MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La crisis tirotóxica, también conocida como tormenta tiroidea, es una complicación grave y potencialmente mortal del hipertiroidismo no controlado. Este artículo académico abordará los aspectos clave de esta emergencia endocrina, incluyendo sus síntomas, signos clínicos, exploración, pruebas diagnósticas y manejo en el servicio de emergencias.
Síntomas
Los síntomas de la crisis tirotóxica suelen desarrollarse de forma súbita y se caracterizan por una exacerbación de los signos y síntomas del hipertiroidismo. Los pacientes pueden presentar:
Fiebre alta (≥ 38°C)[1][4]
Taquicardia severa (≥ 130 latidos por minuto)[4]
Alteraciones del estado mental, como agitación, delirio, psicosis o coma[4]
Náuseas, vómitos y diarrea[2][4]
Sudoración profusa[2]
Temblores[2]
Inquietud y ansiedad extrema[2]
Signos clínicos
Los signos clínicos más relevantes en la crisis tirotóxica incluyen:
Hipertermia (temperatura > 38,5°C)[1]
Taquicardia sinusal o fibrilación auricular con respuesta ventricular rápida[1][4]
Hipertensión arterial con presión de pulso amplia[2]
Insuficiencia cardíaca congestiva[4]
Alteraciones neurológicas (desde agitación hasta coma)[1][4]
Ictericia o signos de disfunción hepática[4]
Bocio (en la mayoría de los casos)[2]
Exploración
Durante la exploración física, el médico debe prestar especial atención a:
Evaluación del estado mental y nivel de conciencia
Signos vitales, con énfasis en la frecuencia cardíaca y temperatura
Exploración de la glándula tiroides en busca de bocio[2]
Examen oftalmológico para detectar exoftalmos u otras manifestaciones oculares[2]
Auscultación cardiopulmonar para identificar arritmias, soplos o signos de insuficiencia cardíaca
Exploración abdominal en busca de hepatomegalia o esplenomegalia[1]
Pruebas diagnósticas
El diagnóstico de la crisis tirotóxica es principalmente clínico, pero se pueden realizar las siguientes pruebas para confirmar el diagnóstico y evaluar la gravedad:
Perfil tiroideo: TSH suprimida, T4 libre y T3 libre elevadas[2][4]
Hemograma completo
Bioquímica sérica con función renal, hepática y electrolitos[1]
Gasometría arterial
Electrocardiograma
Radiografía de tórax
Cultivos de sangre, orina y esputo para descartar infecciones[1]
Es importante destacar que los niveles de hormonas tiroideas no siempre se correlacionan con la gravedad clínica[4]. Para el diagnóstico, se pueden utilizar escalas como la de Burch y Wartofsky o los criterios de la Asociación Japonesa de Tiroides[4][6].
Manejo de emergencias
El tratamiento de la crisis tirotóxica debe iniciarse de inmediato y se basa en los siguientes pilares:
Medidas de soporte:
Oxigenoterapia y, si es necesario, ventilación mecánica[1]
Corrección de desequilibrios hidroelectrolíticos[2]
Control de la temperatura con medios físicos y antipiréticos[1]
Bloqueo de la síntesis y liberación de hormonas tiroideas:
Tionamidas: propiltiouracilo o metimazol[3][6]
Yodo inorgánico (solución de Lugol o yoduro de potasio)[3]
Bloqueo de los efectos periféricos de las hormonas tiroideas:
Betabloqueantes (propranolol)[2][6]
Tratamiento con glucocorticoides:
Hidrocortisona o dexametasona[3]
Tratamiento de complicaciones y factores desencadenantes:
Antibióticos si se sospecha infección[1]
Manejo de arritmias e insuficiencia cardiaca[2]
El manejo debe realizarse en una unidad de cuidados intensivos debido a la alta morbimortalidad asociada[6].
La crisis tirotóxica es una emergencia endocrina que requiere un alto índice de sospecha, diagnóstico rápido y tratamiento agresivo.
El reconocimiento temprano de los síntomas y signos, junto con un manejo multidisciplinario, es fundamental para mejorar el pronóstico de estos pacientes.
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