MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La insuficiencia renal crónica (IRC) es una condición caracterizada por el deterioro progresivo e irreversible de la función renal a lo largo del tiempo. Se define como una tasa de filtración glomerular (TFG) menor a 60 ml/min/1,73 m2 durante al menos 3 meses, o la presencia de daño renal estructural o funcional[1][4]. Esta patología representa un importante problema de salud pública, afectado aproximadamente al 10% de la población adulta española y más del 20% de los mayores de 60 años[6].
Síntomas
Los síntomas de la IRC suelen desarrollarse lentamente y pueden variar según la gravedad de la enfermedad. En etapas iniciales, los pacientes pueden ser asintomáticos o presentar síntomas inespecíficos. A medida que la función renal se deteriora, los síntomas se vuelven más evidentes e incluyen:
Fatiga y debilidad generalizada
Anorexia y pérdida de peso
Náuseas y vómitos
Prurito
Alteraciones del sueño, incluyendo insomnio y síndrome de piernas inquietas.
Dificultad para concentrarse
Edema, especialmente en piernas y tobillos.
Disney
Dolor óseo y muscular[1][3][7]
Signos clínicos
Los signos clínicos de la IRC pueden incluir:
Hipertensión arterial (presente en hasta el 80% de los pacientes con IRC avanzado)
Palidez cutánea y mucosa debido a la anemia.
Edema periférico
Escarcha urémica (depósitos blanquecinos en la piel)
Signos de desnutrición
Alteraciones neurológicas, como asterixis o mioclonías
Pericarditis urémica en etapas avanzadas[1][3][6]
Exploración
La exploración física en pacientes con IRC debe incluir:
Medición de la presión arterial
Evaluación del estado de hidratación
Auscultación cardiopulmonar
Palpación abdominal para detectar masas renales o vesicales.
Evaluación de edemas periféricos
Examen neurológico para detectar neuropatía urémica
Evaluación del estado nutricional[3][6]
Pruebas diagnósticas
El diagnóstico de la IRC se basa en la combinación de pruebas de laboratorio e imagen:
Análisis de sangre:
Creatinina sérica y urea
Electrolitos (sodio, potasio, calcio, fósforo)
Hemograma completo
Perfil lipídico
Hormona paratiroidea (PTH)
Vitamina D
Análisis de orina:
Examen general de orina
Proteinuria cuantitativa (índice proteína/creatinina en orina o proteinuria de 24 horas)
Microalbuminuria en pacientes diabéticos
Estudios de imagen:
Ecografía renal
Tomografía computarizada (en casos seleccionados)
Resonancia magnética (en casos seleccionados)
Biopsia renal (en casos seleccionados para determinar la causa subyacente)[1][3][6][7]
Manejo de emergencias
El manejo del IRC en el servicio de emergencias se centra en tratar las complicaciones agudas y estabilizar al paciente:
Evaluación inicial: ABC (vía aérea, respiración, circulación), signos vitales y estado mental.
Manejo de alteraciones electrolíticas:
Hiperpotasemia: administración de gluconato de calcio, insulina con glucosa, bicarbonato de sodio o resinas de intercambio iónico.
Acidosis metabólica: corrección con bicarbonato de sodio si es grave.
Control de la volemia:
Hipervolemia: restricción de líquidos, diuréticos de asa o diálisis urgente si hay edema pulmonar.
Hipovolemia: reposición cuidadosa de líquidos.
Tratamiento de la hipertensión arterial severa.
Manejo de la anemia sintomática: transfusión de concentrados de hematíes si es necesario.
Control de síntomas urémicos: antieméticos, analgésicos.
Diálisis de urgencia en casos de:
Hiperpotasemia refractaria
Acidosis metabólica grave
Sobrecarga de volumen que no responde a diuréticos
Encefalopatía urémica
Pericarditis urémica[1][3][8]
El manejo adecuado del IRC requiere un enfoque multidisciplinario y un seguimiento estrecho para prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Citas
[2] https://www.elsevier.es/es-revista-revista-medica-clinica-las-condes-202-articulo-prevencion-tratamiento-enfermedad-renal-cronica-S0716864010706003
[5] https://www.msdmanuals.com/es-ec/hogar/trastornos-renales-y-del-tracto-urinario/insuficiencia-renal/enfermedad-renal-crónica-o-nefropatía-crónica
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