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Dolor de rodilla - evaluación

Foto del escritor: EmergenciasUNOEmergenciasUNO

MANUAL DE EMERGENCIAS 2024



Manejo del Dolor de rodilla - evaluación



  1. Evaluación inicial:


    • El manejo del dolor de rodilla depende de la causa subyacente, la gravedad de los síntomas y si ha habido trauma. Se debe obtener una historia clínica completa del dolor, indagando sobre el inicio, duración, localización, irradiación, intensidad, y características del dolor, así como los factores que lo agravan o alivian. Además, es necesario preguntar sobre la presencia de hinchazón, inestabilidad, bloqueo o rigidez, así como antecedentes de traumatismos, cirugías o enfermedades articulares previas.


    • En el examen físico, se debe inspeccionar la rodilla para buscar deformidades, signos de inflamación (eritema, calor, derrame), y cualquier alteración en la marcha o la postura. La palpación debe buscar zonas dolorosas, presencia de derrames articulares o de masas. La evaluación del rango de movimiento de la rodilla (normalmente 0 grados de extensión a 135 grados de flexión) también es clave.


    • Si hay historia de trauma, es esencial una evaluación rápida para descartar fracturas, desgarros de ligamentos, roturas tendinosas, y realizar una valoración neurovascular para asegurarse de que no hay daños en los nervios o vasos sanguíneos.


  2. Indicaciones de derivación urgente o inmediata:


    • La hospitalización o la evaluación inmediata en urgencias está indicada en casos de artritis séptica, fracturas, desgarros de tendones (cuádriceps o rotuliano), dislocaciones traumáticas de rótula, daño neurovascular, o lesiones de tejidos blandos graves con inestabilidad. También se recomienda una evaluación urgente si hay signos de infección articular, como fiebre, eritema, hinchazón, o dolor intenso acompañado de incapacidad para soportar peso.


    • En los niños, se debe considerar la derivación urgente si presentan cojera o se sospecha púrpura de Henoch-Schönlein.


  3. Manejo de causas específicas:


    • Osteoartritis: En casos de osteoartritis, el manejo puede incluir analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), fisioterapia para fortalecer los músculos que rodean la rodilla, y modificaciones en la actividad física. En casos avanzados, la cirugía, como el reemplazo de rodilla, puede ser necesaria.


    • Lesiones traumáticas: En lesiones agudas, el protocolo RICE (reposo, hielo, compresión, elevación) es esencial en las primeras fases. La inmovilización temporal con férulas o vendajes puede ser útil, y en casos de lesiones de ligamentos o meniscos, se puede requerir cirugía.


    • Artritis inflamatoria: En condiciones inflamatorias como la artritis reumatoide, se debe derivar al paciente a un reumatólogo para el manejo adecuado, que puede incluir terapia con inmunosupresores o biológicos.


  4. Seguimiento:


    • El seguimiento debe incluir la monitorización regular de los síntomas. Si los síntomas persisten más de seis semanas o empeoran, se debe considerar la derivación a un especialista en ortopedia o un fisioterapeuta. El manejo del dolor crónico puede requerir un enfoque multidisciplinario, incluyendo fisioterapia, manejo del dolor y posiblemente intervenciones quirúrgicas si el tratamiento conservador no es efectivo.


    • En el caso de artritis inflamatoria, es crucial el seguimiento por parte de un reumatólogo para ajustar la medicación y controlar la progresión de la enfermedad.


Diagnóstico


  1. Historia clínica:


    • La evaluación del dolor de rodilla debe comenzar con una historia clínica detallada. Se debe preguntar sobre:


      • Trauma: Si ha habido algún evento traumático reciente que pudiera haber causado daño en los ligamentos, tendones o huesos.


      • Duración y tipo de dolor: Cuándo comenzó el dolor, si es agudo o crónico, y si es constante o intermitente.


      • Localización: Dónde se siente el dolor, y si está localizado en un área específica (anterior, posterior, medial o lateral).


      • Factores agravantes o alivian: Actividades que agravan el dolor, como subir o bajar escaleras, y si hay algo que lo alivie.


      • Otros síntomas: Hinchazón, rigidez, sensación de bloqueo o inestabilidad en la rodilla, y si el dolor interfiere con la actividad diaria o el sueño.


      • Historia de enfermedades articulares: Antecedentes de artritis reumatoide, gota, psoriasis, infecciones articulares, entre otras.


      • Síntomas sistémicos: Fiebre, pérdida de peso no intencionada, fatiga o cansancio excesivo, los cuales podrían indicar una infección o una enfermedad sistémica, como una artritis inflamatoria o un tumor.


  2. Examen físico:


    • Inspección: Buscar deformidades, atrofia muscular, inflamación, eritema o asimetrías entre ambas rodillas.


    • Palpación: Evaluar la temperatura local (calor), hinchazón, derrame articular, sensibilidad al tacto o masas. También es importante verificar el estado neurovascular (pulsos y reflejos).


    • Evaluación del rango de movimiento: Comprobar el rango de flexión y extensión, así como cualquier limitación o dolor al movimiento.


    • Pruebas específicas: Realizar maniobras diagnósticas para detectar lesiones de ligamentos (pruebas de Lachman, cajón anterior y posterior), desgarros meniscales (prueba de McMurray, Thessaly), o inestabilidad rotuliana (prueba de aprensión patelar).


  3. Pruebas complementarias:


    • Rayos X: Útiles para detectar fracturas, dislocaciones o alteraciones óseas como la osteoartritis. Se utiliza la regla de Ottawa para determinar cuándo es necesario un radiografía.


    • Resonancia magnética (RM): Se indica en casos de sospecha de lesiones de tejidos blandos, como desgarros de meniscos o ligamentos, o cuando hay sospecha de tumores o infecciones.


    • Análisis de laboratorio: En caso de sospecha de artritis inflamatoria, infecciones o gota, pueden ser necesarios exámenes como el análisis de sangre (marcadores inflamatorios, ácido úrico, autoanticuerpos) y la aspiración articular.


Diagnóstico Diferencial


  1. Causas según grupos de edad:


    • Niños y adolescentes:


      • Dolor patelofemoral: Dolor difuso en la parte anterior de la rodilla, común en adolescentes activos.


      • Enfermedad de Osgood-Schlatter: Dolor y tumefacción en la tuberosidad tibial, frecuente en adolescentes durante los picos de crecimiento.


      • Dolor referido de la cadera: Dolor en la rodilla debido a problemas en la cadera, como la enfermedad de Perthes o epifisiolisis de la cabeza femoral.


    • Adultos jóvenes (18-50 años):


      • Lesiones traumáticas: Esguinces ligamentarios, desgarros meniscales, dislocaciones patelares.


      • Artritis inflamatoria: Artritis reumatoide o espondiloartritis.


    • Adultos mayores (>50 años):


      • Osteoartritis: Dolor y rigidez crónica en la rodilla, generalmente empeorado por la actividad física.


      • Gota y pseudogota: Episodios agudos de dolor intenso, hinchazón y enrojecimiento en la rodilla.


  2. Causas según la localización anatómica:


    • Dolor anterior:


      • Síndrome patelofemoral: Dolor difuso detrás de la rótula, común en corredores y adolescentes.


      • Tendinitis rotuliana: Dolor en el tendón rotuliano, frecuentemente asociado con actividades deportivas.


    • Dolor medial:


      • Lesión del ligamento colateral medial: Común en deportes de contacto, asociado con dolor a lo largo del lado interno de la rodilla.


      • Desgarro meniscal medial: Dolor localizado en el lado interno de la rodilla, con hinchazón gradual.


    • Dolor lateral:


      • Síndrome de la banda iliotibial: Dolor lateral frecuente en corredores.


    • Dolor posterior:


      • Quiste de Baker: Acumulación de líquido detrás de la rodilla, causando hinchazón y dolor al flexionar la rodilla.


Definición


El dolor de rodilla es una condición frecuente que puede estar causada por una variedad de factores, incluyendo enfermedades degenerativas (como la osteoartritis), lesiones traumáticas (desgarros ligamentarios, fracturas), inflamatorias (artritis reumatoide, gota), infecciosas (artritis séptica) o por dolor referido de otras áreas como la cadera o la columna lumbar. La evaluación clínica debe ser detallada, combinando la historia clínica y un examen físico exhaustivo para determinar la causa subyac

 
 
 

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