MANUAL DE EMERGENCIAS 2024
Manejo de la Enfermedad de Ménière
Notificación y manejo inicial: Cuando se sospecha la enfermedad de Ménière, es importante remitir al paciente a un especialista en otorrinolaringología (ENT) para confirmar el diagnóstico y diseñar un plan de tratamiento adecuado. Mientras se espera la consulta, es posible que el paciente necesite manejar los ataques en atención primaria.
Medicación accesible: Se aconseja a los pacientes que experimentan ataques frecuentes que mantengan sus medicamentos siempre accesibles. Antes de participar en actividades potencialmente peligrosas, como conducir, nadar o manejar maquinaria pesada, se debe considerar el riesgo de un ataque repentino.
Tratamiento sintomático durante un ataque agudo:
Para reducir los síntomas de náuseas, vómitos y vértigo, se puede recetar una cura corta de proclorperazina o un antihistamínico como cinarizina, ciclizina o prometazina teoclate. La elección del fármaco dependerá de la respuesta del paciente a tratamientos previos y sus preferencias.
En casos graves de náuseas o vómitos, se puede considerar el uso de proclorperazina bucal o una inyección intramuscular de proclorperazina o ciclizina para obtener un alivio rápido. Si los síntomas son severos, es posible que sea necesario hospitalizar al paciente para administrar sedantes laberínticos por vía intravenosa y mantener la hidratación.
Prevención de ataques recurrentes:
Se puede probar un tratamiento con betahistina para reducir la frecuencia y gravedad de los ataques de vértigo, pérdida auditiva y tinnitus. La dosis inicial recomendada de betahistina es de 16 mg tres veces al día con alimentos, con una dosis de mantenimiento de entre 24 y 48 mg diarias. Si la betahistina no proporciona un beneficio clínico suficiente, se debe remitir al paciente a un especialista en ENT para explorar otras opciones de tratamiento.
En algunos casos, se puede explorar el uso de técnicas más invasivas como inyecciones intratimpánicas de gentamicina o corticoesteroides, o la cirugía para reducir los síntomas en pacientes que no responden al tratamiento farmacológico.
Apoyo multidisciplinario: Involucrar a un equipo multidisciplinario es crucial en el manejo a largo plazo. El equipo puede incluir:
Otorrinolaringólogos para la evaluación y tratamiento continuo.
Fisioterapeutas para ayudar con el equilibrio y rehabilitación vestibular.
Audiológos para monitorizar la pérdida auditiva y proveer audífonos si es necesario.
Terapeutas de audición y psicólogos para apoyar al paciente con el tinnitus y el impacto emocional que puede tener la enfermedad, como ansiedad y depresión.
Consejos de autocuidado: Se debe informar al paciente que la enfermedad de Ménière es una afección crónica, pero que con tratamiento adecuado, los síntomas de vértigo pueden mejorar significativamente. Los ataques agudos de vértigo suelen resolverse en un plazo de 24 horas. Si no hay mejora después de 5-7 días o si los síntomas empeoran, se debe reevaluar el diagnóstico.
Evitar desencadenantes: Algunos pacientes pueden beneficiarse de modificar su dieta para reducir el consumo de sal, cafeína, alcohol y tabaco, que se cree que podrían agravar los síntomas. Además, evitar situaciones estresantes puede ayudar a minimizar la frecuencia de los episodios.
Diagnóstico
No hay pruebas específicas: El diagnóstico de la enfermedad de Ménière se basa en la historia clínica y la presentación de los síntomas característicos, ya que no existe una prueba diagnóstica específica.
Historia clínica detallada: El diagnóstico comienza con una historia detallada de los síntomas, incluyendo:
Vértigo: Episodios de vértigo espontáneo que duran entre 20 minutos y 12 horas. El vértigo suele describirse como una sensación de giro o balanceo, a menudo acompañado de náuseas y vómitos. Tras el episodio agudo, la inestabilidad puede persistir durante varios días.
Tinnitus: Un zumbido en el oído afectado, que generalmente se describe como un “rugido”. Este síntoma inicialmente aparece durante los ataques, pero a medida que la enfermedad progresa, el tinnitus puede volverse permanente.
Pérdida auditiva fluctuante: La hipoacusia neurosensorial afecta inicialmente las frecuencias bajas a medias y fluctúa con el tiempo, empeorando durante los ataques de vértigo. Con el tiempo, la pérdida auditiva puede volverse permanente y no fluctuar.
Plenitud auricular: Una sensación de presión o llenura en el oído afectado, que puede preceder al ataque de vértigo y desaparecer después de él.
Características de los ataques:
Los ataques pueden estar precedidos por cambios en el tinnitus, aumento de la pérdida auditiva o sensación de plenitud auricular.
La duración de los ataques de vértigo varía de 20 minutos a varias horas, pero rara vez duran más de 24 horas.
Los episodios pueden ocurrir en clusters durante unas pocas semanas, seguidos de períodos de remisión de meses o incluso años.
Criterios diagnósticos: Para un diagnóstico definitivo de la enfermedad de Ménière, el paciente debe cumplir con los siguientes criterios:
Dos o más episodios de vértigo espontáneo, cada uno con una duración de entre 20 minutos y 12 horas.
Pérdida auditiva neurosensorial documentada en frecuencias bajas a medias en el oído afectado, medida antes, durante o después de un episodio de vértigo.
Síntomas aurales fluctuantes (pérdida auditiva, tinnitus o plenitud) en el oído afectado.
Exclusión de otros diagnósticos vestibulares.
Un diagnóstico probable de la enfermedad de Ménière se realiza si se cumplen criterios similares, pero los episodios de vértigo o mareo duran entre 20 minutos y 24 horas.
Examen físico: Durante un episodio de la enfermedad de Ménière, el paciente puede presentar:
Nistagmo horizontal o rotatorio, que puede suprimirse con la fijación visual.
Pruebas de equilibrio anormales, como la prueba de Romberg, donde el paciente tiene dificultad para mantener el equilibrio con los ojos cerrados y los pies juntos. También pueden tener problemas para caminar en línea recta con los talones tocando los dedos (marcha en tándem).
Descartar otras afecciones: En pacientes con vértigo agudo, se deben descartar eventos cerebrovasculares u otras afecciones que puedan presentar síntomas similares. Los signos de alarma que pueden sugerir una patología central y requerir una evaluación hospitalaria inmediata incluyen:
Pérdida auditiva unilateral nueva.
Signos neurológicos focales como debilidad facial, diplopía o debilidad en las extremidades.
Cefalea de inicio reciente.
Prueba de impulso cefálico negativa.
Diagnóstico Diferencial
La enfermedad de Ménière debe diagnosticarse solo después de descartar otras condiciones que puedan causar síntomas similares, tales como:
Neurinoma del acústico (schwannoma vestibular): Un tumor benigno del nervio vestibulococlear que puede causar síntomas similares.
Otosífilis: Una infección avanzada por sífilis que puede afectar el oído interno.
Esclerosis múltiple: Una enfermedad inflamatoria desmielinizante que afecta al sistema nervioso central y puede causar vértigo.
Fístula perilinfática: Una fuga anormal de líquido perilinfático del oído interno hacia el oído medio, que puede causar vértigo.
Eventos vasculares: Por ejemplo, ataques isquémicos transitorios (TIA) que pueden afectar la circulación en el oído interno.
Migraña vestibular: Se presenta con episodios de vértigo asociados con migraña.
Vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB): Causa común de vértigo que ocurre con ciertos movimientos de la cabeza.
Neuronitis vestibular: Inflamación del nervio vestibular, que puede causar vértigo prolongado.
Labirintitis aguda: Inflamación del oído interno que puede causar pérdida auditiva y vértigo.
Definición
La enfermedad de Ménière es un trastorno del oído interno caracterizado por episodios recurrentes de vértigo, hipoacusia neurosensorial fluctuante, tinnitus y sensación de plenitud en el oído afectado. Es una afección idiopática, lo que significa que su causa no se conoce con certeza.
Si se identifica una causa subyacente específica, el término adecuado es síndrome de Ménière. La enfermedad está relacionada con la hidropesía endolinfática, que implica un aumento de la presión del líquido endolinfático en el laberinto membranoso del oído interno, lo que afecta las funciones vestibulares y auditivas.
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