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Hemartrosis de Rodilla

Actualizado: 17 sept

MANUAL MINORS



La hemartrosis de rodilla es la acumulación de sangre dentro de la cavidad articular de la rodilla, generalmente provocada por un traumatismo o lesión intraarticular, como desgarros de ligamentos (especialmente el ligamento cruzado anterior, LCA), fracturas, o daños en los meniscos.


También puede ocurrir de manera espontánea en personas con trastornos de la coagulación, como hemofilia, o por el uso de anticoagulantes. La sangre dentro de la articulación causa inflamación, dolor y rigidez, lo que limita el movimiento de la rodilla.


Diagnóstico


El paciente presenta un inicio rápido de hinchazón, dolor intenso y limitación en el rango de movimiento de la rodilla, generalmente después de una lesión o golpe directo. A menudo, el derrame articular aparece en las primeras horas tras el trauma. El diagnóstico inicial se realiza mediante una evaluación clínica, observando la rodilla inflamada, caliente y sensible.


Se puede realizar una artrocentesis (aspiración de líquido articular) para confirmar la presencia de sangre en la articulación y descartar otras causas de derrame articular, como infecciones o artritis.


En casos de trauma, se deben solicitar radiografías para descartar fracturas y una resonancia magnética (RM) para evaluar lesiones de ligamentos o meniscos.


Diagnóstico Diferencial

Condición

Diferenciación clave

Derrame articular por artritis

Generalmente asociado a enfermedades crónicas, como artritis reumatoide; líquido sin sangre en la artrocentesis

Infección articular (artritis séptica)

Fiebre, dolor severo, inflamación, líquido purulento en la articulación

Bursitis

Hinchazón localizada sobre la rótula o lateral de la rodilla, sin compromiso intraarticular

Contusión de tejidos blandos

Hinchazón sin líquido articular ni lesión intraarticular significativa

Sinovitis traumática

Inflamación de la membrana sinovial con derrame, pero sin presencia de sangre en la articulación

Manejo en Emergencias


El manejo en urgencias incluye:


  • Artrocentesis: Se realiza para evacuar el líquido sanguinolento acumulado, aliviar el dolor y confirmar el diagnóstico. El líquido extraído puede ser enviado para análisis, especialmente si hay sospecha de artritis séptica o hemofilia.


  • Inmovilización: Se recomienda inmovilizar temporalmente la rodilla con una férula para reducir el dolor y permitir la cicatrización de los tejidos blandos.


  • Analgésicos y antiinflamatorios: Se administran AINEs para controlar el dolor y reducir la inflamación.


  • Evaluación de lesiones asociadas: Si hay sospecha de daño intraarticular grave (como un desgarro del LCA o fractura), se realiza una resonancia magnética para planificar el tratamiento definitivo.


En pacientes con trastornos de coagulación, se debe corregir cualquier anomalía en la coagulación mediante infusión de factores de coagulación o ajuste de la terapia anticoagulante.


Tratamiento Definitivo


El tratamiento definitivo dependerá de la causa subyacente de la hemartrosis:


  • Lesiones ligamentosas o meniscales: Si se confirma un desgarro de ligamentos (como el LCA) o meniscos, se puede requerir tratamiento quirúrgico, como la reparación o reconstrucción artroscópica.


  • Fracturas intraarticulares: Las fracturas que afectan la articulación de la rodilla requieren estabilización quirúrgica mediante fijación interna con placas o tornillos.


  • Tratamiento de la causa subyacente: En pacientes con trastornos de la coagulación (como hemofilia), el tratamiento se enfoca en reponer los factores de coagulación deficientes para prevenir episodios recurrentes de hemartrosis.


Rehabilitación


La rehabilitación posterior al tratamiento incluye ejercicios de fortalecimiento muscular, estiramientos y fisioterapia para restaurar el rango de movimiento de la rodilla y prevenir la rigidez. El tiempo de recuperación varía dependiendo de la severidad de la lesión subyacente y el tipo de intervención realizada.


En lesiones traumáticas importantes, la recuperación puede tardar entre 6 semanas y varios meses. El seguimiento regular es importante para evitar complicaciones como la artrosis postraumática o rigidez articular, especialmente en casos de hemartrosis recurrente.

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