MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
El accidente cerebrovascular (ACV) es un síndrome caracterizado por el inicio agudo de un déficit neurológico que persiste por al menos 24 horas, reflejando un compromiso focal del sistema nervioso central debido a un trastorno de la circulación cerebral[7]. Es la tercera causa más común de muerte en Estados Unidos y el trastorno neurológico más frecuente e incapacitante[7].
Síntomas
Los síntomas del ACV suelen aparecer de forma arrepentida e incluyen:
Entumecimiento o debilidad arrepentida, especialmente en un lado del cuerpo.
Confusión súbita o dificultad para hablar o comprender.
Problemas visuales repentinos en uno o ambos ojos.
Dificultad arrepentida para caminar, mareos o pérdida de equilibrio.
Dolor de cabeza severo y arrepentido sin causa conocida[1][8]
Es importante destacar que estos síntomas pueden ser transitorios o persistentes[3].
Signos clínicos
Los signos clínicos más comunes del ACV incluyen:
Hemiparesia contralateral
Hemianestesia
Hemianopsia homónima contralateral
Afasia (cuando se afecta el hemisferio dominante)
Apraxia e inatención sensitiva (cuando se afecta el hemisferio no dominante)
Disartria
Ataxia
Alteración del nivel de conciencia[3]
Exploración
La exploración física debe incluir:
Evaluación del estado de alerta mental
Examen de la coordinación y el equilibrio.
Valoración de la fuerza y sensibilidad en cara, brazos y piernas.
Evaluación del habla y la visión
Auscultación de las arterias carótidas[8]
Se puede utilizar la escala FAST (Face, Arms, Speech, Time) para una evaluación rápida[9].
Pruebas diagnósticas
Las pruebas diagnósticas más comunes incluyen:
Neuroimagen: Tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM) del cerebro
Angiografía cerebral
Cartílago dúplex
Ecocardiografía
Electrocardiograma
Análisis de sangre (incluyendo glucemia, perfil lipídico y coagulación)[4][8]
Manejo de emergencias
El manejo en emergencias del ACV isquémico agudo incluye:
Evaluación rápida y estabilización de las funciones vitales.
Neuroimagen urgente para descartar hemorragia.
Administración de trombolíticos (t-PA) dentro de las primeras 4,5 horas del inicio de los síntomas, si está indicado.
Control de la presión arterial, glucemia y temperatura.
Prevención de complicaciones (trombosis venosa profunda, neumonía por aspiración, etc.)
Inicio precoz de la rehabilitación[5][9]
Para el ACV hemorrágico, el manejo se centra en controlar el sangrado y la presión intracraneal[8].
Es crucial recordar que “el tiempo es cerebro”, y cada minuto cuenta en el manejo del ACV agudo. La rápida identificación de los síntomas y el traslado inmediato a un centro especializado son fundamentales para mejorar el pronóstico del paciente[9].
Citas
[2] https://www.msdmanuals.com/es/hogar/enfermedades-cerebrales-medulares-y-nerviosas/accidente-cerebrovascular-ictus/accidente-cerebrovascular-isquémico
[3] https://www.msdmanuals.com/es/professional/trastornos-neurológicos/accidente-cerebrovascular/generalidades-sobre-los-accidentes-cerebrovasculares
[5] https://www.elsevier.es/es-revista-prehospital-emergency-care-edicion-espanola-44-articulo-control-accidente-cerebrovascular-agudo-traves-servicio-emergencias-13123392
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