MANUAL DE EMERGENCIAS 2024
Manejo de Rosácea - acné
El manejo de la rosácea se centra en controlar los síntomas, prevenir exacerbaciones y mejorar la calidad de vida del paciente. Se basa en un enfoque de tratamiento dirigido a los fenotipos clínicos que presenta cada persona.
Medidas de autocuidado:
Evitar desencadenantes: Aconsejar evitar factores como la exposición al sol, alimentos y bebidas calientes, picantes, alcohol, temperaturas extremas y estrés emocional, que son comunes en la exacerbación de la rosácea.
Protección solar: Se recomienda usar protector solar de amplio espectro con FPS alto y evitar las camas de bronceado.
Cuidado de la piel: Usar limpiadores suaves sin jabón y evitar productos irritantes o abrasivos, como exfoliantes agresivos o productos que contengan alcohol. Se pueden recomendar emolientes regulares si la piel está seca.
Tratamientos tópicos:
Brimonidina tópica: Un alfa-agonista que reduce el eritema persistente. Su acción comienza en 30 minutos y alcanza su máximo efecto entre 3 a 6 horas, después de lo cual el enrojecimiento vuelve gradualmente.
Ivermectina tópica: Eficaz en el tratamiento de pápulas y pústulas inflamatorias de leve a moderada. Se aplica una vez al día durante 8 a 12 semanas.
Metronidazol o ácido azelaico: Alternativas a la ivermectina, recomendadas si la ivermectina no está disponible o en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.
Tratamientos sistémicos:
Doxiciclina oral: Se utiliza en casos moderados a graves de rosácea papulopustular. La dosis habitual es de 40 mg una vez al día en una presentación de liberación modificada. Otros antibióticos, como la oxitetraciclina o la eritromicina, pueden usarse si la doxiciclina no es apropiada.
Alternativas: Para casos más graves o si no hay respuesta al tratamiento tópico, se puede optar por isotretinoína oral, en casos de inflamación severa o engrosamiento de la piel (fima).
Rosácea ocular:
Para los síntomas oculares leves como sequedad o irritación, se recomiendan lágrimas artificiales.
Higiene palpebral: Para casos de blefaritis asociada, es importante realizar una limpieza regular de los márgenes palpebrales.
Si hay compromiso ocular severo, puede ser necesario un tratamiento sistémico con antibióticos como la doxiciclina o una derivación urgente a oftalmología.
Revisión y seguimiento:
El seguimiento tras el tratamiento inicial es fundamental para evaluar la respuesta. Si hay mejoría, se puede mantener el tratamiento tópico. Si no hay mejoría, puede ser necesario ajustar el tratamiento o derivar al paciente a un especialista en dermatología.
Referencias a especialistas:
Se debe considerar la derivación a un dermatólogo si el eritema persistente o las pápulas/pústulas no responden al tratamiento en atención primaria.
Si hay rosácea ocular que no mejora con tratamiento tópico o existe sospecha de complicaciones oculares graves, se debe referir a un oftalmólogo.
Diagnóstico
El diagnóstico de la rosácea se basa en la identificación de los fenotipos clínicos y en la presencia de al menos un criterio diagnóstico o dos criterios mayores.
Criterios diagnósticos:
Cambios fimatosos: Engrosamiento de la piel debido a la hiperplasia sebácea, común en la nariz (rinofima), lo que puede darle un aspecto bulboso.
Eritema persistente: Enrojecimiento en la zona centrofacial que se intensifica con factores desencadenantes.
Criterios mayores:
Eritema transitorio: Episodios breves de enrojecimiento, que pueden ir acompañados de sensación de calor y ardor.
Pápulas y pústulas: Lesiones inflamatorias rojas en la zona centrofacial, que pueden volverse nódulos en casos severos.
Telangiectasias: Vasos sanguíneos visibles en el rostro.
Rosácea ocular: Manifestaciones oculares como telangiectasias en el borde palpebral, blefaritis, conjuntivitis o queratitis.
Criterios menores:
Sensación de ardor o escozor en la piel afectada.
Sequedad cutánea o sensación de aspereza.
Edema facial, que puede ser transitorio o persistente y causar hinchazón local.
Rosácea ocular:
Se sospecha cuando hay síntomas como sequedad ocular, sensación de cuerpo extraño, irritación, enrojecimiento o visión borrosa, con o sin manifestaciones cutáneas.
Diagnóstico diferencial
Es importante descartar otras afecciones que pueden presentar síntomas similares a los de la rosácea, como:
Acné vulgar: A menudo presenta comedones y afecta la espalda y el pecho, además de la cara.
Dermatitis seborreica: Se manifiesta con escamas amarillentas sobre una base eritematosa, generalmente en el cuero cabelludo, las cejas y los pliegues nasolabiales.
Lupus eritematoso sistémico (LES): Un rash malar o en forma de “mariposa” en las mejillas, fotosensibilidad y posibles síntomas sistémicos asociados.
Definición
La rosácea es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que afecta principalmente las áreas centrofaciales, como las mejillas, la nariz, el mentón y la frente. Se caracteriza por episodios recurrentes de eritema persistente, flushing (enrojecimiento transitorio), pápulas y pústulas inflamatorias, y telangiectasias.
En algunos casos, puede presentar fima (engrosamiento de la piel) y afectación ocular, conocida como rosácea ocular. Aunque su causa exacta es desconocida, se cree que es multifactorial, involucrando factores genéticos, inmunológicos y ambientales.
Comments