MANUAL DE EMERGENCIAS 2024
Manejo del Impétigo
Medidas de higiene: Se aconseja a los pacientes con impétigo implementar rigurosas medidas de higiene para ayudar a la curación y evitar la diseminación de la infección. Estas incluyen:
Lavar las áreas afectadas con agua y jabón regularmente.
Evitar tocar o rascar las lesiones, ya que esto puede propagar la infección a otras partes del cuerpo o a otras personas.
Lavarse las manos frecuentemente, especialmente después de tocar las áreas afectadas.
Cubrir las lesiones con apósitos o ropa limpia para prevenir la propagación a través del contacto.
No compartir toallas, ropa, juguetes u otros artículos personales con otros miembros de la familia.
Lavar la ropa, las sábanas y los objetos personales que hayan estado en contacto con las lesiones en ciclos de lavado caliente (al menos 60 grados Celsius) para evitar la reinfección.
Recomendaciones sobre la exclusión social: Los pacientes deben ser excluidos de la asistencia a guarderías, escuelas o el trabajo hasta que todas las lesiones estén completamente secas, cubiertas de costra o curadas, o hasta 48 horas después de comenzar el tratamiento con antibióticos o cremas tópicas. Esto reduce el riesgo de transmisión a otras personas.
Tratamiento tópico y sistémico:
En casos de impétigo no ampolloso localizado en personas que no estén gravemente enfermas ni en riesgo de complicaciones, se recomienda un tratamiento con crema de peróxido de hidrógeno al 1%, aplicado dos o tres veces al día durante 5 días.
Si el peróxido de hidrógeno no es adecuado, se puede usar un antibiótico tópico como ácido fusídico al 2% o mupirocina al 2% (este último en caso de sospecha de resistencia al ácido fusídico), aplicados tres veces al día durante 5 días.
Si el impétigo es extenso o el paciente presenta un alto riesgo de complicaciones, se opta por un tratamiento con antibióticos orales. Los antibióticos de primera línea incluyen flucloxacilina, claritromicina (en caso de alergia a la penicilina) o eritromicina (para personas embarazadas con alergia a la penicilina).
Seguimiento:
Se debe reevaluar a los pacientes si los síntomas empeoran significativamente en cualquier momento o no mejoran tras completar el tratamiento.
Si el impétigo es recurrente, se recomienda realizar un cultivo y prueba de sensibilidad para detectar posibles bacterias resistentes, como el Staphylococcus aureus resistente a meticilina (MRSA), o iniciar un tratamiento de descolonización si el portador nasal es persistente.
Casos graves o complicaciones:
Se debe considerar la hospitalización si se sospecha de sepsis o si el paciente está inmunocomprometido y la infección es extensa.
Consultar a un microbiólogo si se sospecha MRSA para ajustar el tratamiento.
Diagnóstico
Anamnesis: Es fundamental obtener una historia clínica completa, preguntando sobre:
Síntomas actuales: Incluyendo la aparición, duración y localización de las lesiones.
Traumatismos cutáneos recientes: Como picaduras, quemaduras o cortes que podrían haber precedido la infección.
Comorbilidades: Como la presencia de condiciones predisponentes, como eccema, dermatitis o diabetes mellitus.
Factores de riesgo: Contacto reciente con alguien infectado por impétigo.
Tratamiento previo: Incluyendo el uso reciente de antibióticos y la respuesta al mismo.
Síntomas sistémicos: Como fiebre o malestar general, aunque estos son poco comunes en impétigo.
Examen físico: Se deben buscar signos característicos de impétigo y descartar otras condiciones similares. Las características clínicas incluyen:
Impétigo no ampolloso: Presencia de vesículas o pústulas que se rompen rápidamente para formar costras doradas, usualmente en la cara, alrededor de la nariz y boca, extremidades y pliegues corporales (axilas).
Impétigo ampolloso: Bullas frágiles, flácidas, que se rompen y exudan un líquido amarillento, dejando una capa escamosa en los márgenes de las lesiones.
Pruebas adicionales: El diagnóstico de impétigo es clínico en la mayoría de los casos. Sin embargo, se pueden tomar muestras para cultivo y pruebas de sensibilidad en las siguientes situaciones:
Si el impétigo es extenso o no responde al tratamiento empírico.
Si hay recurrencia frecuente.
Si se sospecha de MRSA, especialmente si se desarrolla celulitis o abscesos espontáneos.
Diagnóstico Diferencial
El impétigo puede confundirse con otras afecciones dermatológicas e infecciosas. Los diagnósticos diferenciales incluyen:
Infecciones bacterianas:
Erisipela: Caracterizada por placas eritematosas bien delimitadas, típicamente unilaterales y más frecuentes en la cara, con edema y calor.
Síndrome de piel escaldada estafilocócica: Infección superficial con exfoliación de grandes áreas de piel, generalmente en niños pequeños.
Celulitis: Infección más profunda de la piel y tejidos subcutáneos, con enrojecimiento difuso, hinchazón y dolor.
Infecciones virales:
Varicela: Lesiones vesiculares dispersas por el cuerpo, a menudo con fiebre y malestar general.
Herpes simple: Vesículas agrupadas en zonas mucocutáneas, que pueden ser dolorosas.
Infecciones fúngicas:
Tiña: Infección superficial por hongos, que se presenta con lesiones escamosas en forma de anillo.
Infestaciones parasitarias:
Escabiosis: Presencia de pápulas pruriginosas en áreas como los dedos y las muñecas, causada por ácaros.
Condiciones no infecciosas:
Dermatitis de contacto: Inflamación de la piel tras la exposición a alérgenos o irritantes, que puede presentarse con eritema y vesículas.
Eccema: Dermatitis crónica caracterizada por piel seca, enrojecida y pruriginosa.
Reacciones adversas a medicamentos: Manifestadas con erupciones cutáneas tras la administración de ciertos fármacos.
Definición
El impétigo es una infección cutánea superficial, altamente contagiosa, causada por bacterias. Es más común en niños, aunque puede afectar a personas de todas las edades. Existen dos formas principales de impétigo:
Impétigo no ampolloso: Representa el 70% de los casos. Se caracteriza por la formación de vesículas o pústulas que se rompen rápidamente, generando costras doradas. Esta forma está causada principalmente por Staphylococcus aureus, Streptococcus pyogenes, o ambos.
Impétigo ampolloso: Causado casi exclusivamente por Staphylococcus aureus, se distingue por la presencia de ampollas flácidas llenas de líquido, que al romperse dejan una costra escamosa en los bordes de la lesión. Las toxinas exfoliativas de S. aureus son responsables de la formación de estas bullas al atacar las proteínas que mantienen la cohesión entre las células de la piel.
El impétigo es una condición autolimitada, es decir, tiende a resolverse por sí sola en 7 a 21 días, aunque el tratamiento antibiótico acelera la recuperación y reduce la contagiosidad.
Las complicaciones graves, como la celulitis o la glomerulonefritis postestreptocócica, son raras, pero pueden presentarse en casos más graves, especialmente en neonatos o personas inmunodeprimidas.
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