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Eccema venoso y lipodermatoesclerosis


MANUAL DE EMERGENCIAS 2024



Manejo de Eccema venoso y lipodermatoesclerosis


  1. Aplicación de emolientes y corticoides tópicos:


    • Es fundamental la aplicación regular de emolientes (al menos dos veces al día) para mantener la piel hidratada, prevenir la sequedad y reducir las exacerbaciones del eccema venoso. Los emolientes ayudan a restaurar la barrera cutánea y a reducir la inflamación.


    • En los brotes agudos de eccema o lipodermatoesclerosis, se recomienda el uso de corticoides tópicos. Para el eccema venoso, se puede utilizar un corticosteroide de potencia baja o media (hidrocortisona o betametasona), mientras que para la lipodermatoesclerosis, que presenta inflamación crónica más intensa, es necesario un corticosteroide de alta potencia.


  2. Manejo de complicaciones:


    • Dolor: se aconseja el uso de analgésicos simples, como paracetamol, con o sin codeína, para aliviar el dolor en las fases agudas.


    • Infección: si hay signos de infección (como ampollas, costras infectadas o exudación), se puede considerar un tratamiento con antibióticos tópicos u orales, según la gravedad.


    • Dermatitis por contacto: si se sospecha una reacción alérgica a productos tópicos, como cremas o vendajes, se debe referir al paciente a un dermatólogo para la realización de pruebas de parche y evitar futuros contactos con alérgenos.


  3. Consejos de autocuidado:


    • Evitar lesiones en la piel, ya que cualquier daño cutáneo puede desencadenar ulceración.


    • Elevación de las piernas por encima del nivel de las caderas cuando se descansa para reducir el edema y mejorar el retorno venoso.


    • Mantenerse activo físicamente, con ejercicios de las piernas para estimular la bomba muscular de los músculos de la pantorrilla.


    • Pérdida de peso en caso de sobrepeso u obesidad, ya que la disminución del peso alivia la presión sobre las venas de las piernas.


    • Evitar estar de pie durante largos periodos y usar calzado adecuado para minimizar el trauma en los pies y las piernas.


  4. Compresión con medias elásticas:


    • Es esencial ofrecer medias de compresión graduada tras descartar insuficiencia arterial. Las medias de clase 2 (compresión media) son las más utilizadas, aunque en personas con dificultad para tolerarlas se puede optar por las de clase 1 (compresión leve). En casos graves, pueden indicarse medias de clase 3 (compresión fuerte).


    • El uso de medias de compresión es clave para prevenir la progresión de la insuficiencia venosa y reducir el riesgo de ulceración.


  5. Derivación a especialistas:


    • Considerar la derivación a un servicio vascular si los síntomas no mejoran con el manejo en atención primaria o si el paciente presenta varices graves o úlceras venosas.


    • Derivar a un dermatólogo si el eccema o la lipodermatoesclerosis no responden adecuadamente al tratamiento o si se sospecha una dermatitis por contacto.


Diagnóstico


  1. Historia clínica:


    • Preguntar sobre síntomas asociados de insuficiencia venosa crónica, como pesadez, dolor, picazón, hinchazón, fatiga en las piernas y molestias que empeoran al final del día y mejoran con la elevación de las piernas.


    • Evaluar factores de riesgo como la inmovilidad, antecedentes de trombosis venosa profunda (TVP), varices, antecedentes de úlceras venosas o celulitis previas.


  2. Examen físico:


    • Documentar la naturaleza y severidad de los cambios cutáneos. Estos generalmente ocurren en la parte inferior de las piernas y son bilaterales. Entre los cambios cutáneos venosos destacan:


      • Hiperpigmentación: el oscurecimiento de la piel, especialmente en áreas que rodean los tobillos, es causado por la deposición de hemosiderina, debido a la extravasación de glóbulos rojos.

      • Eccema venoso: piel roja, escamosa, con picazón y, a veces, presencia de ampollas o costras.

      • Lipodermatoesclerosis: puede ser aguda o crónica. En su fase aguda, presenta inflamación dolorosa que puede confundirse con celulitis. En la fase crónica, la piel se vuelve dura, engrosada y adopta un color rojo o marrón, dando lugar a una apariencia característica de “botella de champaña invertida” en el área afectada.

      • Atrofia blanca: zonas atróficas de color blanco rodeadas de puntos rojos y pigmentación marrón en los bordes.


    • Evaluar otros signos de insuficiencia venosa, como varices, edema con fóvea y posibles complicaciones como infecciones o úlceras en las piernas.


  3. Evaluación de complicaciones:


    • Evaluar la presencia de infección (celulitis o impetiginización) o úlceras venosas, que son complicaciones frecuentes en la insuficiencia venosa avanzada.


  4. Exclusión de insuficiencia arterial:


    • Antes de aplicar medias de compresión, se debe medir el índice tobillo-brazo (ITB) para descartar insuficiencia arterial. Un ITB inferior a 0.8 sugiere una enfermedad arterial significativa, en cuyo caso las medias de compresión deben usarse con precaución o bajo supervisión especializada.


Diagnóstico Diferencial


  1. Eccema venoso:

    • Es una forma de dermatitis inflamatoria que ocurre como resultado de la hipertensión venosa crónica. Se caracteriza por enrojecimiento, picazón, descamación y, en algunos casos, la formación de ampollas y costras.


  2. Lipodermatoesclerosis:


    • Es una condición crónica y progresiva que afecta la piel y los tejidos subcutáneos, provocando fibrosis y endurecimiento. En su fase aguda puede confundirse con celulitis o flebitis debido a la inflamación dolorosa. En su forma crónica, produce una apariencia típica de “botella de champaña invertida” en la pierna afectada debido a la fibrosis de la piel.


Definición


El eccema venoso y la lipodermatoesclerosis son manifestaciones cutáneas relacionadas con la insuficiencia venosa crónica. El eccema venoso, también conocido como eccema varicoso, estasis o gravitacional, es una dermatitis inflamatoria que se presenta con enrojecimiento, picazón y descamación de la piel en las piernas.


La lipodermatoesclerosis es una condición crónica que implica inflamación y fibrosis de la piel y los tejidos subcutáneos, resultando en endurecimiento, dolor y cambios de coloración. Ambos trastornos son causados por la hipertensión venosa sostenida, que es consecuencia de la incompetencia valvular venosa o un mal funcionamiento de la bomba muscular de la pantorrilla, lo que lleva a una acumulación de presión en las venas de las piernas.

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