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Apoyo para cuidadores adultos


MANUAL DE EMERGENCIAS 2024



  1. Manejo para el Apoyo para cuidadores adultos


    El manejo de los cuidadores adultos implica una serie de intervenciones centradas en brindar apoyo emocional, físico y práctico para que puedan desempeñar su rol de manera eficaz y sostenible. Este apoyo debe estar diseñado para proteger tanto su salud como su bienestar, reconociendo las tensiones y desafíos que pueden enfrentar. Las estrategias de manejo incluyen:


  • Evaluación de las necesidades del cuidador: Ofrecer a los cuidadores la oportunidad de hablar de manera confidencial sobre sus propias necesidades, separadas de las de la persona a la que cuidan. Se deben explorar temas como el bienestar físico y mental del cuidador, preocupaciones sobre el estrés o la salud, la duración de su rol como cuidador, las horas dedicadas al cuidado, los tipos de apoyo que ya reciben (si los hay), su situación laboral y sus inquietudes respecto a las actividades de cuidado, aislamiento social, tensiones financieras o relaciones interpersonales.


  • Derecho a una evaluación del cuidador: A los cuidadores se les debe informar sobre su derecho a realizar una evaluación de sus necesidades, tal como lo estipula la Ley de Cuidado de 2014. Esta evaluación es un proceso formal donde el cuidador puede discutir sus necesidades y obtener un plan de apoyo personalizado. Además, se debe garantizar que comprendan los beneficios de esta evaluación y cómo acceder a ella. La evaluación puede incluir aspectos relacionados con la salud, el bienestar, la educación, el empleo, el acceso a formación específica y los servicios de apoyo comunitario.


  • Soporte continuo y capacitación: Los cuidadores deben recibir contacto y apoyo de manera continua. Esto incluye proporcionarles formación sobre cómo llevar a cabo tareas específicas de cuidado (como la administración de medicamentos o técnicas de manipulación segura) y ayudarlos a adaptarse cuando cambian sus circunstancias o cuando se anticipan cambios importantes (como el deterioro de la salud de la persona cuidada o la transición a cuidados paliativos).


  • Flexibilidad en la atención médica: Los servicios de salud deben adaptarse a las necesidades de los cuidadores, ofreciendo opciones como horarios de citas flexibles, tiempos de espera reducidos y, cuando sea necesario, citas consecutivas para ellos y para la persona que cuidan. Esto también incluye considerar visitas domiciliarias si el cuidador no puede dejar a la persona a su cargo.


  • Apoyo práctico y emocional en momentos de cambio: Los cuidadores deben recibir apoyo práctico y emocional durante transiciones importantes, como cuando la persona que cuidan se traslada a servicios de atención para adultos, cuando ocurren cambios significativos en la salud de la persona o en el momento de su fallecimiento. En estos casos, es fundamental preparar al cuidador para enfrentar estas situaciones, proporcionándoles los recursos necesarios, desde asistencia financiera hasta apoyo emocional.


  • Formación y orientación específica: Los cuidadores deben recibir formación en tareas específicas, como el manejo de medicamentos, cambios de vestimenta o el uso de equipos médicos. Además, es importante que tengan acceso a orientación sobre cómo adaptarse a los cambios en el cuidado que puedan surgir debido a la progresión de la condición de la persona cuidada.


  • Apoyo a los cuidadores trabajadores: Se debe tener en cuenta la relación entre el trabajo y el rol de cuidador. Esto incluye la promoción de condiciones laborales que faciliten la combinación de ambos roles, como horarios flexibles, permisos especiales para cuidadores y la opción de teletrabajo. También se les debe informar sobre los servicios comunitarios que podrían aliviar la carga del cuidado y permitir que el cuidador mantenga su empleo.


  • Acceso a servicios comunitarios y de apoyo: Los cuidadores deben saber que pueden acceder a servicios de apoyo en su comunidad, incluso sin una evaluación formal. Estos pueden incluir grupos de apoyo entre pares, redes locales de cuidadores o servicios específicos proporcionados por organizaciones de voluntarios.


  • Fomentar la autosuficiencia y la autonomía: Se debe alentar a los cuidadores a reconocer su rol y buscar el apoyo adecuado, tanto para ellos como para la persona a la que cuidan. Esto incluye involucrarlos en la toma de decisiones y en la planificación del cuidado, siempre que la persona cuidada lo permita, y asegurarse de que comprendan sus derechos y las opciones disponibles para mejorar su bienestar.


  1. Diagnóstico


    Identificar a los cuidadores es fundamental para proporcionarles el apoyo adecuado. Esto requiere un enfoque proactivo por parte de los profesionales de la salud y los servicios sociales, quienes deben buscar activamente identificar a los cuidadores en diversas interacciones, como consultas médicas, visitas domiciliarias o durante la hospitalización de la persona que recibe cuidado. Las estrategias para diagnosticar la condición de cuidador incluyen:


  • Autoidentificación y registros médicos: Al registrar a pacientes en una práctica médica, los profesionales deben preguntar si la persona brinda cuidados a un familiar, amigo o conocido. Del mismo modo, cuando se diagnostica a alguien con una condición que requiere apoyo continuo, se debe preguntar quién brinda este apoyo, aparte de los profesionales pagados, para identificar posibles cuidadores.


  • Oportunidades para identificar a cuidadores: Las interacciones regulares con el sistema de salud, como citas médicas, vacunas o visitas a domicilio, representan momentos oportunos para preguntar a los pacientes si tienen cuidadores no remunerados que les ayuden. Esto es especialmente relevante para personas mayores, pacientes con discapacidades o condiciones crónicas.


  • Reconocimiento de su rol: Es importante considerar que muchas personas no se reconocen a sí mismas como cuidadores, a pesar de cumplir con este rol. Los profesionales de la salud deben ser conscientes de esto y buscar identificar a los cuidadores, incluso cuando estos no se autodefinen como tales. Además, algunos cuidadores pueden no pedir ayuda por no asociar su situación con la necesidad de apoyo profesional.


  • Registro y consentimiento: Una vez que se identifica a un cuidador, su rol debe ser registrado en los historiales médicos tanto del paciente como del cuidador, siempre que se cuente con el consentimiento necesario. Esto ayuda a que los profesionales involucrados puedan ofrecer apoyo personalizado al cuidador.


  1. Diagnóstico Diferencial


    El diagnóstico diferencial en el contexto de los cuidadores se centra en distinguir entre quienes asumen el rol de cuidado de forma no remunerada y aquellos que reciben una compensación económica por su labor, como asistentes o profesionales de la salud. Asimismo, es crucial identificar si el cuidador presenta problemas de salud derivados de su rol, como lesiones físicas (p. ej., problemas musculoesqueléticos por movilizar a la persona cuidada) o condiciones de salud mental (p. ej., ansiedad o depresión debido al estrés de cuidar). En este sentido, se debe evaluar si las dolencias del cuidador están relacionadas con su rol o si existen otras causas subyacentes que requieran intervención.


  2. Definición


    Un cuidador adulto es una persona que brinda cuidados y apoyo no remunerados a un miembro de la familia, pareja o amigo debido a las necesidades de salud o atención social de este último. Estas necesidades pueden derivar de una discapacidad, una condición de salud física o mental, la fragilidad asociada con la edad avanzada o una adicción. Sin la ayuda del cuidador, la persona a la que se cuida tendría dificultades para enfrentar su vida diaria. Los cuidadores suelen encargarse de una variedad de tareas que varían según las necesidades de la persona cuidada, entre las cuales se incluyen:


  • Tareas domésticas como la limpieza, la preparación de comidas y la compra de alimentos.


  • Asistencia general, como ayudar con la movilidad, la administración de medicamentos y los cambios de vestimenta.


  • Cuidado íntimo, como ayudar con el aseo personal o el vestirse.


  • Proporcionar apoyo emocional y compañía, y supervisar a la persona cuidada.


  • Acompañar a la persona a citas médicas o traducir en casos de barreras idiomáticas.


  • Ayudar en la gestión de sus finanzas y pagos de facturas.


  • Gestionar servicios de cuidado y trámites relacionados con beneficios o asistencia social.


Se estima que en el Reino Unido hay alrededor de siete millones de cuidadores no remunerados, y aproximadamente 3 de cada 5 personas asumirán este rol en algún momento de sus vidas.


Los cuidadores no solo aportan un valor crucial a las personas a las que cuidan, sino también a la sociedad en su conjunto, a menudo realizando tareas que de otro modo recaerían en los servicios de salud o sociales. Sin embargo, ser cuidador también puede generar retos significativos en términos de salud física y mental, aislamiento social, dificultades financieras y un impacto negativo en el empleo.

 
 
 

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