MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
El absceso periamigdalino es una complicación grave de la amigdalitis, caracterizada por la acumulación de pus en el espacio entre la cápsula amígdala y los músculos faríngeos. Esta condición requiere un diagnóstico y tratamiento oportunos para prevenir complicaciones potencialmente mortales.
Síntomas
Los síntomas del absceso periamigdalino suelen desarrollarse gradualmente, comenzando con un dolor de garganta que se intensifica con el tiempo[1][3]. A medida que la infección progresa, los pacientes pueden experimentar:
Dolor intenso unilateral en la garganta.
Dificultad y dolor al tragar (odinofagia)
Fiebre y escalofríos
Dolor de cabeza
Dolor de oído ipsilateral
Bebé excesivo
Voz apagada o ronca (voz de “patata caliente”)
Mal aliento (halitosis)
Signos
La exploración física revela varios signos característicos del absceso periamigdalino[1][2][3]:
Amígdalas rojas e inflamadas, con mayor prominencia en el lado afectado
Desviación de la úvula hacia el lado contralateral
Trismo (dificultad para abrir la boca)
Linfadenopatía cervical unilateral, dolorosa a la palpación
Edema y eritema del paladar blando ipsilateral
Exploración
La evaluación clínica del paciente con sospecha de absceso periamigdalino debe incluir[4][5]:
Inspección visual de la cavidad oral y orofaringe.
Palpación cuidadosa de la región periamigdalina para detectar fluctuación.
Evaluación de la movilidad del cuello y la presencia de linfadenopatía cervical.
Examen de los pares craneales para descartar complicaciones neurológicas.
Es crucial realizar esta exploración con precaución, ya que la manipulación excesiva puede provocar la ruptura del absceso y la aspiración de su contenido.
Pruebas diagnósticas
El diagnóstico del absceso periamigdalino se basa principalmente en la presentación clínica, pero pueden ser necesarias algunas pruebas complementarias[4][5]:
Aspiración con aguja fina: Confirma la presencia de pus y diferencia el absceso de la celulitis periamigdalina.
Ecografía intraoral: Puede ayudar a localizar el absceso y guiar la aspiración.
Tomografía computarizada (TC): Útil en casos de diagnóstico incierto o sospecha de complicaciones.
Cultivo y antibiograma del material aspirado: Guía la terapia antibiótica específica
Manejo de emergencias
El tratamiento del absceso periamigdalino en el servicio de urgencias debe ser rápido y eficaz[6][7]:
Evaluación inicial de la vía aérea, respiración y circulación (ABC)
Administración de analgesia y antipiréticos según sea necesario
Hidratación intravenosa si el paciente presenta dificultad para la ingesta oral
Drenaje del absceso mediante una de las siguientes técnicas:
Aspiración con aguja
Incisión y drenaje
Amigdalectomía de urgencia (quinsy) en casos seleccionados
Inicio de antibioterapia empírica de amplio espectro, generalmente una combinación de penicilina y metronidazol o una cefalosporina de tercera generación
Consideración de corticosteroides adyuvantes para reducir la inflamación
Observación del paciente durante al menos una hora post-procedimiento para detectar complicaciones inmediatas
Planificación del seguimiento y consideración de amigdalectomía diferida en pacientes con episodios recurrentes
El manejo adecuado del absceso periamigdalino en el servicio de urgencias es crucial para prevenir complicaciones graves como la obstrucción de la vía aérea, la extensión de la infección al espacio parafaríngeo o la trombosis de la vena yugular interna (síndrome de Lemierre)[3][ 7].
El absceso periamigdalino representa una emergencia otorrinolaringológica que requiere un alto índice de sospecha, un diagnóstico preciso y un tratamiento oportuno. El conocimiento de sus manifestaciones clínicas y el dominio de las técnicas de drenaje son esenciales para los médicos de urgencias y otorrinolaringólogos.
Cita
[4] https://www.msdmanuals.com/es/professional/trastornos-otorrinolaringológicos/trastornos-bucales-y-faríngeos/absceso-y-celulitis-periamigdalinos
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