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Sífilis

MANUAL DE EMERGENCIAS 2024


Manejo de la Sífilis


El manejo de la sífilis se basa en el diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado para prevenir complicaciones graves. Los aspectos clave del manejo incluyen:


  • Tratamiento antibiótico: La penicilina, generalmente administrada por vía intramuscular, es el tratamiento de elección para todas las etapas de la sífilis. En personas alérgicas a la penicilina, se pueden utilizar otros antibióticos, como la doxiciclina o la ceftriaxona, aunque con menos eficacia. El tratamiento debe ajustarse según la etapa de la enfermedad:


  • Para la sífilis primaria, secundaria y latente temprana, una única dosis de penicilina es suficiente.


  • Para la sífilis latente tardía y terciaria, se requiere un tratamiento más prolongado, generalmente con dosis adicionales de penicilina.


  • La neurosífilis se trata con penicilina intravenosa durante 10 a 14 días.


  • Monitoreo serológico: Después del tratamiento, los pacientes deben ser seguidos con pruebas serológicas repetidas (generalmente a los 3, 6 y 12 meses) para asegurarse de que la respuesta al tratamiento ha sido adecuada. Esto es especialmente importante para detectar posibles reinfecciones o recaídas.


  • Notificación y tratamiento de contactos: Es esencial rastrear y notificar a las parejas sexuales del paciente para prevenir la propagación de la infección. Esto debe ser realizado por profesionales capacitados para asegurar que las personas expuestas también reciban tratamiento y así se corte la cadena de transmisión. La identificación y tratamiento de las parejas sexuales recientes ayuda a limitar los brotes de la enfermedad y a evitar que el paciente sea reinfectado.


  • Consejos sobre prevención: Se debe aconsejar a los pacientes evitar el contacto sexual hasta que se confirme la curación completa y la desaparición de las lesiones. Además, se deben promover prácticas sexuales seguras, como el uso de preservativos, para reducir el riesgo de reinfección y la propagación de la sífilis y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS).


  • Apoyo psicológico: La sífilis, al ser una ETS, puede tener un impacto emocional significativo en los pacientes debido al estigma social y la vergüenza. Se debe ofrecer apoyo psicológico para ayudar al paciente a lidiar con estas dificultades, así como para mejorar su adherencia al tratamiento y la prevención futura.


  • Evaluación de otras ETS: Dado que la sífilis puede coexistir con otras ETS, es fundamental realizar pruebas de detección adicionales, especialmente para el VIH, la gonorrea y la clamidia. En el caso de pacientes VIH positivos, la coinfección con sífilis puede aumentar el riesgo de complicaciones graves, como la neurosífilis, por lo que el manejo en estos casos requiere especial atención.


Evitar el contacto con lesiones activas: Hasta que se confirme el éxito del tratamiento, es crucial que los pacientes eviten cualquier tipo de contacto sexual o contacto cercano con personas que puedan estar expuestas a las lesiones activas de sífilis, para evitar la transmisión.


Diagnóstico


El diagnóstico de la sífilis puede ser complicado debido a su presentación variable, que abarca desde síntomas evidentes hasta una infección asintomática. Las siguientes características clínicas deben suscitar sospecha de sífilis, especialmente si el paciente tiene factores de riesgo, como haber tenido relaciones sexuales sin protección, múltiples parejas sexuales o contacto con lesiones sospechosas:


  • Sífilis primaria: La principal manifestación es la aparición de una úlcera genital indolora (chancro), que suele ser única, con un borde bien definido y una base limpia. Esta úlcera puede localizarse en la zona genital, rectal o incluso en la boca. El chancro aparece típicamente 21 días después de la exposición, pero puede desarrollarse entre 9 y 90 días después del contacto. Si el chancro no es visible o se localiza en áreas internas, como el recto, puede pasar desapercibido. En algunos casos, el chancro puede ser múltiple, doloroso o purulento, especialmente en personas con coinfección por VIH.


  • Sífilis secundaria: Entre 4 y 12 semanas después de la aparición del chancro, la infección puede progresar a esta fase caracterizada por síntomas sistémicos y cutáneos:


    • Exantema maculopapular no pruriginoso, que típicamente afecta las palmas de las manos y las plantas de los pies.

    • Condilomas lata, que son lesiones verrugosas húmedas, principalmente en las áreas genitales, perianales y axilares.

    • Lesiones en las mucosas, conocidas como lesiones de “trazo de caracol”, que son úlceras en la boca o los genitales.

    • Linfadenopatía generalizada, que puede ser un signo temprano de esta etapa.

    • Otros síntomas sistémicos como fiebre, malestar, dolor de cabeza y fatiga.


  • Sífilis latente: En esta fase, la infección está presente pero no hay síntomas clínicos evidentes. Se detecta mediante pruebas serológicas. La sífilis latente puede ser:


    • Latente temprana: Dentro de los 2 años posteriores a la infección, durante la cual existe riesgo de recurrencia de los síntomas de la sífilis secundaria.

    • Latente tardía: Más de 2 años después de la infección inicial, sin síntomas clínicos pero con riesgo de progresión a sífilis terciaria.


  • Sífilis terciaria: Aunque es rara debido al uso generalizado de antibióticos, esta etapa puede aparecer entre 15 y 30 años después de la infección inicial. Sus manifestaciones incluyen:


    • Sífilis cardiovascular, con afectación del corazón y grandes vasos sanguíneos, que puede causar aneurismas aórticos y fallo cardíaco.

    • Sífilis gomatosa, que se caracteriza por lesiones granulomatosas (gomas) que pueden afectar la piel, los huesos y otros órganos.

    • Neurosífilis, que puede causar tabes dorsalis (alteraciones nerviosas espinales) y parálisis general progresiva, manifestándose como demencia y otros síntomas neurológicos graves.


El diagnóstico requiere pruebas serológicas, como las pruebas treponémicas (que detectan anticuerpos específicos contra Treponema pallidum) y pruebas no treponémicas (como la VDRL o RPR, que miden la actividad de la enfermedad). En casos de neurosífilis o sífilis ocular, se recomienda realizar una punción lumbar.


Diagnóstico Diferencial


La sífilis puede compartir síntomas con diversas enfermedades infecciosas y no infecciosas, por lo que es importante considerar los siguientes diagnósticos diferenciales:


  • Sífilis primaria: El chancro puede confundirse con:


    • Herpes genital, que generalmente causa úlceras dolorosas.

    • Chancroide, causado por Haemophilus ducreyi, que también presenta úlceras dolorosas.

    • Cáncer genital o enfermedad de Behçet, que puede causar úlceras genitales recurrentes.


  • Sífilis secundaria: El exantema maculopapular de la sífilis puede parecerse al de:


    • Infección primaria por VIH, sarampión, rubéola, o reacciones farmacológicas (erupciones por medicamentos).

    • Psoriasis guttata, que puede producir erupciones similares.


  • Sífilis terciaria: Las lesiones de goma o las complicaciones cardiovasculares pueden imitar enfermedades como:


    • Tuberculosis, sarcoidosis o lepra, que también pueden causar lesiones granulomatosas.


    Aneurismas aórticos causados por otras condiciones no infecciosas.


Definición


La sífilis es una enfermedad infecciosa crónica causada por la bacteria Treponema pallidum, una espiroqueta que se transmite principalmente por contacto sexual directo con una lesión infecciosa activa. También puede transmitirse de madre a hijo durante el embarazo, causando sífilis congénita, o en raras ocasiones, a través de transfusiones de sangre o el uso compartido de agujas.


Sin tratamiento, la sífilis progresa a lo largo de varias etapas: primaria, secundaria, latente y terciaria, cada una con características clínicas distintas. Sin intervención médica, la infección puede causar complicaciones graves e irreversibles, como daño neurológico, cardiovascular y cutáneo.


La sífilis afecta tanto a hombres como a mujeres, pero los hombres que tienen sexo con hombres (HSH) y las personas con prácticas sexuales de riesgo están en mayor riesgo. El uso de antibióticos puede curar la enfermedad si se trata en etapas tempranas; sin embargo, si no se trata, la infección puede causar daños significativos y permanentes en diversos órganos del cuerpo, incluyendo el sistema nervioso, el sistema cardiovascular y la piel.


 
 
 

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