Enfermedad Ulcerosa Péptica
- EmergenciasUNO
- 26 nov 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 11 dic 2024
MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La enfermedad ulcerosa péptica es una patología frecuente del tracto gastrointestinal caracterizada por la formación de úlceras en el revestimiento del estómago o la parte superior del intestino delgado. A pesar de que su incidencia ha disminuido en los últimos años, sigue siendo una causa importante de morbilidad y mortalidad, asociada a un elevado gasto sanitario[2].
Síntomas
Los síntomas de la enfermedad ulcerosa péptica pueden variar entre pacientes, siendo los más comunes:
Epigastralgia: Dolor agudo, con ardor o punzante en la parte superior del abdomen, que suele presentarse después de comer o por la noche[1].
Dispepsia: A menudo característica y denominada “dispepsia ulcerosa”[2].
Pérdida del apetito y pérdida de peso[1].
Náuseas y vómitos[1].
Eructos y sensacion de incomodidad[1].
Es importante destacar que algunos pacientes, especialmente los ancianos, pueden permanecer asintomáticos[9].
Signos clínicos
Los signos clínicos de la enfermedad ulcerosa péptica pueden incluir:
Heces de color oscuro (melena) o sangre en las heces[1][7].
Vómitos con sangre, que pueden ser de color rojo brillante o con aspecto de “posos de café”[7].
Anemia, debido al sangrado crónico[1].
Sensación de mareo o desmayo, especialmente en casos de sangrado agudo[7].
Exploración
Durante la exploración física, el médico puede:
Examinar el abdomen para comprobar si hay dolor o sensibilidad[3].
Auscultar los sonidos abdominales con un estetoscopio[3].
Realizar una palpación abdominal para detectar dolor o sensibilidad[3].
Pruebas diagnósticas
Las principales pruebas diagnósticas para la enfermedad ulcerosa péptica incluyen:
Endoscopia gastrointestinal superior (EGD): Es la técnica diagnóstica de elección. Permite visualizar directamente las úlceras, tomar biopsias y realizar tratamientos si es necesario[2][3][5].
Pruebas para detectar Helicobacter pylori:
Prueba de aliento con urea[3].
Análisis de sangre[3].
Prueba de heces[3].
Análisis de sangre: Para detectar anemia y otros marcadores de inflamación[1][3].
Estudio de tránsito gastrointestinal superior: Utiliza rayos X y bario para visualizar el tracto gastrointestinal superior[3].
Manejo de emergencias
El manejo de emergencias en la enfermedad ulcerosa péptica se centra principalmente en el tratamiento de las complicaciones agudas, especialmente el sangrado gastrointestinal:
Estabilización hemodinámica: Incluye la reposición de fluidos y, si es necesario, transfusiones sanguíneas[5].
Endoscopia terapéutica: Se realiza para detener el sangrado activo. Los métodos incluyen:
Inyeccion de medicamentos en la ulcera.
Colocación de clips metálicos.
Terapia con calor[5].
Tratamiento farmacológico:
Inhibidores de la bomba de protones por vía intravenosa para reducir la secreción ácida[2].
Antibióticos si se detecta H. pylori[2].
Cirugía: Se considera en casos de sangrado incontrolable o perforación[5].
Monitorización continua: Para detectar signos de resangrado o inestabilidad hemodinámica[7].
La enfermedad ulcerosa péptica requiere un enfoque diagnóstico y terapéutico multidisciplinario. El reconocimiento temprano de los síntomas, la realización de pruebas diagnósticas apropiadas y el manejo adecuado de las complicaciones son fundamentales para mejorar los pronósticos de los pacientes afectados por esta patología.
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