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Hemorragia subaracnoidea

Actualizado: 12 dic 2024

MANUAL DE EMERGENCIAS 2025



La hemorragia subaracnoidea (HSA) es una emergencia médica potencialmente mortal que se caracteriza por el sangrado en el espacio entre el cerebro y la membrana que lo rodea, conocido como espacio subaracnoideo[1][2]. Esta condición representa un desafío significativo tanto para el diagnóstico como para el tratamiento, requiriendo una intervención rápida y multidisciplinaria para mejorar los resultados del paciente.


Síntomas


El síntoma cardinal de la HSA es una cefalea súbita e intensa, frecuentemente descrita por los pacientes como “el peor dolor de cabeza de su vida”[3][4]. Esta cefalea, a menudo referida como “cefalea en trueno”, alcanza su máxima intensidad en cuestión de segundos[1]. Otros síntomas comunes incluyen:


  • Náuseas y vómitos

  • Rigidez en el cuello

  • Fotofobia

  • Alteraciones en la visión, incluyendo doble visión.

  • Confusión o disminución del nivel de conciencia

  • Convulsiones


Signos clínicos


La exploración física puede revelar varios signos clínicos indicativos de HSA:


  • Disminución del nivel de conciencia o coma

  • Signos de irritación meníngea, como rigidez nucal.

  • Déficits neurológicos focales

  • Hemorragias retinianas (signo de Terson)

  • Hipertensión arterial

  • Bradicardia (en casos de aumento de la presión intracraneal)


Exploración


La evaluación inicial debe incluir:


  • Evaluación del nivel de conciencia utilizando la Escala de Coma de Glasgow.

  • Examen neurológico completo, incluyendo evaluación de pares craneales y función motora.

  • Evaluación de signos vitales, con especial atención a la presión arterial y la frecuencia cardíaca.

  • Examen del fondo de ojo para detectar hemorragias retinianas


Pruebas diagnósticas


El diagnóstico de HSA se basa principalmente en estudios de imagen y análisis del líquido cefalorraquídeo[5]:


  1. Tomografía computarizada (TC) sin contraste: Es la prueba de elección inicial, con una sensibilidad cercana al 100% en las primeras 6 horas[2][5].

  2. Resonancia magnética (RM): Puede ser útil en casos donde la TC es negativa pero persiste la sospecha clínica[5].

  3. Punción lumbar: Se realiza si la TC es negativa pero la sospecha clínica es alta. La presencia de xantocromía en el líquido cefalorraquídeo es diagnóstica[2][5].

  4. Angiografía cerebral: Es el estándar de oro para identificar y caracterizar aneurismas cerebrales[5][6].

  5. Angiografía por TC o RM: Pueden ser alternativas menos invasivas a la angiografía convencional[6].


Manejo de emergencias


El manejo inicial en el departamento de emergencias es crucial y debe incluir[7][8]:


  1. Estabilización del paciente: Asegurar la vía aérea, respiración y circulación.

  2. Control de la presión arterial: Mantenga la presión arterial sistólica por debajo de 160 mmHg para reducir el riesgo de resangrado.

  3. Manejo del dolor: Administración de analgésicos, evitando aquellos que puedan enmascarar el estado neurológico.

  4. Prevención de complicaciones: Iniciar profilaxis anticonvulsiva y considerar la administración de nimodipino para prevenir el vasoespasmo cerebral.

  5. Coordinación con neurocirugía y radiología intervencionista: Para planificar el tratamiento definitivo del aneurisma, ya sea mediante clipaje quirúrgico o embolización endovascular.

  6. Monitorización neurológica continua: Para detectar precozmente signos de deterioro.


La HSA sigue siendo una condición con alta morbimortalidad, con una tasa de mortalidad que puede alcanzar el 50%[7]. El reconocimiento temprano de los síntomas, un diagnóstico rápido y preciso, y un manejo multidisciplinario son fundamentales para mejorar los resultados de los pacientes afectados por esta grave condición neurológica.


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