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Evaluación del riesgo de suicidio

Actualizado: 13 dic 2024

MANUAL DE EMERGENCIAS 2025



La evaluación del riesgo de suicidio es un proceso crucial en la práctica clínica para identificar y prevenir potenciales conductas autolíticas. Este artículo aborda los aspectos clave de esta evaluación, incluyendo síntomas, signos clínicos, exploración, pruebas diagnósticas y manejo en emergencias.


Síntomas


Los síntomas que pueden indicar un riesgo elevado de suicidio incluyen:


  • Sentimientos de desesperanza y falta de propósito

  • Aislamiento social y evitación de situaciones sociales

  • Cambios significativos en los patrones de sueño y alimentación

  • Aumento en el consumo de alcohol o drogas

  • Altibajos emocionales extremos

  • Ansiedad elevada[3]


Es importante destacar que estos síntomas pueden variar en intensidad y presentación, y su presencia no siempre implica un riesgo inminente de suicidio.


Signos clínicos


Los signos clínicos que pueden alertar sobre un riesgo suicida incluyen:


  • Verbalización de ideas o intenciones suicidas

  • Conductas sospechosas como la compra de armas o acumulación de medicamentos

  • Regalos de pertenencias personales o redacción de testamentos

  • Cambios repentinos en el comportamiento o estado de ánimo

  • Antecedentes de intentos de suicidio previos[1][3]


Estos signos deben ser tomados seriamente y requieren una evaluación inmediata por parte de un profesional de salud mental.


Exploración


La exploración del riesgo suicida debe incluir:


  1. Evaluación de la ideación suicida: frecuencia, intensidad y especificidad de los pensamientos suicidas.

  2. Examen del estado mental: presencia de trastornos psiquiátricos, especialmente depresión, trastorno bipolar o esquizofrenia.

  3. Valoración de factores de riesgo: antecedentes familiares, enfermedades crónicas, problemas legales o financieros, pérdidas recientes.

  4. Evaluación de factores protectores: apoyo social, habilidades de afrontamiento, creencias religiosas[1][6].


Pruebas diagnósticas


Las pruebas diagnósticas para evaluar el riesgo de suicidio incluyen:


  • Cuestionario de Salud del Paciente-9 (PHQ-9): evalúa la severidad de la depresión.

  • Preguntas de Evaluación del Suicidio (ASQ): herramienta de cribado rápido.

  • Escala de Desesperanza de Beck (BHS): mide el nivel de desesperanza, un factor de riesgo importante[3][4].


Estas herramientas deben utilizarse en conjunto con la evaluación clínica y no como sustitutos de la misma.


Manejo en Emergencias


El manejo en emergencias de un paciente con riesgo suicida implica:


  1. Evaluación inmediata de la seguridad del paciente.

  2. Realización de una exploración física para descartar afectaciones orgánicas.

  3. Anamnesis detallada que incluya:


    • Grado de letalidad del intento (si lo hubo)

    • Premeditación y finalidad del acto suicida

    • Evaluación del entorno y planes de futuro[5]


  4. Implementación de medidas de seguridad:


    • Hospitalización en casos de alto riesgo

    • Elaboración de un plan de seguridad para casos de riesgo moderado

    • Seguimiento cercano y terapia psicológica[3]


  5. Consideración de tratamiento farmacológico, como antidepresivos, con especial precaución en jóvenes debido al posible aumento inicial del riesgo suicida[3].


La evaluación del riesgo de suicidio es un proceso complejo que requiere una aproximación multidimensional. La combinación de una evaluación clínica exhaustiva, el uso de herramientas de cribado validadas y un manejo adecuado en situaciones de emergencia puede contribuir significativamente a la prevención del suicidio. Es fundamental que los profesionales de la salud estén adecuadamente capacitados para reconocer y manejar estos casos con la sensibilidad y urgencia que requieren.


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