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Enfermedad Ulcerosa Péptica

Actualizado: 11 dic 2024

MANUAL DE EMERGENCIAS 2025



La enfermedad ulcerosa péptica es una patología frecuente del tracto gastrointestinal caracterizada por la formación de úlceras en el revestimiento del estómago o la parte superior del intestino delgado. A pesar de que su incidencia ha disminuido en los últimos años, sigue siendo una causa importante de morbilidad y mortalidad, asociada a un elevado gasto sanitario[2].


Síntomas


Los síntomas de la enfermedad ulcerosa péptica pueden variar entre pacientes, siendo los más comunes:


  • Epigastralgia: Dolor agudo, con ardor o punzante en la parte superior del abdomen, que suele presentarse después de comer o por la noche[1].

  • Dispepsia: A menudo característica y denominada “dispepsia ulcerosa”[2].

  • Pérdida del apetito y pérdida de peso[1].

  • Náuseas y vómitos[1].

  • Eructos y sensacion de incomodidad[1].


Es importante destacar que algunos pacientes, especialmente los ancianos, pueden permanecer asintomáticos[9].


Signos clínicos


Los signos clínicos de la enfermedad ulcerosa péptica pueden incluir:


  • Heces de color oscuro (melena) o sangre en las heces[1][7].

  • Vómitos con sangre, que pueden ser de color rojo brillante o con aspecto de “posos de café”[7].

  • Anemia, debido al sangrado crónico[1].

  • Sensación de mareo o desmayo, especialmente en casos de sangrado agudo[7].


Exploración


Durante la exploración física, el médico puede:


  • Examinar el abdomen para comprobar si hay dolor o sensibilidad[3].

  • Auscultar los sonidos abdominales con un estetoscopio[3].

  • Realizar una palpación abdominal para detectar dolor o sensibilidad[3].


Pruebas diagnósticas


Las principales pruebas diagnósticas para la enfermedad ulcerosa péptica incluyen:


  1. Endoscopia gastrointestinal superior (EGD): Es la técnica diagnóstica de elección. Permite visualizar directamente las úlceras, tomar biopsias y realizar tratamientos si es necesario[2][3][5].

  2. Pruebas para detectar Helicobacter pylori:


    • Prueba de aliento con urea[3].

    • Análisis de sangre[3].

    • Prueba de heces[3].


  3. Análisis de sangre: Para detectar anemia y otros marcadores de inflamación[1][3].

  4. Estudio de tránsito gastrointestinal superior: Utiliza rayos X y bario para visualizar el tracto gastrointestinal superior[3].


Manejo de emergencias


El manejo de emergencias en la enfermedad ulcerosa péptica se centra principalmente en el tratamiento de las complicaciones agudas, especialmente el sangrado gastrointestinal:


  1. Estabilización hemodinámica: Incluye la reposición de fluidos y, si es necesario, transfusiones sanguíneas[5].

  2. Endoscopia terapéutica: Se realiza para detener el sangrado activo. Los métodos incluyen:


    • Inyeccion de medicamentos en la ulcera.

    • Colocación de clips metálicos.

    • Terapia con calor[5].


  3. Tratamiento farmacológico:


    • Inhibidores de la bomba de protones por vía intravenosa para reducir la secreción ácida[2].

    • Antibióticos si se detecta H. pylori[2].


  4. Cirugía: Se considera en casos de sangrado incontrolable o perforación[5].

  5. Monitorización continua: Para detectar signos de resangrado o inestabilidad hemodinámica[7].


La enfermedad ulcerosa péptica requiere un enfoque diagnóstico y terapéutico multidisciplinario. El reconocimiento temprano de los síntomas, la realización de pruebas diagnósticas apropiadas y el manejo adecuado de las complicaciones son fundamentales para mejorar los pronósticos de los pacientes afectados por esta patología.


Citas


 
 
 

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