MANUAL MINORS
Las fracturas de los dedos del pie son lesiones comunes que suelen producirse por traumatismos directos, como golpes o caídas de objetos pesados. También pueden resultar de lesiones por torsión o sobreuso. Estas fracturas pueden ser simples y sin desplazamiento o más complejas, con desplazamiento de los fragmentos óseos. Aunque no suelen ser graves, pueden provocar dolor intenso, hinchazón e incapacidad temporal para caminar correctamente.
Diagnóstico
El diagnóstico se basa en la historia del traumatismo, acompañado de dolor agudo, hinchazón, hematomas y posible deformidad visible en el dedo afectado. La exploración física puede revelar sensibilidad localizada y dificultad para mover o cargar peso en el dedo lesionado. Las radiografías en proyección anteroposterior y lateral son fundamentales para confirmar el diagnóstico y determinar la gravedad de la fractura, así como si hay desplazamiento o afectación de las articulaciones.
Diagnóstico diferencial
Condición | Diferencia clave |
---|---|
Esguince de los dedos del pie | Lesión de los ligamentos con dolor y edema, sin fractura ósea visible en radiografía. |
Contusión del dedo | Dolor y hematoma sin fractura ósea ni deformidad visible. |
Luxación de los dedos del pie | Desplazamiento visible de la articulación sin ruptura ósea. |
Gota | Dolor intenso en una articulación del dedo, con signos de inflamación crónica. |
Manejo en Emergencias
En urgencias, el manejo inicial incluye la inmovilización del dedo afectado con “buddy taping” (vendaje junto al dedo adyacente) si la fractura es simple y sin desplazamiento. Se recomienda reposo, aplicación de hielo para reducir la inflamación y analgesia con antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) para aliviar el dolor.
En fracturas más graves o con desplazamiento, puede ser necesaria la reducción cerrada y la inmovilización con una férula o zapato ortopédico rígido. Se deben tomar radiografías de control después de la reducción.
Tratamiento Definitivo
La mayoría de las fracturas de los dedos del pie se manejan de forma conservadora con inmovilización y reducción de la actividad física durante 4-6 semanas, permitiendo la curación adecuada.
En casos de fracturas desplazadas, inestables o con afectación articular, puede ser necesaria una intervención quirúrgica para alinear los fragmentos óseos con tornillos o placas. La rehabilitación postfractura puede incluir ejercicios de movilidad y fortalecimiento para restaurar la función completa del pie.
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