MANUAL DE EMERGENCIAS 2024
Manejo del Hepatitis B
El manejo de la hepatitis B depende de si la infección es aguda o crónica. Las estrategias incluyen:
Cuidados de soporte:
En infecciones agudas, el tratamiento es generalmente sintomático. Se recomienda:
Reposo, mantenerse hidratado y ofrecer medicamentos para el control del dolor como paracetamol o ibuprofeno.
Para el prurito severo, se puede utilizar antihistamínicos como la clorfenamina.
En casos de náuseas, pueden prescribirse antieméticos como metoclopramida o ciclizina.
Los pacientes con hepatitis aguda grave, especialmente aquellos con síntomas de insuficiencia hepática, deben ser hospitalizados para un seguimiento más estricto.
Monitoreo y manejo especializado:
A las personas con hepatitis B crónica se les debe referir a un especialista en hepatología, infectología o gastroenterología para monitoreo y tratamiento.
Se deben realizar exámenes de laboratorio frecuentes para evaluar:
Pruebas de función hepática (ALT, AST).
Niveles de HBV-DNA (carga viral).
Presencia de antígenos y anticuerpos virales, como el antígeno de superficie (HBsAg) y el anticuerpo contra el antígeno e (anti-HBe).
El tratamiento con antivirales (como tenofovir o entecavir) puede estar indicado si hay evidencia de replicación viral activa y daño hepático.
Prevención de la transmisión:
Se debe aconsejar a las personas con hepatitis B que tomen medidas para evitar la transmisión del virus a otras personas:
Evitar compartir objetos personales que puedan tener contacto con sangre (cepillos de dientes, cuchillas de afeitar).
Evitar relaciones sexuales sin protección hasta que el paciente ya no sea infeccioso o su pareja haya sido vacunada y tenga inmunidad demostrada.
No donar sangre, semen ni portar una tarjeta de donante de órganos.
Los contactos cercanos de personas infectadas deben ser vacunados y, si es necesario, recibir inmunoglobulina como profilaxis.
Consejos generales:
A las personas con hepatitis B crónica se les debe aconsejar evitar el consumo de alcohol, ya que esto puede empeorar el daño hepático y aumentar el riesgo de cirrosis y carcinoma hepatocelular.
Se debe proporcionar información sobre la enfermedad y su manejo, con recursos disponibles en sitios como el NHS y el British Liver Trust.
Notificación:
Los casos confirmados de hepatitis B deben ser notificados a las autoridades de salud pública para facilitar el rastreo de contactos, implementar medidas preventivas y controlar la propagación de la infección.
Diagnóstico
El diagnóstico de la hepatitis B se basa en la detección de marcadores serológicos específicos que incluyen:
Antígeno de superficie del virus de la hepatitis B (HBsAg):
Indica la presencia del virus y que la persona es infecciosa.
Si el HBsAg persiste en sangre por más de 6 meses, se considera una infección crónica.
Antígeno e del virus de la hepatitis B (HBeAg):
Indica replicación viral activa y alta infectividad.
Si desaparece y se desarrolla el anticuerpo correspondiente (anti-HBe), la infectividad disminuye.
Anticuerpo contra el antígeno core (anti-HBc):
Indica infección previa o actual.
El anti-HBc IgM es un marcador de infección reciente (generalmente aguda), mientras que el anti-HBc IgG persiste de por vida y refleja una infección pasada.
Anticuerpo contra el antígeno de superficie (anti-HBs):
Indica recuperación de la infección o inmunidad tras la vacunación. La presencia de anti-HBs sin anti-HBc sugiere inmunización previa.
HBV-DNA (carga viral):
Cuantifica el nivel de replicación viral y es útil para determinar el tratamiento y seguimiento del paciente.
Pruebas adicionales:
Se pueden realizar pruebas complementarias como ultrasonidos hepáticos o biopsias hepáticas si hay sospecha de complicaciones como cirrosis o carcinoma hepatocelular.
Diagnóstico Diferencial
La hepatitis B puede compartir síntomas con varias otras condiciones, lo que hace necesario realizar un diagnóstico diferencial adecuado. Las principales condiciones a considerar incluyen:
Otras hepatitis virales: Hepatitis A, C, D y E, así como infecciones por el virus de Epstein-Barr (mononucleosis infecciosa) y citomegalovirus (CMV).
Hepatitis alcohólica: Es importante considerar si hay un historial de abuso de alcohol.
Hepatitis autoinmune: Frecuente en mujeres con otras condiciones autoinmunes.
Enfermedad hepática inducida por medicamentos: Puede ocurrir tras el uso de medicamentos hepatotóxicos como el paracetamol.
Enfermedades bacterianas: Como la leptospirosis o la fiebre Q.
Trastornos metabólicos o genéticos: Como la enfermedad de Wilson o la hemocromatosis hereditaria.
Enfermedades hepáticas no alcohólicas (hígado graso no alcohólico).
Definición
La hepatitis B es una infección viral del hígado causada por el virus de la hepatitis B (VHB), un virus de ADN perteneciente a la familia Hepadnaviridae. Se caracteriza por una inflamación hepática que puede ser aguda o crónica. La infección puede ser asintomática o progresar a complicaciones graves, como la cirrosis o el carcinoma hepatocelular. El VHB se transmite principalmente a través del contacto con fluidos corporales infectados, como sangre, semen o secreciones vaginales.
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