MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
El dengue es una enfermedad infecciosa causada por un flavivirus transmitido por mosquitos del género Aedes. Esta patología representa un importante problema de salud pública en regiones tropicales y subtropicales, afectando a millones de personas anualmente[1][3].
Síntomas
Los síntomas del dengue suelen aparecer entre 5 y 7 días después de la picadura del mosquito infectado. La enfermedad se caracteriza por la aparición repentina de fiebre alta (>38.5°C), que generalmente dura de 2 a 7 días[1][3]. Otros síntomas comunes incluyen:
Náuseas y vómitos
Sarpullido o erupción cutánea
Dolor muscular y articular intenso.
Cefalea severa
Dolor retroorbitario
Fatiga
Es importante destacar que aproximadamente una de cada cuatro personas infectadas desarrolla síntomas, y estos pueden variar de leves a graves[1].
Signos Clínicos
Los signos clínicos del dengue pueden evolucionar rápidamente, especialmente durante la fase crítica de la enfermedad. Estos incluyen:
Petequias y equimosis
Sangrado de mucosas (epistaxis, gingivorragia)
Hepatomegalia
Dermatitis pleural o ascitis
Letargia o irritabilidad
Hipotensión postural
Un signo característico es la prueba del torniquete positivo, que indica fragilidad capilar[1][3].
Exploración
La exploración física debe ser minuciosa y enfocarse en detectar signos de alarma que puedan indicar una progresión hacia el dengue grave. Se debe evaluar:
Estado hemodinámico (presión arterial, frecuencia cardíaca)
Signos de deshidratación
Presencia de derrames serosos (ascitis, derrame pleural)
Estado neurológico
Hepatomegalia
Manifestaciones hemorrágicas
Es crucial realizar un seguimiento cercano, ya que la condición del paciente puede deteriorarse rápidamente, especialmente durante la fase crítica[2][4].
Pruebas Diagnósticas
El diagnóstico del dengue se basa en la combinación de resultados clínicos y pruebas de laboratorio. Las principales pruebas diagnósticas incluyen:
Pruebas serológicas:
Detección de anticuerpos IgM e IgG específicos contra el virus del dengue
ELISA para la detección de la proteína NS1
Pruebas moleculares:
RT-PCR para la detección del ARN viral
Pruebas hematológicas:
Hemograma completo (leucopenia, trombocitopenia)
Hematocrito (para evaluar la hemoconcentración)
Pruebas bioquímicas:
Transaminasas hepáticas (AST, ALT)
Albúmina sérica
Es importante destacar que la confirmación por laboratorio no es necesaria para iniciar el manejo clínico, pero es útil para la vigilancia epidemiológica[4][5].
Manejo de emergencias
El manejo del dengue en emergencias se centra en la evaluación rápida y la estabilización del paciente. Los pasos clave incluyen:
Clasificación de la gravedad: Determinar si se trata de dengue sin signos de alarma, con signos de alarma o dengue grave[4].
Manejo de la fiebre: Administración de antipiréticos como paracetamol, evitando el uso de antiinflamatorios no esteroideos.
Reposición de líquidos: La terapia de fluidos es crucial, especialmente en casos con signos de alarma o dengue grave. Se debe iniciar la rehidratación oral o intravenosa según el caso[5].
Monitorización estrecha: Vigilar signos vitales, diuresis, hematocrito y plaquetas. La frecuencia del monitoreo dependerá de la gravedad del caso.
Tratamiento de complicaciones: Manejo específico de manifestaciones hemorrágicas, shock o falla orgánica en casos de dengue grave.
Criterios de hospitalización: Pacientes con signos de alarma, dengue grave, embarazadas, o con comorbilidades significativas deben ser hospitalizados para un manejo más intensivo[5].
El reconocimiento temprano de los signos de alarma y el manejo adecuado de líquidos son fundamentales para prevenir complicaciones y reducir la mortalidad asociada al dengue[1][4].
Citas
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