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Enfermedad calculosa

Actualizado: 13 dic 2024

MANUAL DE EMERGENCIAS 2025



La enfermedad calculosa, también conocida como litiasis, es una condición médica caracterizada por la formación de cálculos o piedras en diferentes órganos del cuerpo, principalmente en el sistema urinario y biliar. Esta patología es frecuente en la población general, con una prevalencia que varía entre el 5.9% y el 21.9% a nivel mundial, siendo Latinoamérica una de las regiones con mayor incidencia[1][3].


Síntomas


Los síntomas de la enfermedad calculosa pueden variar dependiendo de la localización de los cálculos. En el caso de la litiasis renal, los pacientes pueden experimentar:


  • Dolor intenso en la espalda o en la región abdominal inferior

  • Malestar vago o dolor sordo en el abdomen

  • Dolor al orinar

  • Dolor en la ingle o en el muslo

  • Náuseas y vómitos ocasionales

  • Fiebre y escalofríos

  • Urgencia frecuente de orinar[1][5]


En la litiasis biliar, los síntomas más comunes incluyen:


  • Dolor abdominal agudo constante en el hipocondrio derecho

  • Náuseas y vómitos

  • Fiebre entre 37.5 y 39°C[3]


Signos clínicos


Los signos clínicos más relevantes en la enfermedad calculosa incluyen:


  • Presencia de sangre en la orina (hematuria)

  • Orina turbia o con mal olor

  • Hipersensibilidad en el hipocondrio derecho (en caso de litiasis biliar)

  • Signo de Murphy positivo (en colecistitis)

  • Resistencia muscular a la exploración abdominal[1][3]


Exploración


Durante la exploración física, el médico debe prestar atención a:


  • Palpación abdominal, especialmente en el hipocondrio derecho y región lumbar

  • Evaluación del signo de Murphy

  • Búsqueda de signos de infección o inflamación, como fiebre o taquicardia

  • Valoración de la estabilidad hemodinámica[3]


Pruebas diagnósticas


El diagnóstico de la enfermedad calculosa se basa en una combinación de hallazgos clínicos y pruebas complementarias:


  1. Análisis de orina: Puede revelar hematuria, cristaluria o signos de infección[5].

  2. Estudios de imagen:


    • Ecografía: Es la prueba no invasiva de primera elección para la litiasis biliar y renal[3].

    • Tomografía computarizada (TC): Especialmente útil para la detección de cálculos renales[7].

    • Radiografía simple de abdomen: Puede mostrar cálculos radiopacos[8].


  3. Análisis de sangre: Puede revelar alteraciones bioquímicas como leucocitosis, aumento de bilirrubinas y fosfatasa alcalina[3].

  4. Análisis del cálculo: Si se recupera un cálculo expulsado, su análisis puede proporcionar información valiosa sobre su composición y etiología[5][8].


Manejo en Emergencias


El manejo de la enfermedad calculosa en el servicio de emergencias se centra en el control del dolor y la prevención de complicaciones:


  1. Control del dolor: Administración de analgésicos, generalmente antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) o opioides en casos severos.

  2. Hidratación: Mantener una adecuada hidratación para favorecer la eliminación del cálculo.

  3. Antieméticos: Para controlar las náuseas y vómitos asociados.

  4. Antibióticos: En caso de sospecha de infección urinaria o biliar asociada.

  5. Evaluación de la función renal y hepática según corresponda.

  6. Considerar intervenciones urgentes como la descompresión biliar en casos de colangitis o la derivación urinaria en casos de uropatía obstructiva[3][7]


La enfermedad calculosa es una patología frecuente que requiere un abordaje diagnóstico y terapéutico integral. El reconocimiento temprano de los síntomas y signos, junto con el uso apropiado de las pruebas diagnósticas, es fundamental para un manejo adecuado y la prevención de complicaciones.


El tratamiento en emergencias se centra en el alivio sintomático y la estabilización del paciente, mientras se planifica el manejo definitivo que puede incluir desde medidas conservadoras hasta intervenciones quirúrgicas según la severidad y localización de los cálculos.


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