MANUAL DE EMERGENCIAS 2025
Los trastornos hemorrágicos son un grupo de condiciones que afectan la capacidad de la sangre para coagular adecuadamente, lo que puede resultar en sangrados excesivos o prolongados. Estos trastornos pueden ser hereditarios o adquiridos y varían en gravedad desde leves hasta potencialmente mortales.
Síntomas
Los síntomas de los trastornos hemorrágicos pueden incluir:
Sangrado prolongado después de cortes o lesiones menores[2]
Hematomas que se forman con facilidad[2]
Sangrados nasales frecuentes o difíciles de detener[1]
Sangrado de encías, especialmente al cepillar los dientes[1]
Menstruación abundante o prolongada en mujeres[1][3]
Sangrado excesivo después de procedimientos médicos o dentales[1][3]
Sangre en la orina o las heces[2]
Signos clínicos
Los signos clínicos observables en pacientes con trastornos hemorrágicos pueden incluir:
Petequias (pequeñas manchas rojas o púrpuras en la piel)[8]
Equimosis (hematomas) extensas o desproporcionadas[8]
Palidez de la piel y mucosas debido a anemia[3]
Signos de hipovolemia en casos graves (taquicardia, hipotensión)[8]
Hemartrosis (sangrado en las articulaciones) en casos de hemofilia[2]
Exploración
Durante la exploración física, el médico debe prestar atención a:
Examen minucioso de piel y mucosas en busca de petequias, púrpura o telangiectasias[8]
Evaluación de signos vitales para detectar taquicardia o hipotensión[8]
Palpación de articulaciones y músculos en busca de hematomas o hinchazones[8]
Examen neurológico para descartar hemorragia intracraneal[8]
Tacto rectal para detectar sangre oculta en heces[8]
Pruebas diagnósticas
Las pruebas diagnósticas más comunes para evaluar trastornos hemorrágicos incluyen:
Hemograma completo (CBC) para evaluar el recuento de plaquetas y glóbulos rojos[6][7]
Tiempo de protrombina (TP) y tiempo de tromboplastina parcial activada (TTPa)[6][7]
Prueba de agregación plaquetaria[7]
Niveles de factores de coagulación específicos[6]
Tiempo de sangría[4]
Pruebas genéticas para trastornos hereditarios como la hemofilia o la enfermedad de von Willebrand[5]
Manejo de emergencias
El manejo de emergencia de los trastornos hemorrágicos puede incluir:
Evaluación rápida de la gravedad del sangrado y estabilización hemodinámica[8]
Administración de productos sanguíneos según sea necesario:
Transfusión de plaquetas en casos de trombocitopenia[7]
Plasma fresco congelado para deficiencias de factores de coagulación[7]
Concentrados de factores específicos en casos de hemofilia[7]
Administración de medicamentos hemostáticos:
Desmopresina (DDAVP) para la enfermedad de von Willebrand y algunos tipos de hemofilia[3]
Antifibrinolíticos como el ácido tranexámico para inhibir la degradación del coágulo[3]
Control local del sangrado mediante presión directa, agentes hemostáticos tópicos o intervenciones quirúrgicas si es necesario[8]
Tratamiento de la causa subyacente si se identifica (por ejemplo, reversión de anticoagulantes, tratamiento de la coagulación intravascular diseminada)[8]
Monitorización continua de los signos vitales, niveles de hemoglobina y parámetros de coagulación[8]
El manejo adecuado de los trastornos hemorrágicos requiere un enfoque multidisciplinario y puede variar según la etiología específica y la gravedad del trastorno. Es fundamental un diagnóstico preciso y un tratamiento oportuno para prevenir complicaciones potencialmente mortales.
Citas
[5]https://www.cdc.gov/female-blood-disorders/es/about/acerca-de-los-trastornos-hemorragicos-en-las-mujeres.html
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