MANUAL DE EMERGENCIAS 2024
Manejo del Dolor lumbar bajo (sin radiculopatía)
Derivación urgente o ingreso hospitalario:
Se debe organizar una derivación urgente o ingreso hospitalario si existen signos de alarma que sugieran una patología grave subyacente, como el síndrome de cauda equina, fractura vertebral, cáncer, o infección espinal.
Estos signos incluyen: pérdida de control de esfínteres, dolor radicular bilateral, debilidad muscular progresiva, o pérdida sensorial en la región perineal.
Si se sospecha otra causa subyacente no relacionada con el dolor lumbar inespecífico, como una fractura por osteoporosis o cáncer metastásico, se debe referir a un especialista según el criterio clínico.
Autocuidado y educación:
Reasegurar al paciente que el dolor lumbar inespecífico generalmente no tiene una causa grave y la mayoría de las personas mejoran en unas semanas.
Se debe fomentar el movimiento y aconsejar al paciente continuar con sus actividades diarias regulares, evitando el reposo prolongado en cama.
Se debe advertir que, aunque algunas actividades pueden causar dolor, no son dañinas si se reintroducen de forma gradual.
El uso de calor local (como una almohadilla térmica) puede ser útil para aliviar el malestar.
Tratamiento farmacológico:
Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) como el ibuprofeno son el tratamiento de primera línea para el alivio del dolor en pacientes sin contraindicaciones.
Considerar el uso de un tratamiento gastroprotector en aquellos con factores de riesgo de complicaciones gástricas.
Si los AINEs están contraindicados o no son tolerados, se puede considerar el uso de codeína con o sin paracetamol, teniendo en cuenta los riesgos de dependencia a opioides.
No se recomienda el uso de benzodiazepinas para espasmos musculares ni opioides en casos de dolor lumbar crónico debido a su perfil de riesgo.
Intervenciones no farmacológicas:
En personas con factores de riesgo para una recuperación prolongada o complicada, se debe considerar la derivación a programas de ejercicio, terapia manual (como manipulación espinal o masajes), o terapia cognitivo-conductual (TCC), que han demostrado ser eficaces en el manejo de casos crónicos.
Fisioterapia: Puede ofrecerse como parte de un tratamiento combinado con ejercicio y, en casos seleccionados, con apoyo psicológico.
Evaluación ocupacional:
En aquellos con dolor lumbar relacionado con el trabajo, puede ser necesario realizar una evaluación ocupacional para facilitar el retorno a las actividades laborales, incluyendo ajustes en el lugar de trabajo.
Revisión y seguimiento:
Si los síntomas persisten o empeoran después de 3-4 semanas a pesar del tratamiento inicial, se debe realizar una nueva evaluación para descartar causas subyacentes y considerar una revisión de las estrategias de autocuidado.
Si los síntomas persisten y se sospecha de dolor lumbar crónico, se debe considerar una derivación a un especialista en dolor o a una clínica de columna vertebral para opciones de tratamiento avanzadas, como la denervación por radiofrecuencia en casos seleccionados.
Diagnóstico
Historia clínica:
Preguntar sobre el inicio, tipo, localización y patrón del dolor, cualquier irradiación del dolor, la duración de los síntomas, factores que agravan o alivian el dolor, episodios previos de dolor, y cualquier síntoma asociado (como rigidez matutina, espasmos musculares, pérdida de peso o cambios en la sensibilidad).
El dolor lumbar inespecífico generalmente varía según la postura y el tiempo, y suele empeorar con el movimiento.
Evaluar la presencia de síntomas de alarma como cauda equina, fracturas, cáncer o infección.
Determinar el impacto del dolor en la vida diaria, el trabajo, los estudios y el bienestar psicológico.
Investigar factores de riesgo para el desarrollo de un dolor crónico, como obesidad, inactividad física o antecedentes de episodios previos de dolor lumbar.
Examen físico:
Evaluar la marcha, postura y la columna vertebral en busca de deformidades, sensibilidad localizada, y disminución del rango de movimiento.
Realizar un examen neurológico para identificar déficits, como debilidad muscular, alteración de los reflejos o pérdida sensorial en los miembros inferiores.
Si no se sospecha una causa específica, utilizar una herramienta de estratificación de riesgos como la Keele STarT Back para identificar factores de riesgo para una recuperación prolongada o complicada.
Signos de alarma (red flags):
Se debe sospechar una patología grave si el paciente presenta síntomas como:
Cauda equina: pérdida de control de esfínteres, anestesia en silla de montar, retención urinaria.
Fractura vertebral: dolor súbito en la columna, antecedente de trauma.
Cáncer: dolor nocturno persistente, pérdida de peso inexplicada, antecedentes de cáncer.
Infección espinal: fiebre, antecedentes de infección reciente o uso de drogas intravenosas.
Diagnóstico Diferencial
Existen varias condiciones que pueden presentarse con dolor lumbar bajo y deben considerarse como diagnósticos diferenciales:
Ciática (radiculopatía lumbar).
Estenosis espinal.
Sacroileítis asociada con espondilitis anquilosante.
Aneurisma de la aorta abdominal.
Osteoartritis de la columna vertebral o la cadera.
Síndrome del piriforme (compresión del nervio ciático por el músculo piriforme).
Polimialgia reumática.
Definición
El dolor lumbar bajo se refiere a la sensación dolorosa localizada en la región lumbosacra, entre las costillas 12 y la cresta ilíaca, y puede irradiarse hacia las nalgas o los pliegues glúteos. El término “dolor lumbar inespecífico” describe el dolor que no puede atribuirse a una causa específica y también se conoce como dolor “mecánico”, “musculoesquelético” o “simple” en la literatura médica.
El dolor lumbar agudo se define como aquel que dura menos de 3 meses.
El dolor lumbar crónico persiste por 3 meses o más.
Es una condición común en la población general y afecta a un gran porcentaje de personas en algún momento de su vida.
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