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Insomnio


MANUAL DE EMERGENCIAS 2024



Manejo del Insomnio


  • Tratamiento no farmacológico:


    • Terapia cognitivo-conductual para el insomnio (CBTi): Es el tratamiento de primera línea tanto para el insomnio a corto como a largo plazo en adultos de todas las edades. La CBTi incluye estrategias como control de estímulos, restricción del sueño, y reestructuración cognitiva. Puede ser administrada de manera presencial o a través de plataformas digitales como Sleepio, un tratamiento basado en CBTi recomendado por el NICE (Instituto Nacional para la Salud y Excelencia en el Cuidado, por sus siglas en inglés).


    • Higiene del sueño: Se recomienda a todos los pacientes. Instrucciones comunes incluyen:

      • Mantener un horario regular para acostarse y levantarse, incluso los fines de semana.

      • Crear un ambiente de sueño adecuado, que sea oscuro, tranquilo y fresco.

      • Evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir, así como la exposición a luz intensa.

      • Limitar el consumo de cafeína, alcohol y comidas pesadas cerca de la hora de dormir.

      • Reservar la cama solo para dormir y evitar actividades como leer o ver televisión en la cama.


    • Ejercicio y relajación: Se recomienda hacer ejercicio regularmente, pero evitar actividad física intensa poco antes de acostarse. También es útil practicar técnicas de relajación antes de dormir, como escuchar música suave o leer.


  • Tratamiento farmacológico:


    • Insomnio de corta duración: Si la afectación diurna es grave y la CBTi no está disponible o no es efectiva a corto plazo, se puede considerar el uso de medicamentos hipnóticos por un período corto (3-7 días). Los fármacos de elección suelen ser los hipnóticos no benzodiacepínicos (como los llamados “Z-drugs”, zopiclona o zolpidem).

      • Evitar su uso prolongado y en poblaciones de mayor riesgo como adultos mayores, debido al riesgo de caídas, efectos adversos y dependencia.


    • Melatonina de liberación prolongada: En personas mayores de 55 años, la melatonina de liberación prolongada es una opción segura y eficaz para el tratamiento del insomnio crónico. Se recomienda su uso hasta por 13 semanas.


    • Daridorexant: Este fármaco está indicado en el manejo del insomnio crónico en adultos cuando la CBTi no ha sido eficaz o no está disponible, y se asocia con un deterioro significativo en el funcionamiento diurno.


  • Seguimiento:


    • Se debe programar una revisión dentro de las 2-4 semanas después de iniciar el tratamiento. Si los síntomas persisten o empeoran, es recomendable considerar la posibilidad de un diagnóstico alternativo o la necesidad de referencia a un especialista en trastornos del sueño o neurología.

    • No se recomienda el uso a largo plazo de tratamientos farmacológicos para el insomnio, y se debe evitar el uso de medicamentos sin receta, ya que carecen de evidencia sólida para su eficacia.


Diagnóstico


  • Criterios de diagnóstico: Se diagnostica insomnio si, a pesar de tener tiempo y condiciones adecuadas para dormir, la persona tiene dificultades persistentes para conciliar el sueño, mantenerlo o experimentar un sueño reparador, lo que provoca deterioro funcional durante el día. Los síntomas diurnos pueden incluir fatiga, irritabilidad, depresión, disminución de la concentración y la memoria, y deterioro del rendimiento laboral o académico.


    • Insomnio de corta duración: Se define como dificultades para dormir durante menos de 3 meses, típicamente asociado a eventos estresantes.

    • Insomnio crónico: Ocurre al menos 3 noches por semana durante 3 meses o más, a menudo coexistiendo con trastornos médicos o psiquiátricos.


  • Evaluación clínica:


    • La evaluación debe incluir una historia clínica completa, abordando la duración, frecuencia y características del sueño, factores desencadenantes (estrés, cambios en los hábitos de vida, uso de sustancias como cafeína o alcohol), y la presencia de comorbilidades como ansiedad o depresión.

    • También es útil obtener información sobre la rutina diaria del paciente, su ambiente de sueño y los hábitos que puedan estar contribuyendo al problema.

    • Diario del sueño: Llevar un registro durante 1-2 semanas sobre los horarios de sueño, la calidad del sueño, las siestas diurnas y otros hábitos puede ser útil para identificar patrones problemáticos.

    • Se pueden usar herramientas de evaluación como el Índice de Severidad del Insomnio (ISI), que ayuda a cuantificar la severidad del insomnio y monitorizar el progreso del tratamiento.


Diagnóstico diferencial


Es importante considerar y descartar otros trastornos del sueño, así como condiciones médicas o psiquiátricas que pueden imitar o exacerbar el insomnio. Entre estos diagnósticos diferenciales se incluyen:


  • Apnea obstructiva del sueño (AOS): Puede presentarse con ronquidos fuertes, pausas respiratorias durante el sueño y somnolencia diurna excesiva.

  • Trastornos del ritmo circadiano: Como el síndrome de desfase de fase del sueño o los trastornos del sueño por turnos laborales. Estos se caracterizan por una alteración en el horario biológico del sueño.

  • Síndrome de piernas inquietas: Sensaciones incómodas en las piernas que se alivian con el movimiento, lo que puede dificultar el sueño.

  • Parasomnias: Como el sonambulismo o los terrores nocturnos, que son comportamientos anormales durante el sueño.

  • Narcolepsia: Caracterizada por episodios repentinos de sueño diurno y cataplejía (pérdida súbita del tono muscular desencadenada por emociones intensas).


Definición


El insomnio es una dificultad persistente para iniciar o mantener el sueño, o la percepción de un sueño no reparador, que ocurre a pesar de condiciones adecuadas para dormir, y que resulta en deterioro funcional durante el día. Se clasifica en:


  • Insomnio de corta duración: Cuando los síntomas han estado presentes por menos de 3 meses.

  • Insomnio crónico: Cuando los síntomas se presentan al menos 3 noches por semana durante 3 meses o más.


El insomnio crónico a menudo está relacionado con otras condiciones médicas o psiquiátricas, y puede llevar a una mayor vulnerabilidad a problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad, así como a enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes.

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