MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
La crisis hiperglucémica es una emergencia médica de origen metabólico que puede presentarse en pacientes con o sin historia previa de diabetes mellitus[5]. Comprende dos entidades principales: la cetoacidosis diabética (CAD) y el estado hiperosmolar hiperglucémico (EHH)[3]. Ambas condiciones representan complicaciones metabólicas agudas graves de la diabetes y están asociadas con un notable exceso de mortalidad[2].
Síntomas
Los síntomas de la crisis hiperglucémica pueden variar en su presentación y gravedad:
Poliuria y polidipsia[1][2][3]
Náuseas y vómitos (más frecuentes en CAD)[2]
Debilidad y fatiga[1][5]
Alteraciones del estado mental, desde confusión hasta coma[1][3][4]
Pérdida de peso reciente[3]
Dolor abdominal (más común en CAD)[3]
Es importante notar que los síntomas en la CAD suelen presentarse de forma abrupta, mientras que en el EHH la aparición es más insidiosa[2].
Signos Clínicos
La exploración física puede revelar:
Signos de deshidratación severa (mucosas secas, disminución de la turgencia cutánea)[1][3][4]
Taquicardia e hipotensión[1][4]
Respiración de Kussmaul y aliento cetónico (en CAD)[2]
Alteraciones neurológicas (letargia, estupor o coma)[3][4]
Fiebre (en presencia de infección)[1]
Exploración
La evaluación inicial debe incluir:
Evaluación del estado de conciencia[4]
Signos vitales (frecuencia cardíaca, presión arterial, frecuencia respiratoria)[1][4]
Evaluación del estado de hidratación[3][4]
Examen neurológico completo[3]
Búsqueda de posibles focos infecciosos[2]
Pruebas Diagnósticas
Las pruebas de laboratorio esenciales incluyen:
Glucemia (>250 mg/dL en CAD, >600 mg/dL en EHH)[2][3]
Electrolitos séricos, incluyendo sodio y potasio[3][4]
Gases arteriales (pH <7,3 en CAD)[2][3]
Cetonas en sangre y orina[3][4]
Osmolaridad sérica (>320 mOsm/kg en EHH)[2][6]
Nitrógeno ureico y creatinina[4]
Hemograma completo[4]
Además, se deben realizar pruebas adicionales para identificar posibles factores precipitantes, como cultivos de sangre y orina, electrocardiograma, y pruebas de COVID-19 y gripe[1].
Manejo de emergencias
El tratamiento de la crisis hiperglucémica se basa en tres pilares fundamentales:
Reposición de líquidos: Se inicia con solución salina al 0,9% a una tasa de 15-20 mL/kg/hora durante las primeras 1-2 horas[5][6]. El objetivo es corregir la deshidratación y mejorar la perfusión tisular.
Terapia con insulina: Se administra insulina regular en infusión intravenosa continua a una dosis de 0,1 UI/kg/hora[2][5]. El objetivo es reducir la glucemia a un ritmo de 50-75 mg/dL por hora.
Corrección de electrolitos: Se debe prestar especial atención a los niveles de potasio, administrando suplementos según sea necesario[3][4].
El monitoreo frecuente de la glucemia, electrolitos y estado ácido-base es crucial para ajustar el tratamiento[5]. Una vez que la glucemia alcance niveles de 250-300 mg/dL en CAD o EHH, se debe considerar la transición a insulina subcutánea y la introducción de dextrosa en los fluidos intravenosos para prevenir la hipoglucemia[3][6].
Es fundamental identificar y tratar el factor precipitante de la crisis hiperglucémica para prevenir recurrencias[1][5].
El manejo efectivo de la crisis hiperglucémica requiere un enfoque multidisciplinario, un diagnóstico temprano y un tratamiento agresivo para reducir la morbilidad y mortalidad asociadas a esta condición potencialmente mortal.
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