MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
El cólico renal uretérico, también conocido simplemente como cólico renal, es una de las principales causas de emergencia nefrológica, con una alta incidencia en la población. Entre el 10-20% de las personas sufrirán un evento de cólico renal en su vida[2]. Esta condición se caracteriza por un dolor intenso y súbito causado por la obstrucción aguda del flujo urinario, generalmente debido a la presencia de cálculos renales.
Síntomas
El síntoma principal del cólico renal es un dolor intenso y súbito que se presenta en el flanco o la región lumbar[1]. Este dolor suele ser unilateral y puede irradiarse hacia el abdomen inferior, la ingles, los testículos o los labios mayores[1][6]. Otros síntomas comunes incluyen:
Náuseas y vómitos
General de Malestar
Hematuria (sangre en la orina)
Urgencia y frecuencia urinaria
Dolor al orinar (disuria)
Es importante destacar que la intensidad del dolor puede variar, presentándose en oleadas que aumentan gradualmente hasta alcanzar un pico máximo y luego disminuyen[7].
Signos Clínicos
Los signos clínicos más relevantes del cólico renal incluyen:
Puño percusión renal positiva
Inquietud y agitación del paciente debido al dolor intenso
Sudoración
Palidez cutánea
Taquicardia
Además, puede observarse la presencia de íleo reflejo, que se manifiesta como una disminución del peristaltismo intestinal[4].
Exploración
La exploración física en un paciente con sospecha de cólico renal debe incluir:
Evaluación del estado general y signos vitales
Palpación abdominal, prestando especial atención a los flancos y la región suprapúbica.
Puño percusión renal bilateral
Examen de genitales externos en busca de signos de irradiación del dolor.
Es importante realizar un examen completo para descartar otras patologías que puedan simular un cólico renal[1].
Pruebas Diagnósticas
El diagnóstico del cólico renal se basa principalmente en la presentación clínica, pero se pueden realizar las siguientes pruebas para confirmar el diagnóstico y evaluar la gravedad:
Análisis de orina: Para detectar hematuria y descartar infección urinaria[1][3].
Pruebas de función renal: Incluyendo creatinina sérica y electrolitos[1].
Estudios de imagen:
Tomografía computarizada sin contraste (TCSC): Considerada la prueba de elección por su alta precisión diagnóstica[5].
Ecografía: Útil como técnica inicial, especialmente en pacientes jóvenes o embarazadas, debido a la ausencia de radiación[5].
Radiografía simple: Puede ser útil para detectar cálculos radiopacos[5].
Manejo de emergencias
El manejo del cólico renal en el servicio de urgencias se centra en el control del dolor y la evaluación de la necesidad de intervención urológica inmediata. Los pasos principales incluyen:
Control del dolor:
Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) como primera línea de tratamiento[1][6].
Opioides en casos de dolor severo o contraindicación de AINEs[6].
Hidratación:
Administración de líquidos intravenosos para mantener un buen flujo urinario[6].
Tratamiento de síntomas asociados:
Antieméticos para controlar náuseas y vómitos[6].
Evaluación de complicaciones:
Descartar obstrucción completa o infección del tracto urinario[1].
Terapia médica expulsiva:
Considere el uso de alfabloqueantes para facilitar la expulsión de cálculos pequeños[6].
Derivación urológica:
En casos de obstrucción completa, infección, dolor incontrolable o fallo renal agudo[1][6].
El manejo adecuado del cólico renal en urgencias requiere un enfoque multidisciplinario y una evaluación cuidadosa de cada caso individual. La elección del tratamiento y la necesidad de intervención urológica dependerán de la gravedad de la presentación clínica y de los hallazgos de las pruebas diagnósticas.
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