MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La fiebre de origen desconocido (FOD) en los viajeros representa un desafío diagnóstico y terapéutico significativo en la práctica médica actual. Se define como fiebre superior a 38,3°C de más de 3 semanas de duración, cuya etiología permanece sin diagnóstico tras una semana de estudio hospitalario[1][3]. El aumento de los viajes internacionales ha incrementado la incidencia de esta condición, siendo la fiebre el segundo motivo de consulta más frecuente en viajeros que regresan de zonas tropicales, solo superado por la diarrea[5].
Síntomas
Los síntomas asociados a la FOD en viajeros son variados y pueden incluir:
Fiebre persistente (>38,3°C)
General de Malestar
Fatiga
Sudoración nocturna
Pérdida de peso
Dolores musculares y articulares
Cefalea
Síntomas gastrointestinales (náuseas, vómitos, diarrea)
Síntomas respiratorios (tos, disnea)
La presentación clínica puede variar significativamente dependiendo de la etiología subyacente[1][5].
Signos
Los signos clínicos más comunes en la FOD de viajeros incluyen:
Fiebre objetivada
Taquicardia
Hepatomegalia y/o esplenomegalia
Linfadenopatías
Exantemas cutáneos
Ictericia
Signos de deshidratación
Es importante destacar que la presencia o ausencia de estos signos puede orientar hacia etiologías específicas[2][5].
Exploración
La exploración física debe ser minuciosa y sistemática, incluyendo:
Evaluación de constantes vitales
Exploración de piel y mucosas en busca de exantemas, petequias o ictericia.
Palpación de ganglios linfáticos
Exploración cardiopulmonar
Palpación abdominal en busca de hepatomegalia o esplenomegalia
Exploración neurológica básica
Una exploración detallada puede proporcionar pistas cruciales para el diagnóstico diferencial[1][4].
Pruebas diagnósticas
Las pruebas diagnósticas deben realizarse de manera escalonada:
Pruebas de primer nivel:
Hemograma completo
Bioquímica sanguínea (incluyendo función hepática y renal)
Proteína C reactiva y velocidad de sedimentación globular.
Hemocultivos
Análisis y cultivo de orina
Gota gruesa y extensión de sangre periférica para malaria.
Serología para VIH
Radiografía de tórax
Pruebas de segundo nivel (según hallazgos clínicos):
Pruebas de imagen (ecografía, TC)
Estudios microbiológicos ampliados (serologías, PCR)
Pruebas inmunológicas
Biopsia de médula ósea o de otros tejidos según sospecha clínica
Es fundamental adaptar las pruebas al contexto epidemiológico y los hallazgos clínicos[1][7].
Manejo de emergencias
El manejo inicial en el servicio de Emergencias debe incluir:
Evaluación rápida de signos vitales y estabilización hemodinámica si es necesario.
Anamnesis detallada, incluyendo itinerario de viaje, actividades realizadas y perfilaxis recibida.
Exploración física completa.
Realización de pruebas diagnósticas de primer nivel.
Inicio de tratamiento empírico en casos de sospecha de infección grave (p. ej., malaria).
Aislamiento del paciente si se sospecha una enfermedad altamente contagiosa.
Valoración de criterios de ingreso hospitalario vs. seguimiento ambulatorio.
Es crucial descartar rápidamente patologías potencialmente mortales como la malaria, fiebre tifoidea o meningitis[5][6].
En conclusión, la FOD en viajeros requiere un abordaje sistemático y multidisciplinar. La clave del diagnóstico de éxito radica en una anamnesis detallada, una exploración física minuciosa y la selección adecuada de pruebas complementarias, siempre teniendo en cuenta el contexto epidemiológico del viaje realizado.
Citas:
[8] https://seimc.org/contenidos/documentoscientificos/guiasclinicas/seimc-GuiaClinica1_2006_Viajero.pdf
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