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Hiponatremia

MANUAL DE EMERGENCIAS 2025



La hiponatremia es el trastorno hidroelectrolítico más frecuente en la práctica clínica, definido como una concentración sérica de sodio inferior a 135 mmol/L[3][5]. Este desequilibrio electrolítico puede tener consecuencias graves si no se diagnostica y trata adecuadamente, por lo que es fundamental comprender sus manifestaciones clínicas, métodos de diagnóstico y manejo terapéutico.


Síntomas


Los síntomas de la hiponatremia están principalmente relacionados con la disfunción del sistema nervioso central y varían según la gravedad y la velocidad de instalación del trastorno[8]. En casos leves o de desarrollo gradual, los pacientes pueden presentar:


  • Náuseas

  • Cefalea

  • Confusión

  • Letargo


En casos más graves o de instalación rápida, pueden aparecer:


  • Vómitos

  • Desorientación

  • Agitación

  • Convulsiones

  • Coma


Es importante destacar que la hiponatremia crónica puede ser asintomática o presentar síntomas más sutiles debido a los mecanismos de adaptación cerebral[8].


Signos clínicos


La exploración física en pacientes con hiponatremia puede revelar diversos signos clínicos, dependiendo de la etiología subyacente y la gravedad del cuadro[1][3]:


  • Alteración del estado mental

  • Debilidad muscular

  • Espasmos o calambres musculares

  • Signos de deshidratación o sobrehidratación, según la causa

  • Edema en casos de hiponatremia hipervolémica


Exploración


La evaluación clínica del paciente con sospecha de hiponatremia debe incluir:


  1. Anamnesis detallada, incluyendo antecedentes médicos, medicación habitual y hábitos de ingesta hídrica[7].


  2. Exploración física completa, con especial atención al estado neurológico y la volemia[3].


  3. Evaluación de signos vitales, incluyendo presión arterial y frecuencia cardíaca.


  4. Valoración del estado de hidratación mediante el examen de mucosas, turgencia cutánea y presión venosa yugular[3].


Pruebas diagnósticas


El diagnóstico de la hiponatremia se basa en una combinación de resultados clínicos y de laboratorio[3][5]:


  1. Determinación de sodio sérico: confirma el diagnóstico (<135 mmol/L).


  2. Osmolalidad sérica: para diferenciar entre hiponatremia hipotónica y no hipotónica.


  3. Osmolalidad urinaria: ayuda a determinar la causa subyacente.


  4. Concentración de sodio en orina: útil para distinguir entre causas renales y extrarrenales.


  5. Glucemia: para descartar hiponatremia hiperglucémica.


  6. Perfil lipídico y proteico: para excluir pseudohiponatremia.


  7. Función renal, tiroidea y suprarrenal: para evaluar posibles causas endocrinas o renales[8].


Manejo de emergencias


El tratamiento de la hiponatremia en el servicio de urgencias depende de la gravedad de los síntomas y la rapidez de instalación[1][7]:


  1. Hiponatremia grave o sintomática:


    • Administración de solución salina hipertónica (3%) por vía intravenosa.

    • Monitorización estrecha de los niveles de sodio sérico.

    • Corrección lenta y controlada para evitar la mielinólisis pontina central.


  2. Hiponatremia moderada o asintomática:


    • Restricción hídrica en casos de SIADH.

    • Tratamiento de la causa subyacente (ej. ajuste de medicación, manejo de insuficiencia cardíaca).

    • Considerar el uso de antagonistas del receptor de vasopresina (vaptanos) en casos seleccionados[5].


  3. En todos los casos:


    • Monitorización continua de signos vitales y estado neurológico.

    • Control seriado de electrolitos séricos y equilibrio hídrico.

    • Tratamiento de complicaciones asociadas (ej. convulsiones, edema cerebral).


Es fundamental recordar que la corrección excesivamente rápida de la hiponatremia puede provocar complicaciones neurológicas graves, por lo que se recomienda un aumento máximo de sodio sérico de 6-8 mmol/L en las primeras 24 horas[3][5].


La hiponatremia es un trastorno electrolítico frecuente y potencialmente grave que requiere un enfoque diagnóstico y cuidadoso terapéutico. El reconocimiento temprano de los síntomas, la realización de pruebas diagnósticas apropiadas y un manejo adecuado en el servicio de urgencias son esenciales para mejorar los pronósticos de los pacientes afectados por este trastorno.


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