MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
El dolor vulvovaginal es una condición que afecta significativamente la calidad de vida de las mujeres y representa un desafío diagnóstico y terapéutico en la práctica ginecológica. Este artículo aborda los aspectos clave de esta patología, incluyendo sus manifestaciones clínicas, métodos de diagnóstico y manejo en el ámbito de emergencias.
Síntomas
El dolor vulvovaginal se caracteriza por una variedad de manifestaciones clínicas que pueden presentarse de forma aislada o combinada:
Ardor o quemazón vulvar[2][4]
Prurito intenso[6]
Dispareunia superficial[4][6]
Disuria vulvar[6]
Sensación de secuencia vaginal[6]
Dolor pélvico bajo[3]
Es importante destacar que estos síntomas pueden ser crónicos, con una duración de al menos tres meses, ya menudo se asocian con una importante disfunción emocional y funcional[2].
Signos clínicos
La exploración física puede revelar diversos hallazgos, aunque es crucial recordar que la ausencia de signos visibles no descarta la presencia de dolor vulvovaginal. Los signos clínicos más comunes incluyen:
Eritema de la mucosa vaginal y vulvar[6][7]
Edema vulvar, especialmente en labios menores y clítoris[7]
Presencia de secreción vaginal anormal[3][6]
Lesiones eritematoso-escamosas que pueden extenderse a regiones perineales e inguinales[7]
Excoriaciones y fisuras debido al rascado[7]
Fenómenos de licunificación, particularmente en labios mayores[7]
Exploración
La exploración clínica es fundamental para el diagnóstico y debe realizarse de manera minuciosa:
Inspección visual de la vulva, buscando áreas de eritema, edema, fisuras y ulceración[5].
Utilización de un hisopo para localizar áreas sensibles (test del cotton-pal)[4].
Examen con espéculo para evaluar las paredes y el fondo vaginal[5].
Determinación del pH vaginal[5].
Realización de la prueba de aminas[5].
Pruebas diagnósticas
El diagnóstico se basa en la combinación de la historia clínica, la exploración física y las pruebas complementarias:
Observación microscópica de un frotis de exudado vaginal en hidróxido potásico (KOH)[5].
Cultivos vaginales para hongos, bacterias y virus herpes[5].
En casos de cambios tróficos o úlceras, puede ser necesaria una biopsia de la zona[5].
Prueba de embarazo para descartar embarazo ectópico[1].
En casos de diagnóstico incierto, se puede considerar la laparoscopia[1].
Manejo de emergencias
El abordaje en el servicio de emergencias debe ser integral y enfocado en aliviar los síntomas agudos:
Realizar una anamnesis detallada y una exploración física completa[5].
Obtener muestras para cultivo y análisis microscópico[5].
Iniciar tratamiento sintomático con analgésicos y antiinflamatorios si es necesario.
En caso de sospecha de infección, considere el inicio de terapia antimicrobiana empírica[1][3].
Proporcionar medidas de higiene y cuidado local, como el uso de compresas frías y evitar irritantes[4].
En casos de vulvodinia severa, considere el uso de anestésicos tópicos[4].
Derivar a la paciente para seguimiento ginecológico especializado[3].
Es crucial recordar que el dolor vulvovaginal puede ser un síntoma de diversas patologías, desde infecciones hasta condiciones crónicas como la vulvodinia.
Por lo tanto, un enfoque diagnóstico sistemático y un manejo individualizado son esenciales para proporcionar el tratamiento más adecuado y mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados.
Citas
[4] https://www.elsevier.es/es-revista-progresos-obstetricia-ginecologia-151-articulo-vuldodinia-13009592
[5] https://www.actasdermo.org/es-vulvovaginitis-repeticion-valoracion-diagnostica-manejo-articulo-S0001731008746556
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