Hemartrosis de Rodilla
- EmergenciasUNO

- 10 jul
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MANUAL DE EMERGENCIAS MENORES
La hemartrosis de rodilla es la acumulación de sangre dentro de la cavidad articular de la rodilla, generalmente causada por traumatismos o lesiones intraarticulares, como desgarros de ligamentos (especialmente el ligamento cruzado anterior, LCA), fracturas o daños meniscales.
También puede ocurrir de forma espontánea en personas con trastornos hemorrágicos, como la hemofilia, o como resultado del uso de anticoagulantes. La presencia de sangre en la articulación genera inflamación, dolor y rigidez, limitando el movimiento de la rodilla.
Diagnóstico
Los pacientes con hemartrosis de rodilla suelen presentar hinchazón de inicio rápido, dolor intenso y limitación del rango de movimiento, usualmente después de una lesión o golpe directo. El derrame articular suele desarrollarse en pocas horas tras el trauma.
El diagnóstico inicial se basa en la evaluación clínica, observándose una rodilla hinchada, caliente y dolorosa a la palpación.
La artrocentesis (aspiración articular) puede realizarse para confirmar la presencia de sangre y descartar otras causas de derrame, como infecciones o artritis. En casos traumáticos, se deben solicitar radiografías para descartar fracturas, y una resonancia magnética (RM) puede ser útil para evaluar lesiones ligamentarias o meniscales.
Diagnóstico Diferencial
Condición | Diferenciación clave |
Derrame articular por artritis | Asociado a condiciones crónicas como la artritis reumatoide; el líquido no contiene sangre. |
Infección articular (artritis séptica) | Fiebre, dolor intenso, hinchazón, presencia de pus en el líquido articular. |
Bursitis | Hinchazón localizada sobre la rótula o cara lateral, sin afectación intraarticular. |
Contusión de partes blandas | Hinchazón sin líquido intraarticular ni lesión articular significativa. |
Sinovitis traumática | Inflamación de la membrana sinovial con derrame, pero sin sangre en la articulación. |
Manejo en Urgencias
El manejo en el servicio de urgencias incluye:
Artrocentesis:Se realiza para evacuar la sangre acumulada, aliviar el dolor y confirmar el diagnóstico. El líquido puede enviarse a análisis, especialmente si se sospecha artritis séptica o hemofilia.
Inmovilización:Se recomienda inmovilizar temporalmente la rodilla con una férula para reducir el dolor y permitir la recuperación de los tejidos blandos.
Analgésicos y Antiinflamatorios:Se administran AINEs para controlar el dolor y la inflamación.
Evaluación de lesiones asociadas:Si se sospechan daños intraarticulares graves (como desgarros del LCA o fracturas), se solicita una resonancia magnética para planificar el tratamiento definitivo.
En pacientes con trastornos de coagulación:Es fundamental corregir las alteraciones de la coagulación mediante la administración de factores de coagulación o ajustes en la terapia anticoagulante.
Tratamiento Definitivo
El tratamiento definitivo depende de la causa subyacente de la hemartrosis:
Lesiones ligamentarias o meniscales:Si se confirma desgarro de ligamentos (como el LCA) o daño meniscal, puede ser necesario un tratamiento quirúrgico, como reparación o reconstrucción artroscópica.
Fracturas intraarticulares:Requieren estabilización quirúrgica, generalmente con fijación interna mediante placas o tornillos.
Tratamiento de causas subyacentes:En pacientes con trastornos hemorrágicos (como la hemofilia), el tratamiento se basa en la reposición de los factores de coagulación deficientes para prevenir episodios recurrentes.
Rehabilitación
La rehabilitación tras el tratamiento incluye ejercicios de fortalecimiento muscular, estiramientos y fisioterapia para recuperar el rango de movimiento de la rodilla y prevenir rigidez articular.
El tiempo de recuperación varía según la gravedad de la lesión subyacente y el tipo de intervención realizada.

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