MANUAL DE EMERGENCIAS 2024
Manejo de la Enfermedad hepática grasa no alcohólica (NAFLD)
El manejo de la enfermedad hepática grasa no alcohólica (NAFLD) se centra en intervenciones para reducir la progresión de la enfermedad hepática, así como la prevención y el tratamiento de complicaciones metabólicas y cardiovasculares. Las estrategias clave incluyen:
Modificación del estilo de vida:
Pérdida de peso: Se recomienda una pérdida de peso gradual y sostenida, con un objetivo de reducción del 5-10% del peso corporal en 6 meses. Se debe promover una dieta equilibrada, como la dieta mediterránea, que puede reducir la grasa hepática incluso sin pérdida de peso significativa.
Ejercicio regular: El objetivo es realizar 150-200 minutos de ejercicio moderado a intenso por semana, distribuidos en 3-5 sesiones, combinando actividad aeróbica y resistencia. El ejercicio regular es crucial para mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la grasa en el hígado.
Modificación de la dieta: Se debe reducir el consumo de bebidas azucaradas, promover el consumo de agua y seguir un plan de dieta bajo en calorías para quienes necesiten perder peso. El déficit calórico recomendado es de 600 kcal por día.
Control de comorbilidades:
Es fundamental optimizar el manejo de condiciones asociadas como la hipertensión, dislipidemia y la diabetes mellitus tipo 2. Las personas con NAFLD no tienen mayor riesgo de hepatotoxicidad si están tomando estatinas, las cuales pueden mejorar el estado hepático y reducir la inflamación y fibrosis.
La gestión integral de estas comorbilidades reduce no solo el riesgo hepático, sino también el riesgo de enfermedad cardiovascular, que es la principal causa de muerte en personas con NAFLD.
Consumo de alcohol:
Se aconseja a los pacientes limitar el consumo de alcohol dentro de los límites recomendados (menos de 20 g al día en mujeres y menos de 30 g al día en hombres), ya que el alcohol, en combinación con la obesidad, aumenta el riesgo de morbilidad hepática y progresión de la fibrosis.
Seguimiento en atención primaria:
Se debe realizar un seguimiento anual de los pacientes con NAFLD para monitorear signos de progresión de la enfermedad, revisar la presión arterial, el índice de masa corporal (IMC) y realizar análisis de sangre para controlar los factores de riesgo metabólico como la glucosa y el perfil lipídico.
Evaluar el riesgo de fibrosis avanzada cada 3 años mediante herramientas no invasivas como el NAFLD Fibrosis Score (NFS) o el FIB-4. Si se identifica un riesgo alto, se debe referir al paciente a un hepatólogo para una evaluación más profunda y tratamiento especializado.
Diagnóstico
El diagnóstico de la enfermedad hepática grasa no alcohólica (NAFLD) generalmente se realiza de manera incidental cuando se encuentran pruebas hepáticas anormales o se observa un hígado graso en una ecografía abdominal solicitada por otras razones.
Criterios diagnósticos:
Sospechar NAFLD en personas con factores de riesgo metabólicos como obesidad, dislipidemia o hiperglucemia, y con pruebas hepáticas elevadas (alanina aminotransferasa [ALT] y aspartato aminotransferasa [AST]) persistentes por más de 3 meses.
Excluir el consumo excesivo de alcohol como causa principal (menos de 20 g/día en mujeres y 30 g/día en hombres).
Ecografía abdominal: Los hallazgos típicos incluyen aumento de la ecogenicidad hepática, indicativo de cambios grasos en el hígado.
Evaluación de fibrosis hepática:
Para evaluar el riesgo de fibrosis avanzada, se utilizan herramientas no invasivas como la puntuación de fibrosis de NAFLD (NFS), FIB-4 o el test de fibrosis hepática avanzada (ELF).
Las personas con bajo riesgo de fibrosis pueden ser manejadas en atención primaria, mientras que aquellas con alto riesgo deben ser referidas a un hepatólogo para evaluación adicional.
Evaluación complementaria:
Es importante realizar pruebas de sangre adicionales para excluir otras causas de enfermedad hepática, incluyendo hepatitis viral, enfermedades autoinmunes, hemocromatosis y otras condiciones metabólicas. Las pruebas incluyen:
Hepatitis B y C: HBsAg y anti-HCV.
Anticuerpos autoinmunes: ANA, ASMA y AMA.
Ferritina y saturación de transferrina (para detectar hemocromatosis).
HbA1c y perfil lipídico para evaluar complicaciones metabólicas como diabetes y dislipidemia.
Diagnóstico Diferencial
El diagnóstico diferencial de NAFLD debe considerar otras enfermedades hepáticas y metabólicas que pueden presentar hallazgos similares, tales como:
Hepatitis viral crónica (B y C).
Hepatitis autoinmune.
Colangitis biliar primaria.
Hemocromatosis hereditaria.
Enfermedad de Wilson.
Déficit de alfa-1 antitripsina.
Esteatosis hepática alcohólica (diferenciada por el consumo excesivo de alcohol).
Definición
La enfermedad hepática grasa no alcohólica (NAFLD) es un espectro de enfermedades hepáticas caracterizadas por la acumulación de grasa en el hígado (esteatosis) en más del 5% de los hepatocitos, en ausencia de consumo excesivo de alcohol u otras causas secundarias de daño hepático.
Se asocia estrechamente con la resistencia a la insulina y las características del síndrome metabólico, como la obesidad central, hipertensión, dislipidemia y diabetes mellitus tipo 2.
NAFLD incluye dos formas principales:
Esteatosis simple: Acumulación de grasa en el hígado sin inflamación significativa ni daño hepático.
Esteatohepatitis no alcohólica (NASH): Incluye inflamación y daño celular, lo que aumenta el riesgo de progresión a fibrosis avanzada, cirrosis y, en casos graves, cáncer hepatocelular.
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