MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La enfermedad calculosa, también conocida como litiasis, es una condición médica caracterizada por la formación de cálculos o piedras en diferentes órganos del cuerpo, principalmente en el sistema urinario y biliar. Esta patología es frecuente en la población general, con una prevalencia que varía entre el 5.9% y el 21.9% a nivel mundial, siendo Latinoamérica una de las regiones con mayor incidencia[1][3].
Síntomas
Los síntomas de la enfermedad calculosa pueden variar dependiendo de la localización de los cálculos. En el caso de la litiasis renal, los pacientes pueden experimentar:
Dolor intenso en la espalda o en la región abdominal inferior
Malestar vago o dolor sordo en el abdomen
Dolor al orinar
Dolor en la ingle o en el muslo
Náuseas y vómitos ocasionales
Fiebre y escalofríos
Urgencia frecuente de orinar[1][5]
En la litiasis biliar, los síntomas más comunes incluyen:
Dolor abdominal agudo constante en el hipocondrio derecho
Náuseas y vómitos
Fiebre entre 37.5 y 39°C[3]
Signos clínicos
Los signos clínicos más relevantes en la enfermedad calculosa incluyen:
Presencia de sangre en la orina (hematuria)
Orina turbia o con mal olor
Hipersensibilidad en el hipocondrio derecho (en caso de litiasis biliar)
Signo de Murphy positivo (en colecistitis)
Resistencia muscular a la exploración abdominal[1][3]
Exploración
Durante la exploración física, el médico debe prestar atención a:
Palpación abdominal, especialmente en el hipocondrio derecho y región lumbar
Evaluación del signo de Murphy
Búsqueda de signos de infección o inflamación, como fiebre o taquicardia
Valoración de la estabilidad hemodinámica[3]
Pruebas diagnósticas
El diagnóstico de la enfermedad calculosa se basa en una combinación de hallazgos clínicos y pruebas complementarias:
Análisis de orina: Puede revelar hematuria, cristaluria o signos de infección[5].
Estudios de imagen:
Ecografía: Es la prueba no invasiva de primera elección para la litiasis biliar y renal[3].
Tomografía computarizada (TC): Especialmente útil para la detección de cálculos renales[7].
Radiografía simple de abdomen: Puede mostrar cálculos radiopacos[8].
Análisis de sangre: Puede revelar alteraciones bioquímicas como leucocitosis, aumento de bilirrubinas y fosfatasa alcalina[3].
Análisis del cálculo: Si se recupera un cálculo expulsado, su análisis puede proporcionar información valiosa sobre su composición y etiología[5][8].
Manejo en Emergencias
El manejo de la enfermedad calculosa en el servicio de emergencias se centra en el control del dolor y la prevención de complicaciones:
Control del dolor: Administración de analgésicos, generalmente antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) o opioides en casos severos.
Hidratación: Mantener una adecuada hidratación para favorecer la eliminación del cálculo.
Antieméticos: Para controlar las náuseas y vómitos asociados.
Antibióticos: En caso de sospecha de infección urinaria o biliar asociada.
Evaluación de la función renal y hepática según corresponda.
Considerar intervenciones urgentes como la descompresión biliar en casos de colangitis o la derivación urinaria en casos de uropatía obstructiva[3][7]
La enfermedad calculosa es una patología frecuente que requiere un abordaje diagnóstico y terapéutico integral. El reconocimiento temprano de los síntomas y signos, junto con el uso apropiado de las pruebas diagnósticas, es fundamental para un manejo adecuado y la prevención de complicaciones.
El tratamiento en emergencias se centra en el alivio sintomático y la estabilización del paciente, mientras se planifica el manejo definitivo que puede incluir desde medidas conservadoras hasta intervenciones quirúrgicas según la severidad y localización de los cálculos.
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