 a 5 días si no hay signos de infección.
Cierre secundario: En heridas crónicas o cuando los bordes no pueden aproximarse, se permite la cicatrización natural mediante granulación y epitelización sin intentar cerrar la herida.
El uso de anestesia local es necesario para el desbridamiento y cierre. Se recomienda reducir el dolor de la inyección usando una aguja de calibre 25, calentando el anestésico a temperatura corporal y administrándolo lentamente a través del borde de la herida.
Profilaxis antibiótica y contra el tétanos:
Si la herida está contaminada o en alto riesgo de infección (expuesta a tierra, heces, o fluidos corporales), se debe considerar el uso de antibióticos profilácticos tras tomar una muestra para cultivo.
Se debe evaluar la necesidad de profilaxis contra el tétanos, especialmente en heridas expuestas a contaminantes externos. Si el estado de vacunación del paciente es desconocido o está incompleto, o si la herida es considerada tetanígena, se debe administrar una dosis de refuerzo de la vacuna antitetánica y, si es necesario, inmunoglobulina antitetánica.
Manejo del dolor y seguimiento:
Se debe aconsejar al paciente sobre cómo cuidar la herida, incluyendo mantenerla limpia y seca, y usar paracetamol o ibuprofeno para el control del dolor. Es fundamental que el paciente esté informado de los signos de infección (aumento del dolor, fiebre, enrojecimiento o hinchazón) y que busque atención médica si aparecen.
Las suturas no absorbibles deben retirarse en una cita de seguimiento, que dependerá de la localización de la herida (generalmente entre 5 a 14 días). Las suturas absorbibles se disuelven solas en un período de 7 a 14 días, aunque algunas pueden tardar más tiempo.
Derivación a urgencias:
Se debe derivar a urgencias si:
La laceración es compleja, ampliamente despegada o con pérdida significativa de tejido.
Se sospecha daño vascular, nervioso, tendinoso o óseo.
La laceración afecta estructuras estéticas delicadas como labios, nariz, oídos o la palma de la mano con signos de infección.
La herida está contaminada de manera significativa o se sospecha la presencia de un cuerpo extraño.
Diagnóstico
Historia clínica:
Obtener una historia detallada que incluya el tiempo de la lesión, el mecanismo de la herida (corte, caída, mordedura), antecedentes médicos del paciente (diabetes, inmunosupresión), estado de vacunación contra el tétanos y alergias. También es importante conocer si la herida fue expuesta a contaminantes como tierra o heces.
Exploración física:
Evaluar el tamaño, forma y profundidad de la laceración.
Evaluar daños en estructuras profundas: daño vascular (sangrado arterial, pérdida de pulso distal), daño nervioso (pérdida de sensibilidad o función motora) y daño tendinoso o óseo.
Determinar el riesgo de infección, basado en factores como la contaminación de la herida, diabetes, edad avanzada, heridas mayores de 5 cm, bordes irregulares o jagged, y presentación tardía (>6 horas).
Identificar signos de tétanos en casos de heridas de alto riesgo (espasmos musculares, rigidez, trismus).
Diagnóstico Diferencial
Causas comunes:
Laceraciones traumáticas: Pueden ser el resultado de objetos afilados (cortes) o golpes contundentes que desgarran la piel.
Mordeduras de mamíferos: Especialmente las mordeduras humanas o de animales, que conllevan un riesgo elevado de infección.
Heridas contaminadas: Son aquellas expuestas a tierra, heces o fluidos corporales, que tienen un mayor riesgo de complicaciones infecciosas.
Complicaciones:
La infección es la complicación más frecuente, especialmente en heridas contaminadas o en personas con factores de riesgo como diabetes o edad avanzada. También pueden ocurrir lesiones subyacentes a nervios, vasos sanguíneos o tendones que requieren evaluación y tratamiento especializado.
Definición
Una laceración es una herida profunda o desgarro de la piel y/o tejidos subyacentes, causada comúnmente por trauma contundente, incisión por un objeto afilado o mordeduras de mamíferos. Las laceraciones varían en gravedad, desde simples cortes superficiales hasta lesiones más graves que afectan nervios, tendones, vasos sanguíneos o huesos. Las heridas contaminadas tienen un riesgo elevado de infección, y la evaluación y manejo adecuado son esenciales para prevenir complicaciones.
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