MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
El herpes zóster es una infección viral causada por la reactivación del virus varicela-zóster (VVZ) que permanece latente en los ganglios sensibles después de una infección primaria por varicela[1][3]. Este artículo académico abordará los aspectos clave del herpes zoster, incluyendo sus síntomas, signos clínicos, exploración, pruebas diagnósticas y manejo en emergencias.
Síntomas
Los síntomas del herpes zóster suelen comenzar con una fase prodrómica caracterizada por:
Dolor, ardor u hormigueo en el área afectada[1]
Sensibilidad al tacto[1]
Febrícula, cefalea y malestar general[4]
Estos síntomas prodrómicos generalmente preceden a la erupción cutánea entre 48 y 72 horas, aunque en ocasiones pueden aparecer hasta una semana antes[4].
Signos clínicos
Los signos clínicos más característicos del herpes zoster incluyen:
Erupción cutánea unilateral que sigue la distribución de un dermatoma[1][2]
Aparición de vesículas agrupadas sobre una base eritematosa[1][2]
Progresión de las lesiones durante 3 a 5 días[2]
Formación de costras y curación en 2 a 4 semanas[2]
Es importante destacar que las lesiones generalmente no cruzan la línea media del cuerpo y son más comunes en el tronco o la cara[1][2].
Exploración
Durante la exploración física, el médico debe evaluar:
La distribución y características de las lesiones cutáneas[2]
La presencia de signos de complicaciones, como el herpes zoster oftálmico[1]
El estado general del paciente, incluyendo signos vitales y estado neurológico[2]
En casos de herpes zoster oftálmico, se debe prestar especial atención a la presencia de vesículas en la punta de la nariz (signo de Hutchinson), lo que indica un mayor riesgo de afectación ocular grave[3].
Pruebas diagnósticas
Aunque el diagnóstico del herpes zoster es principalmente clínico, en casos dudosos se pueden realizar las siguientes pruebas:
Citodiagnóstico de Tzanck: prueba rápida pero inespecífica[4]
Cultivo viral: técnica más específica pero poco accesible[4]
Detección de antígeno viral mediante inmunofluorescencia[4]
PCR para detección de ADN viral: útil en casos de zoster sine herpete[4]
Análisis de anticuerpos en suero: para confirmación retrospectiva[4]
Manejo de emergencias
El manejo del herpes zoster en emergencias debe centrarse en:
Inicio rápido del tratamiento antiviral, idealmente dentro de las 72 horas desde la aparición del sarpullido[8]
Elección del antiviral adecuado (aciclovir, valaciclovir o famciclovir)[5][8]
Control del dolor agudo mediante analgésicos apropiados[8]
Evaluación de posibles complicaciones, especialmente en pacientes inmunocomprometidos[5]
Consideración de la derivación a especialistas en casos de herpes zoster oftálmico o diseminado[5]
En pacientes inmunocomprometidos o con complicaciones graves, se debe considerar el tratamiento con aciclovir intravenoso[5][6].
En conclusión, el reconocimiento temprano y el manejo adecuado del herpes zoster en el ámbito de emergencias son cruciales para reducir la severidad de la enfermedad, prevenir complicaciones y mejorar el pronóstico del paciente. El tratamiento antiviral precoz, junto con un manejo adecuado del dolor, constituye la base del abordaje terapéutico en la fase aguda de la enfermedad.
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