MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
El virus del Ébola (VE) es un patógeno altamente letal que causa la enfermedad por el virus del Ébola (EVE), una afección grave que ha generado brotes devastadores, principalmente en África. Desde su descubrimiento en 1976, el VE ha sido objeto de intensa investigación y preocupación global debido a su alta tasa de mortalidad y potencial pandémico[1][3].
Síntomas
Los síntomas de la EVE suelen aparecer entre 2 y 21 días después de la exposición al virus, con un promedio de 8 a 10 días[2][7]. Los síntomas iniciales incluyen:
Fibra subita (39.5°C - 40°C)
Fatiga extrema
Dolores musculares y articulares
Cefalea intensa
Dolor de garganta
Pérdida de apetito
A medida que la enfermedad progresa, pueden aparecer síntomas más graves como:
Náuseas y vómitos
Diarrea
Dolor abdominal
Erupciones cutáneas
Dificultad para respirar o tragar
Hemorragias internas y externas[1][2][7]
Signos clínicos
La EVE se caracteriza por una serie de signos clínicos que evolucionan rápidamente:
Primera fase: Aparición súbita de fiebre, mialgias y astenia[4].
Segunda fase: Síntomas gastrointestinales prominentes[4].
Tercera y cuarta fase: Manifestaciones críticas, incluyendo fallo multiorgánico y coagulopatía[4][6].
Los signos clínicos más relevantes incluyen:
Fiebre alta y persistente
Taquicardia
Hipotensión (en etapas avanzadas)
Deshidratación severa
Ictericia
Petequias y equimosis
Sangrado en sitios de punción venosa[1][6]
Exploración
La exploración física de un paciente con sospecha de EVE debe realizarse con extrema precaución y utilizando equipo de protección personal adecuado. Los hallazgos pueden incluir:
Evaluación de signos vitales (fiebre, taquicardia, hipotensión)
Examen de piel y mucosas en busca de signos de sangrado o ictericia.
Palpación abdominal para detectar hepatomegalia o esplenomegalia
Evaluación neurológica para descartar alteraciones del estado mental[6][8]
Pruebas diagnósticas
El diagnóstico definitivo de la EVE requiere pruebas de laboratorio específicas:
RT-PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa con Transcriptasa Inversa): Es el método principal de confirmación, capaz de detectar el virus en 24-48 horas[4][6].
ELISA (Ensayo por Inmunoabsorción Ligado a Enzimas): Utilizado para la detección de antígenos y anticuerpos[6].
Prueba de seroneutralización: Para confirmar la presencia de anticuerpos específicos contra el VE[6].
Aislamiento del virus mediante cultivo celular: Realizado en laboratorios de alta seguridad[6].
Además, se deben realizar pruebas complementarias como hemograma completo, perfil de coagulación, función hepática y renal, y electrolitos séricos para evaluar la gravedad de la enfermedad y guiar el tratamiento[6][7].
Manejo de emergencias
El manejo de pacientes con EVE en servicios de emergencia requiere un enfoque multidisciplinario y estrictas medidas de control de infecciones:
Aislamiento inmediato del paciente en una habitación individual con presión negativa[7].
Uso obligatorio de equipo de protección personal completo para todo el personal sanitario[8].
Notificación inmediata a las autoridades sanitarias[7].
Inicio de terapia de apoyo:
Rehidratación agresiva oral o intravenosa
Control de la fiebre y el dolor
Manejo de complicaciones (hipoxemia, shock séptico, fallo multiorgánico)[6][7]
Consideración de terapias específicas:
Anticuerpos monoclonales como mAb114 (Ansuvimab) o REGN-EB3 (Inmazeb)[9]
Plasma de convalecientes en casos seleccionados[6]
Implementación de protocolos de manejo de residuos biológicos y descontaminación[8].
El manejo efectivo de la EVE requiere una respuesta rápida, coordinada y basada en evidencia. La investigación continúa en vacunas y terapias específicas ofrece esperanza para mejorar el pronóstico de esta devastadora enfermedad.
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